No es super genial ni crea adicción. Cada capítulo es una misión que empieza y termina así que la historia marco es la única que se mantiene en toda la saga mientras entran y salen los Napoleones, Lopes de Vega, Gracía Lorca, Velazquez, y mi preferido de ayer, creo que el 3 de la segunda temporada: Cervantes. Las reconstrucciones de esos pasados a los que los agentes del ministerios deben ir para que la historia NO cambie son lindos, inteligentes, con detalles costumbristas interesantes y toquen de humor típico en la comparación de épocas. La idea de no cambiar el pasado parece rara en este tipo de historias que normalmente buscan lo contrario, ¿sería casi una utopía? La cuestión se narra desde lo burocrático parodiado en español español y ridiculizando con ternura lo nacional e institucionalizado de estos pasillos con puertas que conducen a todas las épocas.
Ayer casi muero de amor cuando los protas (la primera mujer que fue a la universidad en el 1700 y un soldado de Flandes del 1500) llevan a don Miguel de Cervantes al siglo XXI a ver sus monumentos y las vidrieras de las librerías para convencerlo de que no se suicide porque sus comedias no pueden representarse y de que reescriba el manuscrito del Quijote que acaba de venderle a unos mercenarios ingleses.
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