Ahora disfruto de coincidencia, sentidos y magias. Esta semana hice un taller sobre las 12 lunas y conocí a una joven tarotista de Muñiz de quien Magdalena me regaló una sesión. Ambos eventos me hicieron sentir centrada y desbordante. Y feliz con eso, y con menos culpa.
Ahora, por ejemplo, estoy sola en casa desde las cinco de la tarde y ando entre libro, guitarra, cuaderno, jardín y cocina como si revolviera un caldero en el que se cuece un menjunje cuyo principal ingrediente soy yo misma. Y me autorevuelvo. Salí al patio a cerrar la reja y pensé: ¿Entro el tender o no lo entro? Es verdad que estaba nubladete pero casi que lo dejo, pero lo entré. Detrás mío empezaron a caer las gotas de lluvia. Ahora ya pararon, como para darme la razón, mostrarme que sé leer el mundo pero que no es que va a llover simplemente sino que nos estamos comunicando. Je.
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