Escritoras con el cuchillo entre los dientes: el fin de la invisibilidad en la cultura
Hace poco más de una semana, escritoras y editoras señalaron en las redes sociales su descontento por el “ninguneo” que sufrieron en la convocatoria a la Feria del Libro. En el discurso inaugural de Claudia Piñeiro, aseguró que existe una invisibilización. Acá, en esta nota, opinan Matilde Sánchez, Selva Almada, Gabriela Cabezón Cámara y Fernanda García Lao
¿Qué significa hablar de literatura femenina? En principio, uno podría pensar en el tema: una historia que narre el universo de lo específicamente femenino y que, comercialmente, esté apuntado a las mujeres como público predilecto. A su modo, tal cosa existe. Sin embargo, de lo que en realidad se trata —y es aquí cuando aparece la operación ideológica— por lo general ese concepto apunta al género de quien escribe. Pero, ¿acaso ese es un dato que resulte relevante? Y de ser así, ¿a cuento de qué?
"Hace unos días —dice Selva Almada en diálogo con Infobae Cultura— algunas escritoras circulamos en las redes nuestro fastidio porque en la Feria para hablar de literatura argentina llaman a pocas escritoras, cuando no a ninguna (hay mesas completamente conformadas por varones). Llama mucho la atención sobre todo porque lo más interesante que pasa en la literatura argentina de la última década lo escribimos las mujeres. Es extraño que nos inviten a hablar de literatura en ferias del libro de otros países, porque nos conocen, nos leen, nos traducen y que aquí pasemos desapercibidas. Y que cuando nos convocan sea para hablar de feminismo y literatura, como una moda, una curiosidad, o un cúmulo de buenas intenciones. O nos armen mesas sólo de mujeres en algo que se parece al Vagón Rosa que propuso Graciela Ocaña hace un par de años: que hablemos entre nosotras como si no pudiéramos discutir y hablar de literatura con los varones. Y sí, nos fastidia a muchas de nosotras".
Quizás no haga falta decir que las últimas dos Ferias del Libro fueron inauguradas por mujeres, que la mitad de los argentinos seleccionados para el último el Bogotá 39 sean mujeres, que el libro ganador del Premio Clarín Novela 2018 haya sido escrito por una mujer. Quizás todo eso no haga falta porque ya lo sabemos. Alcanzará también con recordar dos nombres: Ariana Harwicz y Samanta Schweblin, nominadas al prestigioso Man Booker 2018 y 2017, respectivamente.
Es en esta dirección que desde el colectivo Nosotras Proponemos Literatura (Asamblea Permanente de Trabajadoras Feministas del Campo Cultural, Literario e Intelectual), cuyas organizadoras aseguran que en el mundo los libros más vendidos son escritos por mujeres y también son las mujeres las mayores compradoras de libros. Y como respuesta a esto, redactaron un documento de 10 puntos que sigue sumando firmas, en el que exigen "representación igualitaria en todas las formas del trabajo cultural, literario e intelectual" y "visibilización del trabajo realizado por mujeres y la desarticulación de los tratos desiguales, tanto en el plano simbólico como en la distribución de recursos e ingresos económicos".
No se trata de un hecho aislado lo que ocurre en Argentina. En España el movimiento Las mujeres del libro paramos denunció la brecha salarial y la discriminación. Hay varios elementos más: Ni una menos, Time's Up y la actual campaña a favor del aborto seguro, legal y gratuito que reclama por un derecho que, al ser negado, se vuelve violencia de género.
Minutos antes de que empiece el discurso inaugural de Claudia Piñeiroen la 44° Feria del Libro —que recogió el guante de una cuestión que lleva su tiempo: "la discriminación e invisibilización de mujeres en el campo literario"—, la escritora y periodista Matilde Sánchez habló con Infobae Cultura.
"Yo creo que en este momento —asegura la autora de El Dock y El desperdicio— el acceso de la mujer a la edición es inédito y desde hace muchos años ya. Pero ojo, no publisher, no son las CEO, no están al frente de Random o de Planeta, son las editoras, las que tienen el trabajo técnico. Entonces lo que ocurrió es que dio un vuelco el acceso pero están subrepresentadas en el canon. En la UBA tenés una cantidad de estudiosos y críticos que estudian obras de mujeres, yo reedité la obra de Silvina Ocampo cuando estaba fuera de imprenta, a fines de los años ochenta. Ni Bioy ni Borges hablaban de Silvina. Tenés la gente que estudia la obra pero no tenés el cruce, que es lo que da la paridad. No tenés escritores varones hablando de la obra de mujeres. Y eso me parece algo disparatado en Argentina, el país de Victoria Ocampo, no estamos hablando de un país musulmán. ¿Lo viste a Juan Forninaugurando el FILBA? Con la Biblioteca del Sur él publicó un montón de mujeres, pero en el discurso mencionó solo varones y… ¿Marilyn Monroe? Eso es muy importante porque es un reflejo representativo de la paridad y envalentona mucho a las autoras. Las escritoras mujeres nos hemos construido a partir de una biblioteca de varones".
Como editora -está a la cabeza de la revista Ñ-, que desde el año 2000 Matilde Sánchez escribe el porcentaje que ocupan las mujeres en determinados ámbitos "porque creo que es un elemento útil imaginar que siempre tiene que haber una proporción importante, sino la mitad, de mujeres. Eso se llama discriminación positiva. Así como algunos dicen que eso favorece a que entren mujeres en la función pública sólo por el hecho de ser mujeres que son mediocres, eso también te hace ver cuántos mediocres no mujeres entran por inercia de la amistad, de la camarilla, del partido, etcétera. A la vez revela, de manera muy patente, el techo de cristal".
Una semana atrás la escritora Patricia Kolesnicov abrió la polémica en el mar azul de Facebook sobre por qué hay "tantas mesas de literatura en que no se invita a ninguna mujer": una pregunta que se viene masticando desde hace rato. Al respecto, Fernanda García Lao, que escribió una quincena de libros entre cuento, teatro, poesía y novela —la última se llama Nación Vacuna—, asegura que "la literatura escrita por mujeres no refiere sólo a lo femenino. Es idiota pensarlo. Flaubert dijo 'Madame Bovary soy yo', y nadie pensó que fuera una aseveración literal. Cada libro trabaja determinados universos de sentido que van más allá del género del autor. Y por otro lado, la categoría de género es un asunto en revisión. El binarismo es darwinista, es decir, un modo de atribuir cualidades específicas por género. No pienso genitalmente las tramas. O sí, pero atendiendo al objeto en construcción, no a mis atributos físicos".
Gabriela Cabezón Cámara es otra de las grandes escritoras argentinas del último tiempo. Su postura, que desde hace rato le viene dando vueltas al asunto, es esta: "Tenemos una oportunidad histórica de leernos de una manera nueva. Esto han percibido también en la Feria, por eso es la segunda vez consecutiva que presenta una mujer. Y una que está dando batalla, Claudia Piñeiro. Falta afinar, en casi todas partes, un poco más la percepción para que las ediciones de los eventos culturales den cuenta del momento que estamos viviendo en cuanto a cantidad y calidad de producción. Darse cuenta (darnos cuenta fuerte) de que la literatura no es 'femenina', ni 'feminista', ni 'queer', aunque quien la escriba sea todo eso y lo milite y aunque se la pueda leer en esos o en otros términos. Es literatura y listo. Y entonces ha dejado de ser sensato proponernos reiteradamente (es raro que falte una mesa con la temática en ferias y festivales literarios) a las autoras a hablar de 'literatura femenina' o categorías semejantes. Porque si no es como afirmar que la literatura a secas, la universal, la que no lleva etiquetas, es masculina y heterosexual".
Volviendo al Feria del Libro, García Lao señala que "hay unas cinco mesas donde la pregunta que las convoca es si hay o no visibilización de las escritoras en el canon. Programar ese asunto es un modo de decir que no la hay. A nadie se le ocurriría convocar a una mesa para preguntarse si hay un boom de escritores pelados, ¿no? Es decir, nos convocan para hablar de y entre nosotras. El colmo ha sido ver una convocatoria para reflexionar sobre el cuento, ese género argentino, aclaran, donde no hay una sola mujer. Cuando es sabido que, en los últimos años, grandes cuentistas se han ganado un lugar en nuestra literatura y no precisamente por ser mujeres, sino por potencia y originalidad. La segregación es un hecho. Va siendo hora de ponernos a discutir de igual a igual".
"Imaginemos la situación inversa —propone Cabezón Cámara, en diálogo con Infobae Cultura—: el mundo es de las mujeres y en los eventos culturales casi todas las mesas son de autoras con una presencia bastante menor de autores. Pero les dejamos algunos espacios para que hablen de "literatura masculina". Sería un espanto, ¿verdad? Las transformaciones culturales son, muchas veces, muy veloces. Y un día abrimos los ojos. Y vemos lo que vemos y ya no podemos dejar de verlo, no podemos negarlo. Por eso algunas reacciones son un poco virulentas, por eso hay gente que todavía no se dio cuenta del todo de la novedad y que se siente agredida por quienes sí la vemos y la señalamos. La literatura es central en la cultura argentina. Celebro que sea acá donde se esté dando, con avances y retrocesos y a veces con rispideces fuertes, el movimiento tectónico que implica hacerse cargo de la presencia de las mujeres con la fuerza que tiene hoy la literatura escrita por autoras, que podría caracterizarse, a grandes rasgos, como osada. Y, en un porcentaje extraordinario, excelente".
Lo que somos es gracias al lenguaje. La realidad existe a partir de que la podemos nombrar. ¿Pero quién nombra qué? Ahí está, en el signo, como decía Valentin Voloshinov, la arena de la lucha ideológica. En la literatura sucede lo mismo. "Las mujeres escribimos desde que estamos alfabetizadas (y probablemente antes de eso también inventamos buena parte de la literatura oral): no somos una rareza ni la cuota de corrección política de nadie", le dice a Selva Almada a Infobae Cultura, dispuesta a dar la batalla.
Batalla que ya empezó hace rato porque el mundo, así lo vemos, está girando de una manera distinta. ¿Si se respiran aires de cambio? Esa palabra, a Fernanda García Lao no le resulta especialmente simpática "desde que fue incorporada a la política como slogan de un partido conservador", explica; y sin embargo agrega: "Sí creo que la hipocresía se ha debilitado en el último tiempo por un hecho simple: las mujeres nos cansamos y las redes dejan en evidencia, desnudan comportamientos que antes pasaban inadvertidos. O que eran obviados por los grandes medios".
"Soy una convencida de que el canon va a ceder", asevera, optimista, Matilde Sánchez, porque "el canon cambia, siempre cambia, siempre está incorporando a algunos y dejando a otros. Así como la presión de los lectores y algunos críticos llevó a leer a Osvaldo Lamborghini, se va a contemplar e incluir a autoras como tiempo atrás se incluyó a Silvina Ocampo. Es importante que esto se mueva al nivel de las escuelas, que es fundamental".
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