Me lo repito a mí misma para evitar caer en el lacrimógeno lugar común de la despreciada que mira a otres disfrutar de sus amores y amistades. Les he visto de cerca. Tengo de eso. No es eso lo que quiero. El nivel de intimidad que extraño no está en las fotos sonrientes del face. Mucha gente me quiere de esa manera y yo quiero a mucha gente de ese modo. Pero no es eso. Lo otro es otra cosa.
Creo que ya a los 17 años lo sabía y, vieja testacuadra, todavía no me convenzo. Creo que escribí allá lejos y hace tiempo algo como "Tristeza de no tener lo que sé que no existe".
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