lunes, 15 de febrero de 2021

La femineidad y la alegría de Las libertadoras

 

La fotografía latinoamericana visibiliza a la comunidad trans

El Instituto Moreira Salles inauguró esta semana la exposición “As metamorfoses. Madalena Schwartz, travestis e transformistas na São Paulo dos anos 70”, en la que participa el fotógrafo venezolano Vasco Szinetar

  
  • JUAN ANTONIO GONZÁLEZ

13/02/2021 01:00 am

Eran los años setenta. “Los años del plomo” como se conoce en Brasil a la época más represiva de la dictadura militar de Emílio Garrastazu Médici. La violación de los Derechos Humanos era por entonces la norma, y aunque resultaba imposible expresarse políticamente, la rebeldía encontró muchas otras formas de manifestarse: a través de la música popular o de la sexualidad desinhibida. Así, las noches de São Paulo se convirtieron en el escenario donde los paulistas acorralados pudieron sentirse libres.

Parte de aquella rebelión silenciosa fue registrada por la fotógrafa brasileña de origen húngaro Madalena Schwartz (Budapest, 1921-São Paulo, 1993), figura protagónica de la llamada Escuela Paulista y quien dedicó su primer ensayo fotográfico a los artistas de la nocturnidad: transformistas, travestis, transexuales…, dando así visibilidad a una comunidad reprimida, no reconocida por la sociedad brasileña de la época. Con sus imágenes, directas y anárquicas, Schwartz hizo una especie de registro civil para un colectivo -el LGBTIQ+- discriminado y abusado.

Aron y Augusto, 1973. Foto de Madalena Schwartz (Acervo IMS)

El Instituto Moreira Salles (IMS), uno de los centros culturales dedicados a la fotografía más importantes de Brasil, inauguró esta semana en su sede de São Paulo, ubicada en plena avenida Paulista, la exposición As metamorfoses. Madalena Schwartz, travestis e transformistas na São Paulo dos anos 70, que además de las fotografías de la artista, exhibe ediciones de los periódicos Lampião da Esquina y Chana con Chana, publicaciones producidas por la comunidad gay y lésbica de la época; carteles de películas como La reina y El beso de la mujer araña, clips de televisión y fotos de colecciones personales, entre otros documentos, que reafirman la lucha de una comunidad por ser aceptada aun cuando al expresarse desafiara los estándares morales de una sociedad conservadora.

Pero los curadores de la muestra, Gonzalo Aguilar, profesor de Literatura Brasileña de la Universidad de Buenos Aires -ciudad en la que, por cierto, vivió Schwartz antes de radicarse definitivamente en São Paulo-, y Samuel Titan Jr., profesor de Teoría Literaria y Literatura Comparada en la Universidad de São Paulo, han querido ir más allá en la celebración del centenario del nacimiento de Madalena Schwartz, para establecer puentes culturales entre el trabajo de la fotógrafa homenajeada y el de sus pares en diferentes países de América Latina como la chilena Paz Errázuriz, el mexicano Adolfo Patiño y el venezolano Vasco Szinetar, de quien se exponen diez imágenes de la serie Las libertadoras, realizadas en la década de los ochenta y mostradas parcialmente en los años noventa en el Museo Alejandro Otero.

Un lugar para vivir y mostrarse
Gonzalo Aguilar explica que “la obra de Madalena Schwartz había sido considerada desde el punto de vista estético, de la fuerza de su glamour y de sus contrastes en blanco y negro, pero no en relación con la comunidad trans. Las fotos fueron realizadas a principios de los años setenta y ese era un momento en que no había una idea de ‘comunidad trans’, ni siquiera se utilizaba el término ‘trans’. Pero cuando uno ve esas fotos en el presente puede contemplar la fuerza trans de esas modelos y la lucha que ellas tenían entre el deseo de visibilidad y una visibilidad que las exponía a la violencia y a la persecución. Madalena tuvo la virtud de darles hospedaje en su estudio, compartir la imagen que ellas transmitían y retratar una vida llena de belleza que, de otra manera, se hubiera perdido”.

Retratos realizados por Madalena Schwartz (Acervo IMS)

-¿Cambió algo en la sociedad brasileña cuando Schwartz visibilizó a los travestis y transformistas?
-La sociedad brasileña de los años setenta pasaba por una dictadura muy cruel y las opciones políticas estaban totalmente clausuradas. Por eso hubo una rebeldía en otros ámbitos. Brasil fue en esos años muy adelantado en relación con otros países latinoamericanos y aún países de otros lugares del mundo. Madalena supo captar la potencia de ese momento y de la noche paulista. Ella fue una judía que nació en Hungría, vivió en Buenos Aires y después fue a São Paulo. Tenía poco más de cincuenta años cuando comenzó a hacer esas fotos. ¿Por qué se apasionó por la comunidad trans? ¿Fue porque ella misma había sido víctima de la violencia social y política (ella había escapado de la persecución nazi)? ¿O hubo un intento de entender esa otra sexualidad por razones familiares? (uno de sus hijos era gay). Son enigmas que dejamos que el espectador responda después de haber visto la muestra.

-Partiendo del trabajo de Schwartz, ¿qué impacto social puede llegar a tener la fotografía?
-En la muestra no hay solo fotos, sino videos musicales de Caetano Veloso y Ney Matogrosso (ambos fueron fotografiados por Madalena), fragmentos de filmes y documentales, material periodístico de la época entre 1970 y 1984, cuando las cosas cambiaron por varias razones. Pero la fotografía tiene algo único: la relación entre fotógrafa y modelo es mucho más intensa, en las series uno puede ver el crecimiento de una relación y, finalmente, la foto como hospedaje, que es una idea que trabajamos mucho con Samuel Titan Jr. En un mundo violento e inhóspito, la fotografía de Madalena es un lugar en el que vivir, mostrarse, ser lo que se desea ser.

De la serie Las libertadoras (VASCO SZINETAR)

-En la muestra cuentan con fotógrafos de otros países, ¿las visiones de la comunidad trans son diferentes entre unos y otros?
-En Latinoamérica hoy dos elementos comunes: el carnaval y la religión (este último en Brasil mucho menos). El carnaval es el momento en que esa visibilidad y expresión es posible y eso se ve claramente en Bolivia y en Argentina, en las fotos de los dos archivos de los colectivos trans que participan en la muestra. También es notable el elemento racial que obviamente está en segundo lugar porque la preocupación o el conflicto mayor pasa por la cuestión del género, pero que a menudo tienen relación: hay un nexo entre pobreza, raza y género que es muy fuerte, sobre todo, cuando las travestis no encuentran trabajo, son expulsadas de sus familias y deben prostituirse. La violencia policial y estatal es otra constante pero aun así existe como resistencia un cosmopolitismo travesti que se ve en Latinoamérica y que tiene que ver con la circulación de ciertas figuras como Marlene Dietrich o Marilyn Monroe, que guían los cuidados del cuerpo y el modelo de lo que es el glamour. Una foto de Vasco Szinetar en el que una travesti juega con una alcantarilla a ser la Marilyn de la película de Billy Wilder, es un emblema de la performance travesti de ese momento. Las que podían evitar la prostitución terminaban en casas de espectáculos; por suerte, en São Paulo y en Río había muchas. En esos clubes o teatros cantaban y podían imitar a los ídolos de ese momento, como Liza Minnelli o Marlene Dietrich.


De la serie Las libertadoras (VASCO SZINETAR)

El co-curador de la exposición As metamorfoses. Madalena Schwartz, travestis e transformistas na São Paulo dos anos 70, que permanecerá abierta en el IMS hasta el 13 de junio de este año, cuenta cómo llegaron a las fotografías del venezolano Vasco Szinetar:

“Con la pandemia se hizo muy difícil encontrar fotos de los distintos países. Tenían que ser entre 1970 y no pasar de mediados de los ochenta. Toda la búsqueda se hizo por intermedio de amigos, por e-mail y por las redes. Con Samuel conocíamos las fotos de Vasco de las celebrities y admirábamos su obra, pero no teníamos ni idea de que tenía una serie Las libertadoras, que eran fotos de travestis en la avenida Libertador, en Caracas. Samuel está haciendo con Nydia Gutiérrez una reconstrucción de la Ópera Travesti de la Venezuela de los años setenta con unos videos que se encontraron (al parecer no hay registro fotográfico)”.

Y prosigue: “Un día mi amigo Juan Cristóbal Castro me dijo que Ricardo Jiménez sabía que Vasco tenía esa serie de fotos y, ¡voilá!, aparecieron Las libertadoras. Las fotos de Szinetar nos sorprendieron por dos cosas: primero, porque pese a estar hechas en la calle y con la policía amenazante husmeando por los alrededores y relacionadas con la prostitución, transmiten una gran energía, un entusiasmo único. A las travestis les gusta ser fotografiadas. En segundo lugar, nos llamó la atención cómo trabaja con la ciudad como si fuera un estudio y utiliza la superficie de cerámicas ceresitas de los edificios (un signo de la modernidad) como fondo para la performance trans, que es una afirmación y un cuestionamiento de esa modernidad”.

La Marilyn de Vasco
Vasco Szinetar (Caracas, 1948) confiesa que el trabajo de Madalena Schwartz ha sido un descubrimiento para él. “Lamentablemente, en América Latina padecemos del fenómeno de la incomunicación. Pero al leer sobre ella, me pareció un personaje maravilloso”, dice el fotógrafo, reconocido por sus series Frente al espejo y Cheek-to-Cheek.

Sobre Las libertadoras asegura Szinetar que la hizo a partir de la curiosidad. “En los años 80, Sabana Grande era la zona donde se reunía toda la bohemia venezolana. Una vez andaba por ahí, con el bolso de la cámara colgando de mi hombro y entré en relación con los transformistas, de una manera muy alegre, muy respetuosa”.

De la serie Las libertadoras (VASCO SZINETAR)

-Las libertadoras es un trabajo que rescata también la feminidad y la alegría de estos personajes; las fotos están soportadas sobre la alegría. Hay una imagen muy significativa en este trabajo porque se trata de una performance que hace una de ellas y que es una suerte de homenaje a Marilyn Monroe. Da la casualidad que cerca de donde estábamos había una alcantarilla de la que salía aire, entonces la falda se le levantó y por mero azar reprodujo la emblemática escena de La comezón del séptimo año. Lo interesante de este trabajo, desde el punto de vista humano, es que es un proyecto sumamente respetuoso de esta comunidad, agrega el fotógrafo.

Del título de la serie dice Szinetar que como las fotos se hicieron en la avenida Libertador, “se me ocurrió que el nombre más adecuado era Las libertadoras, porque como en el país ha habido una exacerbación de los libertadores, quise jugar con la ironía y mostrar a estas muchachas como las grandes libertadoras. Hay un libro que se llama Las libertadoras, que está diseñado, pero no ha sido editado”, concluye el fotógrafo que, a pesar de la pandemia, sigue sumido en proyectos fotográficos y editoriales en los que sobresalen los temas de la familia y el viaje.

@juanchi62

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