lunes, 30 de diciembre de 2019

Una libra de carne en La Herrería





Fue la muestra del laburo anual del taller de Seba Ricchi donde está Euge. La grupa se llama "Puchero" y su director explicó que la propuesta de este año había sido practicar con textos fragmentados al azar o por predilección personal de la obra Una libra de carne de Agustín Cuzzani y su hipotexto El mercader de Venecia de Shakespeare. A partir de la experimentación de cada uno de los 9 integrantes, se integraron las partes para decidir cómo narrar esta historia. El resultado se vio muy interesante: visualmente atractivo y original con una escalera majestuosa en su representación de las jerarquías del juez, los acusantes y el acusado pero inestable (escalera de pintor) y grotesca con sus tiras de papel fluorescente. El suelo también estaba cubierto de papel usado, escrito con la misma tinta flúo que se repetía en algunos elementos del vestuario y en la sábana-sudario que cubría al matrimonio del reo (dos mujeres que duplicaban y hasta cuadruplicaban el taladro de la presión matrimonial sobre el prota).
La Euge estuvo genial con su papel de defensoría transformada en voz narradora, en intermedio entre nosotres, les que debíamos juzgar, y la historia real del culpable. Las actrices que hicieron el papel de las jefas también me gustaron mucho, muy alucinante el efecto de los diálogos a coro o superpuestos o completándose para formar una redundancia que contagiaba el hartazgo silencioso del prota. Excelente escena la del usurero rodeado de gatos cuyos maullidos fastidiaban a cualquiera que hubiera vivido alguna vez cualquier situación de abuso de poder y presencia de lameculos del poder.
Al final tuve mucho miedo del desenlace. No me acuerdo de los textos originales y el remate previo y la sentencia y el modo de mostrar el pago... Era muy difícil cerrar. El talento del actor que representaba al acusado lo resolvió perfectamente con el dominio corporal y gestual que había desplegado silenciosamente durante toda la obra.

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Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...