Emma, nacida en Ohio en 1887, había llevado una vida difícil. Se casó con un granjero que resultó ser violento, y durante años soportó abusos físicos y emocionales. Finalmente, encontró la manera de escapar y construir una vida lejos de aquel sufrimiento. Quizás esa experiencia la hizo fuerte, quizás la impulsó a buscar algo más allá de lo común.
En 1955, con nada más que unas zapatillas Keds, una bolsa de mezclilla hecha en casa y un espíritu inquebrantable, decidió recorrer el Sendero de los Apalaches, un camino de 3,470 km que atraviesa montañas, bosques y terrenos salvajes desde Georgia hasta Maine. Se convirtió en la primera mujer en completar el sendero sola y en una sola temporada.
Gatewood no llevaba equipo sofisticado ni mapas detallados. Dependía de su intuición, de los alimentos que encontraba en la naturaleza y de la amabilidad de extraños. Su travesía no solo desafió los estándares de lo que se esperaba de una mujer de su edad, sino que también atrajo la atención de los medios.
Pero Emma no se detuvo ahí. En 1960 volvió a recorrer el sendero completo y, en 1963, lo hizo nuevamente por partes. Con cada paso, inspiraba a más personas a aventurarse en la naturaleza, promoviendo el senderismo como una forma de fortaleza y libertad.
Su historia se convirtió en un símbolo de perseverancia. No solo demostró que la edad no es un límite, sino que dejó un legado que sigue vivo entre excursionistas y amantes de la aventura. Hoy en día, el Sendero de los Apalaches sigue llevando su huella, y la "Abuela Gatewood" es recordada como una pionera que desafió las expectativas y caminó hacia la historia con determinación y coraje.
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