jueves, 15 de septiembre de 2011
Calvo por Pron
Javier Calvo mirando las nuevas olas
Por Patricio Pron
Un tiempo atrás, el escritor español Javier Calvo (Barcelona, 1973) fue asociado a la estrategia de intervención colectiva alrededor del libro de Agustín Fernández Mallo Nocilla Dream (Candaya, 2006) para la que la crítica, ejercida mayoritariamente por sus propios miembros, creó las denominaciones de "generación Nocilla", "afterpop" o "mutantes". Su vinculación con ella provenía principalmente del hecho de que sus libros daban cuenta de la influencia de la literatura estadounidense reciente, de la que Calvo es traductor, pero también por su recurrencia a la fragmentación, al uso de la cita apócrifa y la reescritura, el recurso a la intertextualidad, la apropiación de técnicas cinematográficas y el interés no sólo argumental por cinematografías como las de Jean Eustache, John Cassavetes y el free cinema y la cultura pop. Su recurrencia en libros como Risas enlatadas (Mondadori, 2001), El dios reflectante (Mondadori 2003) y Los ríos perdidos de Londres (Mondadori, 2005) parece haber sido suficiente para que algunos olvidaran que estos tres libros de Javier Calvo son anteriores (y uno de ellos lo es en cinco años) al libro de Agustín Fernández Mallo que dio origen al grupo al que Javier Calvo supuestamente pertenecería. Aunque el propio Calvo dio su versión del asunto (aquí), sorprende la persistencia de una opinión sobre su trabajo que no tiene demasiado que ver con la realidad de libros como Mundo maravilloso (Mondadori, 2007) y Corona de flores (Mondadori, 2010) cuyas influencias más visibles provienen de la novela gótica y la narrativa del siglo XIX.
A ese siglo, que tal vez fuera mejor que éste, regresa Calvo en su última novela. Corona de flores narra la búsqueda que inician el inspector Semproni De Paula y su ayudante Blai Boamorte del asesino de la Esperanza, un criminal que ultima y trocea a sus víctimas en una Barcelona gótica y nocturna; cuando la presión política por que estos crímenes sean resueltos es ya asfixiante y la policía sigue sin tener pistas claras, Semproni De Paula recurre al doctor Menelaus Roca ("El trasgo"), al que saca de la cárcel con la finalidad de que lo ayude en la investigación: Roca ha asesinado involuntariamente a una mujer siete años atrás mientras probaba "la Pseudorquídea", un aparato destinado a probar la aparición en el momento de la muerte de lo que Roca llama "la Araña Basal", una especie de manifestación física del alma.
Aunque los crímenes son resueltos finalmente, Corona de flores puede ser leída de otras formas que la habitual en la novela policíaca. En primer lugar, como una novela acerca de la Barcelona del siglo XIX, con sus violentos conflictos sociales, la vecindad física de la indigencia más miserable y el lujo más sofisticado y los cambios urbanísticos que en ese período echaron abajo una ciudad y levantaron otra en su sitio, como si alguien superpusiera dos mapas. En segundo lugar, puede ser leída a la manera de una novela de personajes: Liberata, la criada de Menelaus Roca, y el propio Roca, al borde de la legalidad y fotofóbico, son algunos de los más logrados, pero también lo está el escritor e imprentero Aniol Almarrosa, autor del popular folletín La ciudad secreta, trasunto y parodia del escritor simbolista y romántico de la época que perdía el juicio en nombre del arte. En tercer lugar, la novela puede ser leída como la exploración de un período histórico en el que aún no se había institucionalizado el repertorio de las disciplinas científicas, y corrientes como el magnetismo y la frenología, que el doctor Menelaus Roca practica, competían con otros saberes por la distribución de los objetos de estudio; su equiparación simbólica en la sociedad de su época establecía un enfrentamiento en el que lo que estaba en disputa era dónde se establecía el límite entre la ficción y la realidad, entre la ciencia y la superstición y entre aquello que podía ser estudiado y aquello que debía existir como fabulación o como mito, de allí que la resolución de la novela, en la que adquiere particular importancia la necesidad de establecer un texto sagrado en torno al cual levantar una religión que se oponga al progreso, sea de una inteligencia argumental desusada en la novela de género, a la que Corona de flores sólo pertenece de manera superficial.
Al igual que en Mundo maravilloso, pero yendo mucho más allá que en aquella novela, aquí Calvo devuelve a la literatura su autonomía en relación a otras formas narrativas. Aunque está dotada de una visualidad que la acerca al relato cinematográfico, la novela no pretende pasar por un filme, lo que queda de manifiesto en el trabajo con el lenguaje que el autor realiza en el libro. Calvo tampoco recurre aquí a las justificaciones de la obra, ya sea en la obra misma o en intervenciones públicas, que caracteriza a buena parte de la literatura de sus contemporáneos. En un momento en que algunos escritores españoles pretenden declarar caduco el pasado, Javier Calvo (que practicó ese mismo gesto cinco años antes de que esos escritores descubrieran el futuro, que para Calvo ya es una cosa del pasado) regresa a ese pasado, y su gesto dice mucho más acerca de su pertenencia a cualquier grupo o colectivo que un manifiesto. Corona de flores es una prueba de que Javier Calvo mira las nuevas olas pero ya es parte del mar.
Tomado de http://www.elboomeran.com/blog-post/539/8934/patricio-pron/javier-calvo-mirando-las-nuevas-olas/
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que sonríe cómplice de amor...
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