De "Monólogos de la vagina", Eve Ensler.
A tierra.
A basura mojada.
A Dios.
A agua.
A una mañana resplandeciente.
A profundidad.
A jengibre dulce.
A sudor.
Depende.
A almizcle.
A mí.
No huele a nada, según me han dicho.
A piña.
A esencia de cáliz.
A Paloma Picasso.
A carne con olor a tierra y a almizcle.
A canela y clavo.
A rosas.
A bosque de jazmín, almizcle y especias, un bosque muy profundo.
A musgo húmedo.
A caramelos buenísimos.
Al Pacífico sur.
A una mezcla entre pescado y lilas.
A melocotones.
A bosque.
A fruta madura.
A té de fresa y kiwi.
A pescado.
Al cielo.
A vinagre y agua.
A licor dulce y suave.
A queso.
A mar.
A sexy.
A una esponja.
Al principio.
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