jueves, 1 de agosto de 2024

Hoy me comprometo

 

 
Desde el muro de Mario Fidel Tolaba, este relato maravilloso.






Como cada año, la noche anterior a la primera hora del mes de la Madre Tierra, mi querida abuela comienza a sacar de la piecita del fondo las ollas de barro tiznadas de
negro. Las golpea con los nudillos de sus dedos avejentados, para escuchar el sonido de cada una y sabe perfectamente en el estado en que se encuentra, por sí alguna ya está rota o a punto de romperse. Creo que esas ollas eran de la abuela de la abuela. Es tradición usar las mismas ollas por generaciones para cocinar en esta época especial. Dice que el sabor de la comida es diferente, no solo el sabor, sino también el color de los alimentos.
En ellas hace hervir las mazorcas de maíz secadas de la cosecha anterior y revientan las tijtinchas amarillas, moradas, negras y blancas, se abren como flores pequeñas en
primavera. En otra olla las cuatro carnes para acompañar, en la más pequeña coloca las habas secas para el mote de habas y la última olla para las papas, zanahoria, batatas,
zapallo y el repollo.
Con suma tranquilidad traslada las ramas secas del árbol podado, troncos de churqui y leña tola. Enciende el fueguero cantando una copla,
“Pachamama santa tierra
no me lleves todavía,
mira que soy jovencita
y tengo que dejar semilla”.
La esperanza se le dibuja en el rostro, su aliento eterno cobija la brillantez del fuego, mientras la luz de las estrellas y la sabia luna guían la noche y acompañan su
trabajo parsimonioso.
No hay que renegar en el mes de agosto, te puede llevar la tierra -dice - hay que pasar agosto…
Se sienta en el tronco de madera a contemplar el fuego, que no se apague, el humo asciende hacia el cielo, ella oberva atentamente y en silencio profundo lee la curación
de los cuerpos y espíritus, la luz que purifica y sana las heridas, lee.
Su mirada se tiñe de nostalgia y de aliento eterno, escucha la voz de sus hijos y el silbido de los vientos, habla con el agua, con el fuego y con la tierra.
Balbucea como un canto tenue: “Querida Pachita amiga, escucha mi promesa de borrar los pasos equivocados que he dado, los malos pensamientos que he deseado y actitudes desleales con los demás. Me comprometo en cuidar mis hermanos los
animales y proteger los campos, hoy me comprometo a dar alimento al pobre y a quién estira la mano”
Con una ramita atiza el fuego, toda la noche, hasta la madrugada… Para convidar a la Pachita y compartir nuestra comida …

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Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...