Ayer, en la librería de Bella Vista, luego de la presentación de mi profe de canto, me voy a chusmear con mi amigo librero, también poeta y nos agarra el tic del qué barbaridá nunca me pongo a escribir lo mío. Él se acuerda de que yo le dije que estaba escribiendo cuentos góticos. Yo no me acuerdo. Le digo que puede ser, que qué bueno que alguien se acuerda de las boludeces que digo de mí misma. Le retribuyo la atención diciéndole sobre qué trata una de mis tres novelas en curso: la del diccionario. Le gusta la idea y me dice que me tengo que poner y que conoce una novela muy extraña que tiene una onda semejante. Me trae "Leñador" de Mike Wilson. No tengo ni idea de autor ni texto. Me dice que él la ubicó por la editorial: "fiordo". Me la compro (junto con la novela nueva de la Sweblin).
La empiezo a leer en el auto, en la puerta de la Herrería mientras espero que empiece la función de Trabajadoras de la cultura. Es genial. Me entusiasmo. Pienso que es la patada que necesitaba yo para ponerme a.
Sé que no hacía falta. Pero sí. La sigo hoy mientras les pibes hacen evaluación escrita. Es genial. Une lo que llevo años tratando de unir: explicaciones académicas con emoción lírica, cuerpos vegetales y voz narrativa, tema irrelevante con despliegue de afectos conmovedores. Una maravilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario