Me llega el momento sevillano, ahora, con la guitarra. Mi profe, copado del entusiasmo perfecto, me dice que vamos viendo las técnicas del flamenco (muy difíciles para mi mano derecha pero él dice que estamos muy bien de coordinación, que hay gente que babea y se tira al piso antes de que le salgan los marcajes que yo saco en una semana, o casi), las escalas de la armonía para improvisar y alguna letra para descansar de una cosa con la otra.
Me vengo a buscar letras de sevillanas a casa. Es increíble!!!! 200 sevillanas enganchadas!!! Es como la chacarera para que bailen todes!!!! Me encanta. Tengo en la oreja las sevillanas de la vida, A la puerta de Toledo y Viva Triana. Me enamoro de Historia de una amapola y anota diez o doce más.
Ayer en clase empezamos con A la puerta de Toledo. Me deslumbra la letra machirula y tanguera, con algo de picardía (si no llevaba libros ni rosario cómo rezaba) y de tragedia final. La oreja se me acostumbra a las cuatro coplas. Siento dónde hay que girar y dónde van los pasos que tanto me cuesta bailar. Me deslumbran las historias de cada letra, me encantan las gargantas abiertas, practico eso de sacar la voz que nunca me sale, recuerdo (recurerdo, evoco lo conocido e imagino más) los lugares donde estuve: el puente de Triana, la Carbonería. Y todo es maravilloso:
"Si me enamoro algún día me desenamoraré, para tener la alegría de enamorarme otra vez".
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