sábado, 15 de diciembre de 2018

Mirá cómo nos ponemos


Micaela Fernández Darriba con ganas de que se caiga ya.
Él no sabe que es un violador. No entiende lo que le están diciendo. Él piensa que todas somos objetos colocados a su alcance y plena disposición. Él toma el objeto que quiere y necesita cuando le da la gana. Siempre fue así desde que el tío "copado" lo llevó a un prostíbulo. Ese mismo tío que le decía: "la mina está ahí porque quiere. Ella gana plata y disfruta. Juancito, practicá y ensayá para demostrarle a todas, a todas las que puedas, sin dejar a ninguna afuera, lo que vale un hombre como vos". "Ay, pibe, qué importa si la mina es linda o es fea. Acá te traigo a cumplir con una necesidad que solo entienden los hombres de verdad".
Y él siguió así. A la primera que encontró la miró a los ojos y le dijo: "mirá como me ponés". Y ahí nomás le enseñó su bien más preciado, lo que lo define como un auténtico varón. Lo que transforma en un animal en celo. Alguien que sólo se expresa rugiendo, desgarrando ropas, con un apetito voraz.
¿Acaso eso no es lo que le enseñó el porno?
Él, tampoco, piensa si ella puede ser o no su hija. En primer lugar porque un buen macho solo sabe traer machos al mundo y espera que esos machos terminen siendo como él. "Hijo e tigre" piensa mientras les enseña y les indica el mismo recorrido que le enseñaron a él.
¿Y si hubiera tenida hijas? Si hubieran sido hembras las hubiera tomado como a otras hembras. ¿Y si lloraban y le dijeran que no?
Eso es imposible porque él es Juan. ¿Quién le va a decir que no? Él sabe que cuando le dicen no en realidad le están diciendo que sí. Así le enseñaron a ser y así le enseñaron a vivir.
"No es verdad lo que se dijo, por Dios! Es una locura, nunca sucedió eso". Él no violó, jamás abusó, ni acosó, ni violentó, ni compró un cuerpo. Él solamente tomó lo que siempre le dijeron que era suyo.
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Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...