No sé por qué mi sueño de anoche me huele a ciencia-ficción o a desvío queer. Quizás sólo sea mi inconciente menopáusico aflorando naturalmente.
Soñé que yo tenía a una bebé. La había tenido en mi panza pero no sé cómo fue concebida ni parida, si era fecundación artificial o yo había alquilado el vientre o qué. (Era blanca, aviso, y no se parecía a mi hija). Pero yo estaba sentada en un cine al aire libre o un anfiteatro y de repente me acordaba que no sabía dónde la había dejado. Buscada a una pareja de vecinos (que no me caen muy bien) unas filas más atrás y la mujer me mostraba unos papeles que eran como el DNI de la nena mientras otra mujer le estaba dando la teta. Yo pensaba que yo era muy mala madre porque no sabía si iba a poder volver a acostumbrarme a estar pendiente de una bebé que tiene que comer, dormir, cagar, todo el tiempo dependiendo de mí. Alzaba a la bebé y ella tenía muchos dientitos y medios torcidos o en doble hilera y era hermosa y me sonreía. Las otras dos mujeres decían que se notaba que yo era la madre porque era la primera vez que se reía.
Nada más. Parece que soy el maternómetro del barrio.
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