lunes, 15 de febrero de 2021

Delta y piedra

 

Lucía María escribió un contrapoema que desafía a la figura endiosada de Octavio Paz

Entrevista

Con Delta de sol, la editora y poeta responde verso a verso, a Piedra de Sol, en un ejercicio poético que busca también cuestionar su propia escritura.

—¿Qué fue lo más complejo del proceso?

Fueron muchas reescrituras y sí fue muy machetero estar contando sílabas en la primera parte, y no pensar en Paz en la segunda parte. La verdad nunca lo disfruté. Muchos dicen que hay que disfrutar escribir. Yo no. La pasé súper mal, llegaba a la hoja y en un par de horas estaba desesperada, con todas las emociones que sentía a partir de la impotencia. Lo que me ayudó fue, primero, que me hayan dicho que sí a la publicación. Y segundo, Sara Uribe. Le hice llegar el poema para saber sus comentarios, una versión que todavía tenía muchos cabos sueltos. Platicamos durante una hora o poco más, pero con eso sentí más fuerza, y ahí fue donde hice la última versión dos o tres meses antes de su publicación.

Ahora empiezo a cuestionarme si escribí un poema que siempre va a estar a la sombra de otro poema, a cuestionarme desde otro lado, no sé si es previniendo lo que me pueden decir las personas, los lectores, la crítica, pero sin tomármelo tan en serio porque ya está, no puedo hacer nada.

—Así como a Octavio Paz, ¿qué le responderías a Lucía María cuando estaba por escribir Delta de sol, a lo que te decías en ese entonces?

Que creo que sí logré un contrapoema. Sí se nota que estoy debatiendo con Piedra de sol. Pero hacia el final cuando hablo de una libertad más hacia la entrega, hacia el amor, siento que todavía es un grito. Eran esos últimos versos lo que le debatía tanto a Paz, que su poema no daba pie a la entrega sino a un mismo círculo que se cierra, se acaba con la muerte, un círculo vicioso que quizás genera una majestuosidad individual, pero que no termina entregándose. Y creo que el mío tampoco termina entregándose. Se abre hacia la idea de la entrega, pero no sé cómo escribiría algo que en verdad lo fuera.

—Como ejercicio poético, ¿le responderías a alguien más?

Creo que lo haría desde otro lugar, sin sentirme tan presionada e incapaz. Me gusta mucho Muerte sin fin, de José Gorostiza Alcalá, y me ha pasado por la mente hacer el ejercicio con ese poema. También con El sueño de Sor Juana. Esos poemas me han dado vueltas y vueltas. Pero sería una maquiladora de cambiar poemas… aunque eso es de cierta forma la literatura. Las ideas y las historias son un poco la misma, y tú haces tu versión. Pero hay otros ejercicios interesantes que no tienen que ser bajo el esquema de responder o cambiar un poema, incluso algo igual de difícil. Estaría también padre salir de este lugar. Pero sí hay un respeto al hacerlo, no me hubiera tomado el trabajo si no respetara el poema de Piedra de sol, lo mismo con Muerte sin fin. Son poemas que respeto tanto, y que sé que no voy a superar, y que tampoco habría por qué superarlos.

Delta de sol está publicado bajo la licencia Creative Commons. ¿Cómo fue que llegaste a esa idea? ¿Qué te dijo la editorial?

La idea fue por Antígona González, de Sara Uribe. Yo no sabía de licencias. Le pregunté a Sara cómo le iba a su libro y me dijo que le iba a bien, que se seguía vendiendo y que además llegaba a más partes. Creo que es una buena idea para personas como yo, que no vivimos de un libro. Se lo planteé a mis editores y dijeron que sí. Ha sido bueno, sobre todo en la pandemia, pues el libro físico es un poco más difícil de distribuir. A partir de esto voy a cuestionarme muchas cosas, no el escribir, pero sí el publicar, ¿vale la pena, no vale la pena? Es otro tipo de presión, una cosa es escribir y otra es publicar. Otras dudas, otras emociones y otras decisiones.

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