domingo, 26 de mayo de 2019

Buscar a Siri Hustvedt

La novelista, ensayista, poetisa y estudiosa feminista estadounidense Siri Hustvedt ha sido galardonada este miércoles con el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2019.
Nacida en Minnesota en 1955, es autora de varios best-sellers como El verano sin hombresTodo cuanto améLa mujer temblorosa y Elegía para un americano, que supuso su consagración como escritora, y sus obras han sido traducidas a más de treinta idiomas.
La carrera de Hustvedt despegó especialmente en 2003. Pese a haber escrito y estudiado diversas disciplinas desde hace más de treinta años, fue con la novela Todo cuanto amé (Seix Barral) cuando llamó la atención del gran público. Desde entonces, el sempiterno título de la 'mujer de Paul Auster' dejó de rondarle con tanta frecuencia.
Hustvedt se casó con Auster en los años 80, cuando todavía ninguno de los dos era conocido por el público. Mientras que él se centró en novelas de ficción, ella siempre manifestó un interés mucho más evidente en psicoanálisis y en neurociencia, materias de las que habla en ensayos y conferencias.
Esa predilección se ha plasmado en todas sus novelas y poesías, y las referencias a la ciencia "no son gratuitas, son realmente parte del tema", aunque pretende que sus pensamientos sean aptos para el público general y no solo para los lectores habituales de esta rama. Hustvedt también se ha prodigado por la ficción y, sin embargo, la crítica se ha esforzado constantemente en hacer paralelismos con su propia vida.
"Me resulta extrañísimo que se reduzca todo a la autobiografía. Mi conclusión es que el hecho de que la mujer tenga imaginación es siempre problemático", confesó en una entrevista con eldiario.es ante la publicación del ensayo La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres.
Este galardón es el quinto en fallarse de los ocho premios que anualmente concede la Fundación Princesa de Asturias, tras el de las Artes, concedido al dramaturgo Peter Brook; Comunicación y Humanidades, al Museo del Prado; Cooperación Internacional, al educador Salman Khan y su Khan Academy, y Deportes, a la esquiadora Lindsey Vonn.

Gracias, hermanas, por hacerl

Artistas afrodescendientes: la importancia de tener espejosFiccionesReportaje

Cuántas veces aceptamos, resignadas o sin percatarnos, que las protagonistas de las narrativas con las que crecimos tenían facciones, cabellos y teces que jamás eran las nuestras.
La artista Bianca al fondo colocando un cuadro en una pared llena de grandes de sus obras, pinturas, que reflejan a mujeres negras
La pintora Bianca Batlle Nguema, en su taller de Barcelona. / Foto: Lorenzo Duaso

Yinka Graves, inglesa y negra, todavía le cuesta decir que es bailaora de flamenco, aunque viva de ello y en el escenario arranque aplausos a mansalva.
Comparte espectáculo y sentimiento en Clay con Asha Thomas, una afroestadounidense que dice que la primera vez que vio a mujeres gitanas sobre un tablao le recordaron a sus tías, como si el flamenco y ellas fueran viejas conocidas.
Hay quien se empeña en decir que lo que Yinka hace es fusión por su aspecto; sin embargo, ella insiste en que, cuando baila, afloran los matices africanos intrínsecos a la propia danza.
En el documental Gurumbé. Canciones de tu memoria negra, que explora la raíz africana de uno de los elementos que más se identifica con la cultura española en el extranjero, el flamenco, aparece ella bailando desde las entrañas y en un ejercicio de reconocimiento histórico que hace justicia, recordando que las personas negras no llegaron ayer a la Península Ibérica.
Convivir, está visto, no implica estar al mismo nivel. Convivimos porque compartimos espacios, algunas experiencias, expectativas y, puede que, ciertas frustraciones y miedos. Sin embargo, da la sensación de que “novivimos”, porque nuestras historias parecen no rebasar la infranqueable frontera de nuestros espacios privados. Ni nuestros rostros ni nuestras pieles. Y cuántas veces lo aceptamos, resignadas o no percatadas de que lea protagonistas de las narrativas con las que crecimos tenían facciones, cabellos y teces que jamás eran las nuestras.
«Nuestra propia imaginación nos excluía porque ella también se ha construido desde una ausencia tan flagrante como dolorosa y, cuando creábamos, en nuestra cabeza sólo recordábamos en blanco».CLIC PARA TUITEAR
Empatizamos con aquella parte del mundo no coincidente no porque quisiéramos, sino porque en el universo que nos mostraban, el que creíamos que era el único, con la excepción del ámbito doméstico, todes eran así. Nuestra propia imaginación nos excluía porque ella también se ha construido desde una ausencia tan flagrante como dolorosa y, cuando creábamos, en nuestra cabeza sólo recordábamos en blanco.
Pero llega un momento en el que el yo que toma conciencia se reconoce en un nosotres que creyó que no existía o, peor, que pensó que era algo malo. Es entonces cuando se abre paso a codazos, para romper las barreras del endorracismo autoprejuicios que le asfixian y logra salir. Cuando está fuera, las cosas no son fáciles, siente vergüenza, ya que a su “novivencia” desnuda le da la luz. Y también le da pánico hablar puesto a que, hasta ahora, sólo ha mantenido soliloquios.
En el centro de la imagen una mujer negra con el pelo recogido, un vestido sin mangas y un abanico en la mano baila flamenco
Yinka Graves bailando en Londres. / Foto: Camila Greenweel
Silvia Albert Sopale es una actriz española, de padre nigeriano y madre ecuatoguineana, que mató el miedo cuando parió a una niña catalana. Tardó mucho tiempo en lanzarse de lleno al mundo de la interpretación y eso aun cuando empezó a hacer teatro con sólo seis años y a escribir obras hace más de diez. Su embarazo le llevó a pensar en los referentes que le daría a su hija y, al caer en la cuenta de que casi todos eran africanos o afroamericanos y ninguno afroespañol o afrocatalán, decidió investigar. Fue así como nacióNo es país para negras, una obra en la que escogió la vida de unas cuantas para universalizar la historia de muchas mujeres negras que han nacido o que viven en España y son hipersexualizadas, cuestionadas, burladas o menospreciadas. También ha formado una compañía teatral junto a las actrices afro Kely Lua y Maisa Park llamada No somos Woopi Goodberg, nombre que escogieron por lo recurrente que es que a algunas nos digan que nos parecemos a ella (o a Laura Winslow, o a Rudy Huxtable… varía según el rango de edad). En sus trabajos, aportan la mirada afrodescendiente y de género a todos sus montajes.
A Silvia Albert su embarazo le llevó a pensar en los referentes que le daría a su hija y, al caer en la cuenta de que casi todos eran africanos o afroamericanos y ninguno afroespañol o afrocatalán, decidió investigar.CLIC PARA TUITEAR
Desde la provincia de Barcelona, Bianca Batlle Nguema pinta, crece y se permite ser. Ahora sí. Durante mucho tiempo no fue consciente de su negritud; o sí, pero no se identificaba con ella. Al aceptarse, conectarse con su naturaleza y retratar a sus ancestras y coetáneas, su obra dio un salto. Ahora, en cada cara, cada piel y cada ojo que pinta, se va encontrando y se comunica con quien mira sus cuadros: les habla de fuerza, de profundidad; y a sí misma se cuenta que ama su diferencia por ser su esencia y la base de su creación.
Astrid Jones, madrileña y ecuatoguineana, tiene la voz suave, hermosa, tierna, pero cuando canta o interpreta, también es denuncia y fuerza. En Un trozo invisible de este mundo, obra de teatro escrita por Juan Diego Botto y dirigida por Sergio Peris Mencheta, dedica uno de sus temas a Samba Martine, una mujer fallecida, al poco de ser trasladada al hospital desde el Centro de Internamiento de Extranjeros (el CIE es la cárcel para personas que migran) de Aluche donde estaba recluida, por no haber tenido una atención médica adecuada. Y decidió incluirla, también, en el disco de Astrid Jones & The Blue Flaps, Stand Up, para que el final de la obra, la canción y su mensaje continuaran. Astrid no se calla. Forma parte de The Black View y colabora con Limbo, asociaciones de actores y actrices que nacieron con la intención de deshacer los estereotipos referidos a las personas leídas como negras a la hora de construir personajes. Por eso ella, desde la responsabilidad, retrata a las nuestras con respeto, cariño y, sobre todo, dignidad.
Kelly Lua, de la compañía de Whoppy Goldberg
Kelly Lua, de la compañía de Whoppy Goldberg
Leer, ver y tocar, según qué obras, es como recuperar el cuerpo y el derecho a leerse, verse y tocarse; es convertir las “novivencias” en verdades tangibles que tienen posibilidad de ser porque, aunque no les dejaran espacio, siempre estuvieron; es entrar a formar parte de ese nosotres que no creíamos perdido, puesto que, directamente, pensamos que no existía; es fundirse en un gran abrazo. Y resulta reconfortante, liberador y revolucionario —sí, revolucionario, tener espejos y poder agarrarse a algo que para gran parte de la sociedad ha sido la normalidad. Pero también es un acto de atrevimiento convertir las periferias (de manera figurada y literal) en centro: primero porque nos han hecho pensar que no son importantes, pero también por todas sus connotaciones de clase, de estética, hasta de instrucción, exotismo exógeno y peligrosidad. Y desde ahí, ellas, mis hermanas, hablan y pintan y bailan y cantan.
Hay pocos papeles para personas negras; sin embargo, Astrid elige aquellos que le permiten contar y visibilizar ciertas realidades, como ya hizo en Tratos, obra de Ernesto Caballero interpretada en el Centro Dramático Nacional que también se desarrolla en un CIE. Prefiere decir no a lo de siempre, porque le da más miedo continuar dando vida a seres planos que nacen y viven sin despeinarse ni crecer, que quedarse sin trabajo. “A veces —comenta—, también se debe hacer el esfuerzo de hablar con les directores o guionistes y bajarles a la calle con el fin de que descubran la verdad”.
Nina Simone, Miriam Makeba o Jill Scott son referentes para ella, por vozarrón y porque sus temas fueron o son militancia antirracista o feminista pura. Dice que se trata de una cuestión de voluntad, de conciencia y de compromiso, que brotan espontáneos “cuando una, como artista, ha vivido ciertas realidades o empatizado con ellas”. Señala que puede contar desde la emoción, más allá de las palabras y establecer, así, una conexión especial con el público; de ahí, que opine que “la propia naturaleza del arte es activista en sí misma debido a que busca siempre transformar al otro y ayudarle a conocerse, a conocer y a reconocer a otres”.
Pese a que no es su enfoque, Bianca cree también que a través del arte se puede hacer activismo “y eso que, como hemos visto en Arco, siempre existe la censura”. Cuando comenzó (o recomenzó, ya que sus inicios se sitúan en las vampiresas que dibujaba en su niñez, en los años 80), pintaba mujeres negras porque, tras un ejercicio de introspección, de entender el sentido que tenían para ella su género y su raza, la dermis le rebosó los pensamientos y llegó a sus lienzos. Por otro lado, afirma que, desde un punto de vista más técnico, “le pone” la interpretación del color en sus (nuestras) pieles. Ahora, continúa representándolas/nos de manera figurativa y visceral y, desde que abrió su cuenta en Instagram, le llegan halagos de todo el mundo, cosa que le ha permitido saltar del hobby a la profesión. Todo lo anterior le ha hecho caer en la cuenta de que en sus cuadros hay algo más profundo de lo que ella misma entiende. Y yo te confieso, Bianca, que lo que sucede es que “sívivimos” en ellos.
A Silvia no le vale con actuar: tras No es país para Negras, organiza un coloquio con el público que le sirve para escuchar comentarios y dudas frescas. Justo ahí, observa que el teatro no sólo entretiene, sino que es una herramienta de posicionamiento, reflexión e, incluso, transformación. Distingue tres tipos de respuesta a su obra: la primera, la de los espectadores que afirman que, en efecto, éste no es un país para negras porque o bien reconocen la discriminación motivada por el color de la piel o bien consideran que aquí siempre ha habido, únicamente, personas blancas, obviando su mestizaje e historia. La segunda, la de quienes piensan que les están lanzando de forma agresiva una pila de quejas contra un poder blanco que no reconocen detentar. Y la tercera es la de aquelles que creen que se trata de un espectáculo victimista, que pretende generar la conmiseración del auditorio.
Y de entre todas ellas, rescata una bella: “Hace algún tiempo, vino una familia a ver el espectáculo, uno de los niños tenía once años. Al ir a la escuela el lunes posterior a ver la pieza, pintó en clase a una niña negra. Cuando su madre le preguntó que por qué la había dibujado así, él respondió que por qué no iba a hacerlo. Ese niño amplió su mirada y, con que a una persona le sirva lo que hago, ya me siento satisfecha”.
«No es lo mismo crear siendo mujeres negras, que hacerlo y serlo sabiendo el lugar que ocupamos, el que nos dejaron, el que merecemos y por el que luchamos», dice Lucía Mbomío.CLIC PARA TUITEAR
Yinka habla de la libertad de expresión como un elemento necesario en cualquier proceso creativo. Entiende que ésta cuando existe, los tópicos y las construcciones grotescas de la otredad, no encuentran lugar. A partir de ahí, desmontar estereotipos parece posible y piensa continuar haciéndolo mucho tiempo, ya que su futuro más próximo está plagado de proyectos con la diáspora africana, las polémicas en torno a su cuerpo y la enseñanza del flamenco para que encontremos un espacio en el cual amarnos. Y bailar, por supuesto, en un tablao durante mucho tiempo.
No es lo mismo crear siendo mujeres negras, que hacerlo y serlo sabiendo el lugar que ocupamos, el que nos dejaron, el que merecemos y por el que luchamos. Gracias, hermanas, por hacerlo.
Lucía Mbomío

Periodista. Ahora, en 'Aquí la tierra' (TVE). Antes, en Españoles por el Mundo, En Tierra De Los Nadie, en Madrid Directo. He escrito el libro 'Las que se atrevieron'. Colaboro con Afroféminas.

Árboles para evitar el feticidio femenino


Cada vez que nace una niña, las mujeres de este pueblo en la India plantan 111 árboles


Cada vez que nace una niña las mujeres de este pueblo en la India plantan 111 árboles-NATION

La iniciativa tiene como objetivo promover la igualdad de género y ha impulsado la economía de la aldea.

Shyam Sundar Palatal, el ex líder de un pequeño pueblo en Rajasthan, India, perdió a su hija Kiran cuando era muy joven. En 2006, se encargó de asegurarse de que todos los residentes de la aldea apreciaran la vida de cada niña por venir y en su honor plantó 111 árboles.
La inciativa pronto se transformó y durante cada nacimiento de una niña, las familias plantaban 111 árboles para celebrar. Los aldeanos plantan los árboles en los terrenos de pastoreo de Piplantri, y la comunidad se asegura de que los árboles sobrevivan y crezcan hasta la edad adulta. Los residentes además recogen 21,000 rupias (cerca de 315 dólares) y los padres de la niña contribuyen con 10,000, creando una cuenta de ahorros fija para la recién nacida, la cual obtiene este dinero hasta la edad adulta.
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Además, cuando las familias plantan los árboles, firman una declaración jurada que indica que su hija recibirá una educación completa y no se casará antes de cumplir la edad legal de 18 años.
Según Paliwal, alrededor de 60 niñas nacen en Pilplantri cada año. En más de la mitad de estos casos, los padre se mostraban reacios en aceptar niñas por que eran vistas como menos valiosas y más caras. Como resultado, el programa de plantación de árboles fue una manera de alentar a las familias a celebrar a las niñas en sus familias y combatir una cultura profundamente arraigada en el feticidio femenino.
Cada vez que nace una niña las mujeres de este pueblo en la India plantan 111 árboles-NATION



El esquema de árboles de Piplantri fue un paso más allá ya que alentó a los padres no solo a mantener a sus hijas, sino también a celebrarlas.
Diez años después, la marca de “eco-feminismo” de Piplantri está prosperando. El pueblo ha plantado múltiples especies de árboles que han comenzado a generar ingresos: mango, neem, sheesham y amla, entre otros. Además, los aldeanos plantaron plantas de aloe vera alrededor de los árboles para que actuaran como pesticidas naturales, que a su vez se convirtieron en una forma de ingresos cuando los aldeanos comenzaron a procesar y vender el aloe vera. Los árboles, junto con las plantas de aloe vera, ahora proporcionan medios de vida a una cantidad de 8,000 residentes de Piplantri.
Al plantar un futuro para sus mujeres jóvenes, la ciudad de Piplantri se ha colocado en el mapa y ha descubierto que el dinero  puede  crecer en los árboles.
Cada vez que nace una niña las mujeres de este pueblo en la India plantan 111 árboles-NATION

No trates de domar tu soledad, no se puede


Batania (Neorrabioso)
• • • DECÁLOGO DE SUPERVIVENCIA PARA EL POETA SOLO • • •
1. Si quieres lanzar las palabras más lejos tendrás que muscularte todos los días.
2. Nunca pienses que tu cerebro averiado es inferior a un cerebro de fábrica que todavía conserva el papel de regalo.
3. Cuida tu megalomanía, es ella la que te mantiene lejos de los sueños fáciles de conseguir.
4. No trates de domar a tu soledad, no se puede.
5. Recuerda que las ruedas pinchadas también giran. Que los juguetes rotos también sirven para jugar.
6. No trates de destruirte, la vida es un búfalo demasiado grande como para que un cobarde como tú pueda matarlo con un palillo.
7. No dejes que tu ego y tu antiego duerman juntos en la misma cama.
8. Escribe como si estuvieras ya dentro del ataúd.
9. No llores. No te quejes. No inventes cicatrices.
10. Nunca mires a las estrellas, que las estrellas te miren a ti.

Un agua misericordiosa

Desde el muro de Nurit Kasztelan


Testigo de excepción



Un mar, un mar es lo que necesito.
Un mar y no otra cosa, no otra cosa.
Lo demás es pequeño, insuficiente, pobre.
Un mar, un mar es lo que necesito.
No una montaña, un río, un cielo.
No. Nada, nada,
únicamente un mar.
Tampoco quiero flores, manos,
ni un corazón que me consuele.
No quiero un corazón
a cambio de otro corazón.
No quiero que me hablen de amor
a cambio del amor.
Yo sólo quiero un mar:
yo sólo necesito un mar.
Un agua de distancia,
un agua que no escape,
un agua misericordiosa
en que lavar mi corazón
y dejarlo a su orilla
para que sea empujado por sus olas,
lamido por su lengua de sal
que cicatriza heridas.
Un mar, un mar del que ser cómplice.
Un mar al que contarle todo.
Un mar, creedme, necesito un mar,
un mar donde llorar a mares
y que nadie lo note.



Francisca Aguirre

Si es para ser tu exchongue mejor digamos que no pasó nada

Ella me contaba cómo inventaba excusas para sacarse de encima a tipos geniales de los que se aburría luego de dos, tres, hasta cuatro años de relación amorosa perfecta e inobjetable. Yo le decía que era una pena, que no entendía tanto amor desperdiciado, que se apiadara de mí que siempre fui abandonada.
Juntas justificábamos todas las conductas de les que abandonan, juntas lo entendíamos todo.
Hasta que un día, no me pregunten cómo ni si superamos sus records de permanencia, fueron para mí sus "No estoy para hablar con nadie", "No puedo llevar una comunicación cotidiana con nadie", "Llego a casa y te llamo" (y no), "Perdoname, estoy infumable".

Soy una pieza que ha fracasado en todos los puzzles


Batania (Neorrabioso)
TREINTA Y DOS CENTELLAS
• • • Si es contigo me gustaría que nuestro naufragio fuera para largo.
• • • El enamoradizo tropieza como todos, solo que él va cambiando de piedra.
• • • No vuelve a ser la misma la marioneta que se ha dado cuenta de sus hilos.
• • • Antes que en la copa del estado prefiero beber en el hueco de mi mano.
• • • Soy una pieza que ha fracasado en todos los puzles.
• • • ¡El fuego acabará saliendo, tú sigue frotando las palabras!
• • • Cuando terminó de sonar el himno, el público recuperó su cociente intelectual.
• • • Me dio tal beso que desaparecí dentro de su boca.
• • • ¿Para qué quieres conseguir algo que YA has soñado?
• • • No dudéis de la calidad de mi infierno.
• • • Quien se obsesiona por llegar a la cima se pierde toda la montaña.
• • • ¿Vais a nombrar un líder? ¿Qué iniquidad estáis tramando?
• • • Ella fue mi abeja reina. Después he ido de miel en peor.
• • • Para cocina la que hace mi memoria con el pasado.
• • • La inteligencia crece contra la coherencia: solo los mediocres consiguen encajar los significados.
• • • La obra de un poeta es un epitafio en varios volúmenes.
• • • Pasar la escoba hasta limpiar toda la paja de mi memoria, ¡qué trabajo para Hércules!
• • • Los gatos son los víveres que utiliza el solitario para sobrevivir lejos del mundo.
• • • Me alimento de mis neurosis, pero necesito neurosis nuevas.
• • • El sentido del humor se adquiere escuchando el ruido que hacen los planes a medida que se rompen.
• • • Las casas las comienzo por el tejado, naturalmente, y de ahí continúo hacia arriba.
• • • Voy acumulando derrota tras derrota, pero nunca me siento aludido.
• • • Serías más feliz si tu pasado fuera mejor o tu memoria peor.
• • • Todo mi cuerpo se está volviendo un talón de Aquiles sin Aquiles.
• • • Se le puede coger cariño a un imbécil, nunca a un tirano.
• • • Era de esas que te dice “sé breve” cuando ibas a decirle que la amas.
• • • Domina quien hace las preguntas: cada una es un anzuelo para que piques.
• • • Entre mi vida y mi literatura ya no sé quién es el perro y la garrapata.
• • • Egocéntrico es el que se pasa todo el rato hablándome de su ombligo en vez del mío.
• • • ¡No le pongas gafas a tu caballo!
• • • Dentro del túnel brillan más los poetas y las luciérnagas.
• • • Antes de hablar acuérdate de qué máscara llevas puesta.

Una tarde en casa de miawela

Mile sabe que todo puede ser tejido por mí Awela:
-Mi budy no tiene ese pañuelo. Tejele vos un pañuelo así rojo, ves?


Mile me descansa:
-¿Y la pizza, Awela?
- Ahora viene.
-¿Solita viene?


Me dice Mile ante Buzz Laightyear:
La tía Euge tiene un jubete así. Me gusta que yo tenga un jubete así.


Me dice Mile mirando Toy Stories:
Mi Budi no habla, solo lo hago hablar yo con mi boca.


Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...