Ella me contaba cómo inventaba excusas para sacarse de encima a tipos geniales de los que se aburría luego de dos, tres, hasta cuatro años de relación amorosa perfecta e inobjetable. Yo le decía que era una pena, que no entendía tanto amor desperdiciado, que se apiadara de mí que siempre fui abandonada.
Juntas justificábamos todas las conductas de les que abandonan, juntas lo entendíamos todo.
Hasta que un día, no me pregunten cómo ni si superamos sus records de permanencia, fueron para mí sus "No estoy para hablar con nadie", "No puedo llevar una comunicación cotidiana con nadie", "Llego a casa y te llamo" (y no), "Perdoname, estoy infumable".
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