Paula Irupé Salmoiraghi. Para el Taller Madres de las tinieblas
MADRES SALVAJES
Todos sentimos el anhelo de lo salvaje. Y este anhelo tiene muy pocos antídotos culturalmente aceptados. Nos han enseñado a avergonzarnos de este deseo. Nos hemos dejado el cabello largo y con él ocultamos nuestros sentimientos. Pero la sombra de la Mujer Salvaje acecha todavía a nuestra espalda de día y de noche. Dondequiera que estemos, la sombra que trota detrás de nosotros tiene sin duda cuatro patas.
DOCTORA CLARISSA PINKOLA ESTÉS Cheyenne, Wyoming
Acabo de ver la peli La huesera. Me encantó el planteo del conflicto, les personajes, el tema de la maternidad como sensación de monstruosidad y como deber autoimpuesto. Me encantaron las imágenes y los sonidos: los huesos rotos, los miedos tan comunes, tan físicos, tan vistos y oídos por todes nosotres en la vida cotidiana, en la literatura y en el cine que hacen que el hecho de que la prota esté embarazada y estemos tematizando la maternidad pase a un plan paralelo donde aparece al mismo nivel que el ser padre, el ser familia, el deseo por un cuerpo varón o mujer, el propio cuerpo y el ajeno, la “hijidad” vínculo que nunca entiendo por qué no tiene nombre, la medicina occidental y las tradiciones ancestrales, el mundo espiritual, el de los sueños, las infancias como pesadilla.
Lo único que no me gustó fue el título. Porque la referencia a la leyenda mexicana está equivocado, porque esas mujeres medio arañas, medio niña poseída en El exorcista o la de los pelos largos que sale del pozo de La llamada, no tienen nada que ver con la simbología de La huesera, la Loba, el arquetipo de mujer salvaje que aparece en los relatos tradicionales y es retomada por Clarisa Pínkola Estés en su libro.
Pínkola Estés, psicoanalista que trabaja con narraciones tradicionales, sostiene, igual que Bruno Bethelheim lo hizo respecto de la psiquis infantil, que los cuentos que han atravesado los tiempos y las lenguas, de generación en generación hasta llegar a nosotres, mil veces repetides y modificades, contienen una sabiduría humana que las narraciones modernas, hijas de la represión judeocristiana y de los formateos patriarcales y capitalistas, no tienen e incluso contradicen. Cito:
Los cuentos son una medicina. Me sentí fascinada por ellos desde que escuché el primero. Tienen un poder extraordinario; no exigen que hagamos, seamos o pongamos en práctica algo: basta con que escuchemos. Los cuentos contienen los remedios para reparar o recuperar cualquier pulsión perdida. Los cuentos engendran emociones, tristeza, preguntas, anhelos y comprensiones que hacen aflorar espontáneamente a la superficie el arquetipo, en este caso, la Mujer Salvaje. Los cuentos están repletos de instrucciones que nos guían en medio de las complejidades de la vida. Los cuentos nos permiten comprender la necesidad de recobrar un arquetipo sumergido y los medios para hacerlo. Los cuentos de las páginas siguientes son, de entre los centenares que he estudiado y con los que he trabajado a lo largo de varias décadas, los que, a mi juicio, más claramente expresan la riqueza del arquetipo de la Mujer Salvaje. (Pínkola Estés, 1998; 21)
En esta peli parece que La huesera fuera alguien malo que te rompe los huesos, hasta cerca de la leyenda, alguien que junta huesos para darle vida a cosas malignas, alguien que viene a robarte tus hijes o tus propios huesos. Nada que ver. La huesera es La mujer salvaje, la que es capaz de dar vida fuera de una relación patriarcal que se llame matrimonio, familia, normalidad o lo que sea. Me molesta en la peli la oposición entre “vida” en libertad (amor erótico con la amiga, música, rebeldía, creación con herramientas propias y arte) y el ser madre (miedo, aburrimiento, rutina, modelos desastrosos, sacrificio, pérdida de todo deseo íntimo, alejamiento del erotismo, culpa, obligación).
Dice Clarisa Pínkola Estés en Mujeres que corren con los lobos:
Así pues, en español yo la llamo Río bajo el Río; La Mujer Grande; Luz del Abismo; La Loba o La Huesera. En húngaro se llama Ö, Erdöben, Ella la de los Bosques, y Rozsomák, el Tejón Hembra. En navajo es Na’ashjé’ii Asdzáá, La Mujer Araña que teje el destino de los seres humanos y los animales, las plantas y las rocas. En Guatemala, entre otros muchos nombres, es Humana de Niebla, el Ser de la Niebla, la mujer que siempre ha existido. En japonés es Amaterasu Omikami, La Divinidad que trae toda luz y toda conciencia. En el Tíbet se llama Dakini, la fuerza danzante que otorga clarividencia a las mujeres. Y la lista de nombres sigue. Ella sigue. La comprensión de la naturaleza de esta Mujer Salvaje no es una religión sino una práctica. Es una psicología en su sentido más auténtico: psukhèlpsych, alma; ology o logos, conocimiento del alma. Sin ella, las mujeres carecen de oídos para entender el habla del alma o percibir el sonido de sus propios ritmos internos. Sin ella, una oscura mano cierra los ojos interiores de las mujeres y buena parte de sus jornadas transcurre en un tedio semiparalizador o en vanas quimeras. Sin ella, las mujeres pierden la seguridad de su equilibrio espiritual. Sin ella, olvidan por qué razón están aquí, se agarran cuando sería mejor que se soltaran. Sin ella, toman demasiado o demasiado poco o nada en absoluto. Sin ella se quedan mudas cuando, en realidad, están ardiendo. Ella es la reguladora, el corazón espiritual, idéntico al corazón humano que regula el cuerpo físico. (1998; 16)
La Huesera, también llamada La trapera y La loba, junta huesos y todo lo que corre peligro de perderse, personas extraviadas, recuerdos, cantos, lenguas, historias. Por eso está mal que la pongan en una película de terror asustándonos. La huesera es la que guía y la que cuida. Por eso me gustó que se la identifique en la peli con la prota misma (lástima que parece que por eso fuera mala madre). Por eso me gustó la escena de las tres viejas sabias que cantan y sahuman y huelen y entienden lo que le pasa a la joven madre. Porque una de las principales cosas que el patriarcado ha destruido es la trasmisión matrilineal, el paso del conocimiento entre mujeres y nos ha separado en dos tipos de personas opuestas e irreconciliables.
El final de la peli podría hacernos decir que esta personaje es una representación de “mala madre” porque se va con su amiga amante de mochilera y deja a la bebé con el padre. Yo digo que las malas madres son su propia madre y su hermana, los malas madres son el padre, el médico, el marido que no entienden nada y la quieren poner a cumplir una función vacía, sin deseo. Digo que no sabemos si se fue una día, dos días o dos años, no sabemos si volverá a ver a su hija al otro día o nunca, sí sabemos que se decidió a seguir su deseo y dejó a su bebé en seguridad y confort y tener una madre entera y feliz es lo único que un hije se merece, esté donde esté esa que le parió, sea o no quien le cuida.
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