martes, 21 de julio de 2020

Julia Santibañez: Buscada


Episodio 139: Reseñas - Leámoslas - Eternidad de paso y zozobra en los sensuales versos de Eros una vez-y otra vez- de Julia Santibáñez
07/19/2020 | Hablemos Escritoras - Liliana Valenzuela
Compartimos con ustedes nuestra reseña sobre el libro Eros una vez -y otra vez- (Textofilia / UANL, 2019) de la escritora mexicana Julia Santibánez (5 ene 1967). Ganador del Premio Internacional de Poesía Mario Benedetti, contiene poemas íntimos, juguetones, sensuales, violentos. Otras de sus obras son: Sonetos y son quince (Parentalia Ediciones, 2018), Versos de a pie (Editorial OfiPress, 2017), Ser azar (Editorial Abismos, 2016) y Rabia de vida (Editorial Resistencia, 2015). La reseña es a cargo de la poeta, traductora, y colaboradora de Hablemos Escritoras Podcast, Liliana Valenzuela, autora de Codex of Love: Bendita ternura (FlowerSong Books, 2020).
Escúchenla en las plataformas más conocidas para podcast y lean la reseña en nuestra página web. www.hablemosescritoras.com Somos #HEP #CuradoresLiterarios.
Y vértigo. Quiero que él huela mi cabello
Nada más difícil que decir algo nuevo sobre Eros, y nada más fácil cuando se está enamorada, aunque eso no es de ninguna manera garantía de ello. El magnífico poemario de Julia Santibáñez Eros una vez -y otra vez- recibió después de su publicación en 2017 el Premio Internacional de Poesía Mario Benedetti, lo cual le viene como anillo al dedo. Al igual que el poeta uruguayo le cantó al amor en los años setentas y ochentas, y cuyos poemas muchos de nosotros interiorizamos, Santibáñez ofrece ahora para las nuevas generaciones unos poemas muy pulidos, que a la vez son enteramente accesibles. 

Nacida en la Ciudad de México en 1967, Julia Santibáñez Escobar ha tenido una exitosa carrera en la literatura y en los medios de comunicación. Algunos de sus libros de poesía son Sonetos y son quince (Parentalia Ediciones, 2018), Versos de a pie (Editorial OfiPress, 2017), Ser azar (Editorial Abismos, 2016) y Rabia de vida (Editorial Resistencia, 2015). En los medios, ha sido conductora de los programas de televisión cultural Netáforas (Canal 22) y Vindictas (TVUNAM), así como colaboradora del suplemento sabatino El Cultural, del periódico mexicano La Razón. 

El libro se divide en un poemario más cuantioso llamado Eros una vez y otra sección agregada posteriormente llamada -y otra vez-. El primero es más íntimo, compuesto de muchos poemas mínimos, donde la interlocutora reflexiona sobre su sexualidad desde sus atisbos cuando niña, a las complejas danzas que luego realiza con una pareja, pasando por la sensualidad, el humor, la paradoja, los juegos de palabras, el claroscuro, la religión e incluso el sarcasmo y la ironía. La segunda sección abre un poco más el panorama, pero siempre centrándose en Eros -esa fuerza generadora del amor, la pasión y el deseo físico- y los poemas son un poco más extensos. La poeta realiza giros sorprendentes en todos ellos, a veces a partir de la carga emotiva de una sola palabra, como en el poema “Amén”, donde en la promesa matrimonial ella cambia “fiel” por “hiel”: “prometo serte hiel/hasta que la muerte nos separe”. 

Como lo hiciera la poeta mexicana Pita Amor en su época, nombrando su deseo y su pasión, así también Santibáñez es dueña de su deseo y un personaje activo en la seducción, como en el poema “Hoja de diario”: “Miércoles/Miles de pájaros./Y vértigo./Quiero que él huela mi cabello”. Y en “Gula”, la poeta espera a que el amado acceda a sus ardores y ese día: “me tensaría en el campo/como un arco bien dispuesto./Y en la tarde pediría otro./Uno más”. 

El poema “Escena del crimen” abre el libro con una imagen perturbadora e inquietante. La pasión desbocada como un crimen y los amantes como víctimas o infractores: “Quien llegara ahora mismo/vería los cuerpos, el forcejeo/pero no el puñal./Quedó muy dentro”. La poeta describe el desenfreno, que podría llegar a ser un crimen de pasión, pero en esta ocasión es solo llegar al borde del abismo. 

Santibáñez explora su despertar sexual en “Humores”, donde un perro le husmea la entrepierna y en “Primer pudor”, en que una niña trata de pasar desapercibida tras chorrear la sopa de fideos en su regazo, dos imágenes de lo que se percibe instintivamente en la infancia, pero para lo cual todavía no tenemos palabras. 

Reflexiona también sobre ese despertar sexual en “Recreo”, desde el patio de un colegio de monjas donde, a pesar de las restricciones, las niñas exploran nuevas sensaciones: “De vuelta al aula/listón suelto/nada ha cambiado/pero la nueva lengua les llena la boca/a borbotones”. Este poema me trajo a la mente la película australiana Pícnic en Hanging Rock, dirigida por Peter Weir, donde unas niñas de un colegio victoriano ascienden por una formación rocosa y van perdiendo la rigidez según suben, con un final aún más misterioso que el del poema. 

El poema “Catecismo” es un aforismo contundente: “Los dos/Los dios”. No hace falta nada más, una sola letra transforma el significado, nos lleva de lo terrenal a lo divino y de vuelta a lo terrenal. En el cuerpo y en la conjunción de los cuerpos también se encuentra Dios. Y esto describe el resto del poemario. 

Un par de poemas equiparan el acto amoroso a la comida y a la bebida de manera lúdica y deliciosa. En “Sommelear”, el beso es un vino añejo, una celebración de aniversario en que el amor ha reposado y aún así sigue saboreándose: “tinto de beso reposado de antojo/en su punto de oscuro”. Y en “Delicatessen”, el amante es un platillo fino que degustar plato a plato: “espalda tártara/costillar en reducción de sangría/y maridaje de Malbec”. El nombre del o la amante también es un bocadillo digno de saborearse y masticarse, como en el original poema “Golosina”: “De golpe muerdes sus letras:/la jalea/de mi nombre transparente/se disuelve/ya es saliva golosina/de puro algarabiada”. 

Ese sentido del humor también es aparente en otros poemas, como en “La gustación”, donde las palabras juegan y dan machincuepas de tanto gozo: “Busco asuntarme contigo y me ipsofacto al saber que/vienes, pero luego me turulato, me indeciso, me timorato”. El lenguaje también es objeto lúdico en el poema “En portugués”, donde la poeta reflexiona jocosamente sobre las declinaciones del verbo falar. 

Pero no hay amor sin desamor, lo cual se refleja en varios poemas como “Foto de pareja”, donde detrás de una fachada impecable se esconden temores, e irónicamente: “Nuestra foto de pareja/adornará la sala/como prueba de que sí/sabemos odiarnos cordialmente”. También puede ser una batalla constante, como en el poema “Guerra fría”, donde estamos en un estado de vigilia constante: “Me duermo acariciando el botón rojo”, dice la protagonista al final del poema. En “Zozobra”, el amante es un náufrago que se orienta al ser amado, hacia el que también nada el mismo mar. 

Los amantes pueden incluso descender a la locura, como en el “Cuadro a la Von Trier”, en el cual la poeta hace alusión al humor del cineasta danés y su visión poco romántica: “Dos idiotas huyen a ciegas/por un túnel hondo/y resbaloso”. El amor puede también devenir en la violencia, como en “Para lamerte después”, poema que termina en una coma y no en un punto final, quizá de forma deliberada: “y las ganas que me escuecen de morderte/hasta que brote sangre,”. Mientras que en el poema “Video hardcore”, la poeta le da un final sorpresivo al relato de lo que pareciera ser una escena trillada de una película porno. 
Como la cortina percudida de un motel en “Eternidad de paso”, el deseo es vergüenza y trascendencia: “y el mundo es un rato lo que debería/y nosotros también/que no compramos el truco de la vida tras la muerte”. Por un rato, los amantes son inmortales. Así como el amor es ir a la deriva, donde solo el presente importa, como en el poema final “Más allá”: “¿Y si me llevas a ninguna parte/a esa que asoma en la esquina del mundo?”. 

Santibáñez escribe estos poemas con la frescura y el deleite de quien se siente bien en su propia piel. Las lectoras y los lectores podrán reconocerse por instantes y trazarse un mapa a seguir en las posibilidades del amor. 
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Julia Santibáñez · Poesía · 64pp  · Seix Barral
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