Y ya pasó: la fecha y la fiesta. Y en inicio de mis trámites jubilatorios y el año escolar duplicado en relación a cantidad de cursos del 2017. Sigo inestable, pero sin brotes de urticaria a la vista. Me siento agradecida con toda la gente que me rodea y casi ni pienso en la maldad ajena y los desamores que he sabido merecer. Me siento orgullosa de mí y de mis hijes y eso aliviana enormemente el miedo al futuro: porque el futuro ya llevó, porque estamos sentadas en el cascarón roto del futuro y vemos todos los embriones crecer o diluirse en otros cuerpos imaginados o capaces de sorprendernos porque jamás los hubiéramos previsto y mucho menos, amasado.
Acá estamos.
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