LITERATURA
Jordi Soler: "La gran revolución de la modernidad son las mujeres"
El escritor mexicano reflexiona en 'La orilla celeste del agua' (Siruela) sobre el amor, la música, la naturaleza, los sueños y los misterios del "engranaje cósmico" en la era de las pantallas
Somos el único animal que tiene prisa. Quizá para contrarrestar que somos el animal que más tarda en crecer. "¿Es de verdad tan urgente eso que tenemos que hacer?", se pregunta en La orilla celeste del agua (Siruela) Jordi Soler, para quien la prisa no sólo es algo "irracional" y "descortés", sino un inconveniente que desdibuja el mundo a nuestro alrededor. Sobre las grandes distracciones del siglo XXI y cómo "nos perdemos el mundo por no atenderlo" va el último libro de ensayos del escritor y poeta mexicano. Cuatro piezas breves sobre "la realidad que está fuera de los mapas" donde Soler conecta ideas, confesiones y reflexiones: desde la defensa del jardín de Epicuro o las teorías de André Breton sobre cómo se disuelve uno en la persona amada a cómo ha cambiado la experiencia de escuchar música desde que ésta es portátil. Píldoras de Goethe, Marco Aurelio, Platón, Byung-Chul Han y Escohotado para descifrar los misterios del "engranaje cósmico".
Se oyen pájaros de fondo. Soler contesta al teléfono desde un pequeño pueblo del Empordà donde, explica, apenas notó el confinamiento porque siguió haciendo "lo que hago todos los días, que es vivir encerrado en mi gabinete en las horas productivas del día". Allí escribió estos textos que surgen de una inquietud que ya atravesaba su libro anterior, El mapa secreto del bosque. "Todas las distracciones del siglo XXI provienen de la pantalla, que nos escatima una parte importante de la realidad", afirma. El libro está lleno de personas, algunas muy célebres, que sabían mirar el mundo con atención y se daban cuenta de lo que sucedía a su alrededor. Soler aspira a ser una de ellas. "Me fascina el que camina por la calle con los cascos puestos. Yo no sería capaz, por miedo a partirme la cabeza. Creo además que los que hacen ambas cosas a la vez no atienden ni a una ni a la otra", opina.
Una de las reflexiones que rescata Soler y que ya pronosticó Salvador Pániker en los 80 es "la irrupción de la ecología ligada a la feminización de nuestra especie". La idea de que el viejo esquema darwiniano de la supervivencia del más apto ha sido sustituido por otro más ecológico en el que la supervivencia sólo será posible con más cooperación. Pániker opinaba que el mundo organizado en clave masculina (donde la actividad está por encima de la contemplación, la rivalidad por encima de la cooperación y el hemisferio cerebral izquierdo por encima del derecho) estaba destinado al fracaso, y lo cierto es que el desastre ecológico y la pandemia parecen haberle dado la razón. Soler sostiene además que todo tiene su origen en la Biblia, "escrita por lo machos de la época". "Dios, el gran macho, es el que induce a los hombres a controlar al naturaleza. Hemos crecido así y es una idea que por mala que sea, se ha conservado durante cientos de años, hasta que nos hemos dado cuenta de que era una torpeza", reflexiona. "Lo que queda ahora es ralentizar el desastre", añade.
"La gran revolución de la modernidad es la de las mujeres", propone el escritor. "Cuando la mujer empiece a tomar de verdad un rol activo en la maquinaria económica, social y laboral del mundo, afectará de manera positiva a todas las partes de nuestra existencia. Igual que Pániker, creo que su luz es la que nos puede sacar de este enredo de una forma decente".
En todos los textos reunidos en La orilla celeste del agua sobrevuela la idea de que nuestros antepasados eran mucho más inteligentes que nosotros. "Eso lo pienso porque los leo con mucha frecuencia", explica el autor de La fiesta del oso. "Encuentro en ellos una potencia de pensamiento que no veo por ningún lado hoy. Ellos lo descubrieron todo. Se necesitaba estar muy concentrado para parir todos esos pensamientos. Con concentrado me refiero a dedicar años a pensar en los cuatro elementos de la naturaleza. Ahora ya no se puede; hagas lo que hagas, suena el teléfono y todo se fue a volar".
La teoría de Ernst Jünger sobre los sueños como un gran banco compartido del cual nos nutrimos todos es otro de los temas estrella. "Me parece muy interesante porque pasamos la tercera parte del día ahí, en ese territorio onírico", explica Soler, que de vez en cuando pregunta a los suyos '¿qué has soñado?' en vez del clásico '¿cómo estás?'. "Me parece que es una forma de entrar en contacto con la otra persona bastante más íntima. Puedes conocer a una persona por lo que te cuenta en la vigilia tanto como por lo que te cuenta que ha soñado. Pero aquí ya estoy metiéndome en el pantano freudiano", bromea.
Soler es un crítico feroz de las distracciones modernas pero, ¿qué pasa con la mayor y más antigua de las distracciones, el enamoramiento? Para explicar lo imposible que es rebelarse contra él, rescata el idilio entre Martin Heidegger y su por entonces alumna Hannah Arendt, una aventura fugaz a la que el pensador alemán trató, en vano, de resistirse. "El enamoramiento es un misterio que nos han tratado de desvelar neurofilósofos y científicos. Pero por más que nos lo explican, acabamos entendiéndolo más por novelistas y poetas. La historia de Heidegger y Arendt me encanta porque es la evidencia que por inteligente que se sea y por célebre que sea esa inteligencia, siempre acabamos todos tropezándonos en el mismo sitio", concluye.
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