La invasión de las mujeres invisibles
Arrate Hidalgo
En vista de la celebración de la Eurocon el pasado noviembre en Barcelona, la proliferación de traducciones al inglés de varias antologías del especulativo autóctono y la fundación de nuevos sellos centrados en la ciencia ficción en castellano (editoriales Insólita y Cerbero, revista Windumanoth), podría decirse que la ciencia ficción española está pasando por un modesto boomeditorial. ¿Qué hay de las mujeres? Entablamos conversación con las autoras Nieves Delgado e Iria Parente y con las fundadoras del sitio web La Nave Invisible para enterarnos.
Las conversaciones sobre la falta de diversidad en la literatura de género están comenzando a cristalizar en los medios
Las mujeres arrasaron el pasado agosto en los Premios Hugo de la WorldCon, final boss de las congregaciones dedicadas al género fantástico y de ciencia ficción y la cual este verano celebró su 75ª entrega en Helsinki. En una WorldCon que ha manejado cifras récord de asistencia en Europa, la reconocida autora barbadense Karen Lord (El mejor de los mundos posibles [RBA, 2013]) ofició una ceremonia en la que los nombres de mujer dominaron todas las categorías literarias y gran parte del resto, contando catorce de un total de dieciocho. Ahí no queda la cosa: la autora N.K. Jemisin se llevó por segundo año consecutivo el galardón a mejor novela con The Obelisk Gate, habiendo sido el año pasado la primera persona negra en lograrlo en esta categoría con La quinta estación, traducida por David Tejera para el sello NOVA.
Tanto el bombazo de Jemisin como el resultado general de estos premios —que se deciden por votación popular previo desembolso de varias decenas de dólares— suponen este año, además, un sonoro y colectivo «que os den» a los Sad y Rabid Puppies, las agrupaciones de autores y editores de ultraderecha que durante estos últimos años se han dedicado a su sabotaje por medio de campañas de voto masivo a una lista fija de obras de su gusto. En 2015 llegaron a acaparar la atención del mainstream al copar casi todas las categorías principales, lo cual terminó con la mayoría de la gente prefiriendo votar a favor de dejarlas desiertas. La lógica detrás de esta manipulación de los resultados, técnicamente legal, está en su creencia de que en el ámbito de la ciencia ficción actual se valora la corrección política sobre lo visceral y lo heroico.
Puede parecer superfluo el que centrásemos la mirada en el último salseo de la WorldCon, mientras en las calles de Charlottesvile, en Estados Unidos, los nazis marchbaan y atropellbaan con impunidad a vecinos y antifa por igual. Pero lo cierto es que ambos sucesos tienen su raíz en esa Alt-Right que ha proliferado en plataformas como Reddit y 4chan tras memes de la rana Pepe, y que es responsable del fiasco de los Rabid Puppies en los Premios Hugo, pasando por el fiasco de Gamergate, y a la que el acceso al poder del último presidente de EEUU ha envalentonado lo bastante para tomar las calles antorcha tiki en mano.
Ciencia ficción periférica
Se da la casualidad de que todo esto está teniendo lugar al mismo tiempo que, en España, las conversaciones sobre la falta de diversidad en la literatura de género comienzan a cristalizar en los medios. Hace un par de meses, la autora Nieves Delgado reabría debate con su artículo La segunda división de la literatura en la página web de Editorial Cerbero, en el que daba un repaso a las diversas iniciativas que están dedicándose a la visibilización de las mujeres en el género. Quizá el ejemplo más sonado sea la serie de antologías Alucinadas (Palabaristas, 2014), que ya va por su cuarta convocatoria y cuyo primer volumen marcó un antes y un después en la historia de la ciencia ficción de habla hispana en femenino.
Editada por Cristina Jurado y Leticia Lara, la colección incluyó relatos de autoras argentinas y españolas, entre cuyos nombres encontramos a las responsables de diversos proyectos editoriales de alcance internacional: la argentina Laura Ponce con editorial Ayarmanot y la revista PROXIMA; Layla Martínez, al cargo de Antipersona, y Marian Womack, al timón de Libros Nevsky y miembro de Samovar, una revista de creación reciente a modo de tentáculo de la reconocida publicación digital Strange Horizons, que tiene como objetivo promover la traducción al inglés del especulativo mundial.
Delgado ganó el premio Ignotus en 2015 con el relato Casas rojas, en el que se vale de los tropos de la inteligencia artificial para analizar las relaciones entre agencia y trabajo sexual. Más recientemente, en su novela corta 36 (Cerbero, 2017), ha explorado la identidad de género por medio de vías similares. Delgado también menciona en su artículo la inauguración del I Premio Ripley de relato corto para mujeres —que un jurado internacional, entre quienes se contaba Daína Chaviano, máxima representante del fantástico cubano, otorgó a Miriam Jiménez Iriarte—, así como Fantástikas, el ineludible blog de referencia de la autora de ciencia ficción queer y ecofeminista Lola Robles.
El éxito continuado de las antologías Alucinadas provocó que, el pasado julio, Cristina Macía —co-creadora de Palabaristas, traductora de la saga Canción de Hielo y Fuego y figura esencial del circuito de cons españolas— proclamase la creación de una nueva convocatoria paralela, por nombre Aterradas, harto descriptivo. Y no libre de críticas: la usuaria de Twitter @frauwaz llamó recientemente la atención sobre las connotaciones de títulos como Alucinadas y Aterradas frente a, por ejemplo, “alucinantes” o “aterradoras”. Porque, como indica, «no es lo mismo»: es justo la diferencia que hay entre el sujeto agente y el sujeto paciente. Una reflexión necesaria frente al bombardeo al que está sujeta la agencia femenina dentro y fuera de las obras de ficción.
Lola Robles: «esta presencia femenina se encuentra en los márgenes de una literatura que no ha dejado de ser marginal»
Eruditas del tema como Robles señalan la presencia de mujeres en la ci-fi española como un fenómeno ya antiguo; sin embargo, situadas en la periferia de una tradición predominantemente anglosajona, hay que reconocer (como indica Robles en su artículo del nº 4 de la revista SuperSonic) que esta presencia femenina «se encuentra en los márgenes de una literatura que no ha dejado de ser marginal» en este país. Doble marginalidad la de las escritoras especulativas, de la que Nieves Delgado se hace eco y que achaca en parte al anquilosamiento de los gustos del lector medio, acostumbrado a la mirada masculina e hipersexualizante que nos ha dado «seres exóticos, civilizaciones asexuales, sociedades en las que el humano se aparea con el extraterrestre», pero también una ristra de «pechos voluptuosos» y «culos prietos» a modo de personajes femeninos. El único camino para Delgado es deconstruirse «para dejar atrás ese escenario en el que, sistemáticamente, todo lo que hacemos es menos valorado que lo que hacen los hombres, porque se nos publica menos, se nos reseña menos, se nos premia menos». Pero se autoeditan más, a lo que Delgado añade: «que cada uno saque sus propias conclusiones».
Fantasía en los márgenes: juvenil, queer y erótica
No ayuda la situación catastrófica de las ventas en el mercado editorial nacional, a lo cual se puede añadir también la ilusión óptica que hace que escritoras de fantástico juvenil desaparezcan de la conversación, como indica Iria G. Parente, co-autora junto a Selene M. Pascual de varias novelas y sagas de éxito (Rojo y oro, Sueños de piedra) y activista de la causa LGTBQ+. Cita el caso de Laura Gallego frente al de Elia Barceló, ambas prolíficas autoras de género. Mientras que esta última se ha labrado el título de “gran dama” de la ciencia ficción española y, por qué no decirlo, Mujer Oficial de toda antología que se precie, Parente expone que las novelas de Laura Gallego, pese a pertenecer al género e incluso ser lectura obligatoria en los institutos, no suelen citarse como obras influyentes precisamente por encontrar su hábitat en las estanterías de infantil y juvenil. «J. K. Rowling se partiría de la risa», apunta.
Por ello resulta cuando menos desafortunado que Gallego, autora de sagas tan icónicas como Memorias de Idhún, haya caído en la trampa ideológica de considerar la inclusión de personajes LGBTQ+ como una decisión en riesgo de resultar panfletaria, según recogió Eudald Esplugapara PlayGround el pasado mayo. Una decisión que Parente y Pascual toman con total naturalidad en sus historias y a la que el público, joven y adulto, está reaccionando entusiasmado, a juzgar por las aglomeraciones de fans entregados —y entregadas, sobre todo— que atrajo el dúo a su paso por el Celsius, el festival de ciencia ficción a pie de calle que viene celebrándose en Avilés cada julio desde hace siete años. Parente reconoce haber tenido suerte al no encontrarse con demasiados obstáculos a lo largo de una carrera que ya suma casi diez años en colaboración ininterrumpida con Selene Pascual, pero es consciente de que no es siempre el caso entre autores abiertamente no heterosexuales (particularmente si pretenden escribir protagonistas que sí lo son, advierte la escritora).
Tampoco son, ni mucho menos, las únicas autoras de género del panorama nacional que están haciendo de la representación no heteronormativa no solo activismo, sino también disfrute. La serie Horizonte rojo, una space opera de la autora Rocío Vega, ya acumula cuatro volúmenes de mano de la editorial Café con Leche, proporcionando disparos futuristas, erotismo queer y mujeres pateando culos a un público joven, informado y exigente que se vale de Twitter para crear comunidad y redes de apoyo, de un alcance impensable hace una década, que incluyen a las mismas autoras como participantes. Iria Parente reconoce el inmenso valor de las redes sociales en su desarrollo como activista y en la creación de una comunidad que pueda hacer frente a los ecos más rancios de la ciencia ficción patria: «Veo a mujeres muy motivadas, con ganas de escribir buenas historias y de dar un golpe en la mesa para desmontar todo esto. Se están tratando conversaciones sobre representación, género y sexualidad muy importantes casi a diario, y esas conversaciones las están liderando sobre todo mujeres».
Las mujeres que no se ven
De entre las conversaciones más interesantes que han empezado a tomar forma en estos últimos tiempos —como el blog Adopta una autora y el grupo abierto de Goodreads #LeoAutorasFantásticas—, la liderada por La Nave Invisible destaca por su pasión y exhaustividad. Este sitio web, relatan dos de sus integrantes, Laura Huelin y Laura S. Maquilón, surgió a raíz de un comentario de una editorial que afirmaba que era más difícil vender libros de escritoras, pese a que ellos tuvieran paridad en su catálogo, ya que otras editoriales «preferían no arriesgarse». En el ámbito más pragmático —económico— del mercado editorial, Iria Parente aventuraba que las cifras dependen totalmente de las ventas y no del género (al contrario que en otros ámbitos laborales, como sabemos), partiendo siempre de que se consiga firmar un contrato. La clave está en quiénes se están haciendo con los contratos, y de cómo y cuánto se esfuerzan las editoriales por promocionar las obras.
Iria Parente: «Se están tratando conversaciones sobre representación, género y sexualidad muy importantes casi a diario, y las están liderando sobre todo mujeres»
Así las cosas, Anna Roldós echó a rodar la idea inicial con el hashtag #ProyectoEscritoras, el germen de un blog que ha terminado convirtiéndose en un portal de referencia para quienes buscan pruebas, en forma de fichas biográficas, reseñas y artículos, que desmientan la inexistencia de mujeres en el género especulativo. En términos de idioma y país, La Nave Invisible intenta que no todas las autoras extranjeras que figuran sean anglosajonas, aunque reconocen que es más difícil de lo que parece. «Hemos descubierto que a pesar de compartir idioma no es tan fácil el intercambio literario entre Sudamérica y España, sobre todo porque las editoriales pequeñas, que son las que más arriesgan en materia de autoras, no tienen distribución allí, y viceversa». Ponen como ejemplo el libro de relatos de Mariana Enriquez, Los peligros de fumar en la cama, recién publicado en España pese a haber visto la luz en Argentina en 2009.
La página, que acaba de cumplir un año de andadura y ya ha recibido su primera nominación a los Premios Ignotus, tiene una opción de mecenazgo y un podcast recién estrenados. Sus integrantes, como escritoras, lectoras y fans, sienten un cambio positivo en sus hábitos lectores y la fuerza que inspira darse cuenta “de que no estamos tan solas”. Sororidad en ristre, La Nave Invisible logró improvisar una excelente mesa redonda sobre autoras y terror en el festival Celsius de este año; no cuesta imaginar que el año que viene habrá más y mejor. La congregación de Avilés fue escenario y prueba de que la ola de reivindicación de figuras femeninas en la ciencia ficción está en alza: la editorial Cerbero, por ejemplo, en su apenas medio año de trayectoria, está publicando a nombres como Sofía Rhei, Conchi Regueiro y Alicia Pérez Gil con la intención declarada de dar la vuelta a las cifras. El tiempo dirá si, como esperan desde La Nave Invisible, la ola pasará de tratarse de un estado temporal a ser uno permanente. Cosas más raras se han visto.
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