Leo este poema:
Soy la pared en el filo del agua… (Judy Grahn)
Soy la pared en el filo del agua
Soy la roca que se niega a ser golpeada
Soy la maricona en la materia, la otra
Soy la pared que se balancea femenina
Soy el dragón, soy la daga dañiña
Soy la machona y el machete
y fui muchas veces una abuela malvada
y seré muchas veces una hija malvada.
Y no puedo evitar caerme de culo ante la capacidad de enunciar la propia maldad, asumir una identidad "no buena", no bondadosa, sobre tod en los roles de hija y abuela. Se me vienen a la cabeza miles de imágenes que corroboran que yo sí soy y fui buena, que no tengo ninguna culpa, que, sobre todo como hija, he cargado castigos que no me merecía, que debo ser perdonada por alguna entidad superior porque "es tan buenita".
Invento una etiqueta nueva en esta bloga: "era rubia y sus ojos celestes" porque es la síntesis del mandato de ubicación y respuesta física a lo que se espera de una: la pulpera debía estar ahí, disponible, iluminando, siendo buena, cumpliendo con sus cualidades de nacimiento. (Si se la llevaron fue contra su voluntad o, en realidad, se murió: de buena, no más).
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