AQUÍ LA ROSA, aquí la piedra, aquí capitán Argentina, aquí aplasté el clavo contra mi frente y demostré la mentira de los martillos, hallé un submarino en una lata de cerveza y me estrellé contra los acantilados de la nada, soy la hormiga que corría llevando un grano de arroz entre las rayas de las cebras, soy un ser definitivo en la mancha y en la caída, yo mismo soy la noria y el enjambre, el beso y el enemigo, el bosque que crece y el árbol que se quiebra, si no quiero abrir más libros es porque tengo miedo de que se escapen las carcajadas, tengo miedo de acabar sirviendo para algo y por eso escribo, me dijeron que la poesía era una golondrina capaz de poner un huevo en el chocolate de la luna, me dijeron que las letras pueden ser trabajadas por cualquier bruto, cualquier sandio puede hacer un cristal cortante si le das un alfabeto de 26 letras, cualquier bobo con tres gatos puede fusilar al amanecer a los césares y a los reyes tartesios si maneja la pluma con el mismo criterio que un kalashnikov borracho, basta conservar el rencor en un vasito de agua y pisar con el corazón descalzo, basta dejar el cuerpo en suspenso y concentrar la fuerza en el dedo índice. ¿Veis esta cicatriz? Me la hice de tanto frotar mi cerebro contra el pasado: yo siempre fui un cóndor idiota que no consigue remontar el vuelo en el calendario.
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