Un ejemplo de resiliencia, emancipación y búsqueda de libertad

Con este libro cierro mi colaboración con Bookish. Una colaboración llena de altibajos. Con más decepciones que alegrías, me despido de una oportunidad maravillosa que me ha brindado este blog. Ha sido interesante conocer esta iniciativa. Animo a todas aquellas personas que les guste leer que se suscriban a esta idea. A mi no me ha terminado de gustar, pero creo que responde a la “obligación” de leer en tiempo libros que quizás ahora no me apetecían. Voy aprendiendo en esto de las colaboraciones. No rehúyo de ellas, me gustan, pero hay que saber marcar los tiempos; y en este caso, el carácter mensual de los envíos me ha agobiado, y si se lee por obligación y con prisas difícilmente va a salir algo bueno.

Este último Bookish me ha brindado la oportunidad de acercarme a Corazón que ríe, corazón que llora, un libro que de otra forma no me hubiera leído, aunque la portada sea preciosa (viva Impedimenta). Es la autobiografía de Maryse Condé una mujer negra antillana que creció en una familia con cierto nivel económico, pero con un estigma social bastante marcado. A través de pequeños relatos sobre su infancia, Condé profundiza en algunos hitos que le marcaron como el primer amor, el descubrimiento de su propia negritud (“mamá, ¿por qué los negros se merecen que les peguen?”), su propia feminidad o su toma de conciencia política. Acompañamos a la joven Maryse en su camino hacia la edad adulta y su metamorfosis de niña protegida a mujer libre que mide sus alas, sedienta de altura, horizontes y piedras con las que tropezar por sí misma. Quizás la relación con su madre sea de lo más destacable del libro; una relación inestable pero que termina con una imagen muy potente llena de ternura. Como señala la traductora en el Prólogo, estamos ante una “mujer – junco, mujeres a las que ningún huracán quiebra” y ese es el leitmotiv de toda la novela, la forma en la que Condé afronta las penurias y los cambios.

No es un mal libro. Es entretenido. Se lee bien. Es ameno. Sin embargo los hay mejores en su especie. Sin ir muy lejos, creo que nadie ha descrito la vida vista por una niña negra como lo hizo Maya Angelou en Ya sé por qué canta el pájaro enjaulado, ni nadie ha tenido una mirada más entrañable de la niñez desde la pobreza como Vasconcelos en Mi planta de naranja lima. Son los primeros libros que se me vienen a la cabeza sobre este tema, pero seguro que hay más. Corazón que ríe, corazón que llora viene a ensanchar la lista, pero no se quedará entre sus referentes. Al menos en mi caso.

Leedlo si te gustan las historias contadas por niños y niñas, si la lucha racial te conmueve, si la migración y los derechos sociales son asuntos importantes para ti. Quizás sea un libro que haya que leer para concienciar, para visibilizar, para educar.

¡Nos vemos en la próxima reseña!