jueves, 1 de diciembre de 2022

Poetas dentro de poetas

 Gary Snyder, de Teresa Arijón



Rastro de conejos
rastro de ciervos ¿qué sabemos?
¿Qué sabemos en la noche helada
bajo los pinos,
recitando el poema de Leopardi
con memoria vaga, viendo
las estrellas limpísimas que acaso
anuncian la aurora boreal?
Rastro de osos
rastro de linces ¿qué sabemos?
¿Qué sabemos cuando la nieve quieta cubre los vidrios
y sólo se oye el sonido del cielo, afuera, lejos?
Rastro de alces
rastro de nutrias ¿qué sabemos?
¿Qué sabemos a la mañana siguiente, en cuclillas,
contemplando el lago donde el zorro se mojó la cola
sólo para demostrarnos que hay cierta verdad
en las palabras?



Gary Snyder, mítico vagabundo iluminado

Una nueva antología del poeta Gary Snyder, último integrante vivo de la generación Beat, es un canto a Oriente y a la naturaleza.

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03/02/2022 19:11Actualizado al 03/02/2022 19:11

Asociado a menudo con el Renacimiento de San Francisco y la Generación Beat (participó de la emblemática lectura poética en la Six Gallery, y personificó a uno de los protagonistas de Los vagabundos del dharma de Kerouac), el mayor mérito de Gary Snyder fue erigir un puente entre la poesía moderna norteamericana y la cultura oriental.

Nacido en la ciudad de San Francisco en 1930, compartió con Allen Ginsberg y Jack Kerouac no sólo la amistad, sino también el objetivo de rescatar en su trabajo la vivacidad y la espontaneidad del habla coloquial. Sin embargo, y pese a estas semejanzas, uno de sus principales proyectos personales fue viajar al sudeste asiático.

Para ello, y tras finalizar sus estudios en la Universidad de Reed en Portland, se inscribió en el Departamento de Culturas y Lenguas Asiáticas de la Universidad de California en Berkeley, donde tomó clases de chino y Literatura Clásica China y donde comenzó a traducir al poeta tardío de la dinastía Tang, Han San.

En 1956, finalmente, obtuvo la beca del First Zen Institute of America y partió hacia Japón donde residiría durante casi doce años en las inmediaciones del Templo Daitoku-ji. A diferencia de muchos compañeros de su generación, que se quedaron en las grandes ciudades para enfrentar y denunciar al “Moloch” de la urbe (“tengo unos pocos amigos, pero están en las ciudades”), el salto de Snyder implicó una ruptura con la civilización occidental “judeo-capitalista-cristiana-marxista”.

Esta nueva selección de la poesía de Snyder, traducida ahora en nuestro país por Esteban Moore y Patricia Ogan Rivadavia, presenta un amplio recorrido por su trabajo, desde su primer título, Riprap and Cold Mountain Poems (1959), pasando por Turtle Island (1974) hasta Mountains and Rivers Without End (1996), entre otros.

La poesía de Snyder describe actos y hechos concretos. Al igual que la temática de la poesía de la dinastía Tang (período más alto y fructífero de la poesía china), su trabajo se nutre de la exaltación de la naturaleza, la descripción del paisaje, generalmente en función de determinados estados de ánimo del autor, de algún sentimiento o idea que quiere expresar: “En este mundo en llamas, turbio, mentiroso,/ bañado en sangre/ ese tranquilo encuentro en las montañas/ fresco y suave como los hocicos de/ tres alces, me ayuda a mantenerme cuerdo”.

La separación, la despedida y el distanciamiento de los seres cercanos (prácticas muy repetidas en la dinastía Tang, producto del estilo de vida libre y retirado de los grandes literatos), es otro de los rasgos que comparte con la escuela de Li Bai, Du Fu y Wang Wei: “No me molesta –vivir así / Cerros verdes –la extensa playa azul / Pero a veces –durmiendo a la intemperie/ Pienso en aquel tiempo –cuando te tenía”.

Todos estos poemas fluyen, además, a partir de los principales cimientos de la poesía moderna en lengua inglesa, y se adaptan al reclamo de Ezra Pound en tanto tratamiento directo y musical (no métrico), y de William Carlos Williams en tanto búsqueda de ritmo y habla propia de los Estados Unidos (Snyder hace un uso magistral de las pausas versales).

Desde 1969, vive en el paisaje agreste de la cuenca del río Yuba, al pie de la Sierra Nevada, en el estado de California. Además de sus aportes literarios, en las últimas décadas se ha convertido en un reconocido vocero de la defensa del medio ambiente y de las culturas conscientes de la preservación del hábitat natural.

La poesía, el budismo Zen, la práctica diaria del zazen, han sido para Snyder los puentes que han permitido el desarrollo de una nueva ética, una nueva estética y por tanto un nuevo estilo de vida: “El arroyo con sus sonidos es una larga lengua extendida./ La vaga imagen de la montaña en sombras un ancho cuerpo despierto./ Atravesando la noche canto tras canto./ ¿Cómo podré expresarme cuando amanezca?”.

Selección poética, Gary Snyder. Trad. Patricia Ogan Rivadavia y Esteban Moore. Alción Editora, 141 págs.

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Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...