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Lo que he aprendido de… La quinta estación, de N. K. Jemisin
Sinopsis
Esta historia comienza con Essun, una mujer que encuentra a su hijo asesinado y a su hija desaparecida, todo a manos de su marido. Poco después, una gran brecha separa la tierra de La Quietud, el único continente del planeta, de la que sale una ceniza que promete hambruna y destrucción.
Reseña
La quinta estación es el primer libro —de muchos, espero— que he leído de Jemisin. Al acabarlo, busqué información sobre la autora y descubrí que en sus libros la temática gira en torno a la intolerancia, algo que ha sufrido toda su vida. Porque de eso trata La quinta estación, del terror que despiertan en la población los orogenes, elementalistas de tierra capaces de aplacarla en un terremoto o encenderla hasta hacerla crecer o romperse. Porque La quietud es hostil hacia sus habitantes y tiembla y se abre cuando menos se lo esperan, y los orogenes son los únicos que pueden darles esa paz y estabilidad que necesitan. Sin embargo, en lugar de tratarlos como salvadores, los ven como demonios a los que temer y vigilar.
En este libro se intercalan tres historias y tres protagonistas: Essun, una mujer de mediana edad que intenta esconder a todos que es una orogen, y cuyo marido, que se ha llevado a su hija, ha matado a su hijo por tener el mismo poder que su madre. Damaya, una niña traicionada por su familia por sus habilidades con la tierra, enviada al Fulcro, una especie de orfanato/academia donde se les entrena y se les inculca la necesidad de obediencia y la amenaza de muerte si no lo hacen. Y, por último, Sienita, una orogen de quinto nivel que debe controlar una grieta en una zona costera junto a Alabastro, uno de los elementalistas más poderosos de La Quietud.
Si me preguntrais cuál es mi protagonista preferida no podría contestaros. Por edad, podría sentirme más identificada con Essun. Sin embargo, la autora consigue que todas las vivencias de sus protagonistas nos duelan como si fueran propias. Porque La quinta estación no es un libro bonito, aunque hay amor, amistad y superación. No, este primer libro de la trilogía es un dolor tras otro, demasiado bien transmitido.
La evolución es clara en Sienita y en Damaya: aún son jóvenes y les queda muchísimo que descubrir. Sin duda, Essun es la más estática, quizá por la edad, quizá porque creo que su evolución vendrá en las siguientes novelas. Y no os puedo contar más, aunque los que hayáis leído el libro ya sabréis que tiene sentido que quienes más evolucionen sean las primeras. Y hasta aquí puede leer escribir.
Una de las peculiaridades de esta novela es su prosa, que intercala la dura historia de sus protagonistas con fragmentos de creencias o folklore transmitido a través de inscripciones. Los relatos de Damaya y de Sienita están narrados en tercera omnisciente mientras que la de Essun está narrada en segunda del singular. Esto, para mí, es el gran acierto de esta novela, porque consigue transmitirnos ese “querer salir del cuerpo” de Essun, esa sensación de que intenta escapar de su realidad y mirar lo que le está pasando desde fuera. Intento explicarme: parece que ella misma se está contando lo que le pasa porque está superada, porque no puede soportar un palo más en su vida y la muerte de su hijo ha sido lo que necesitaba para que su mente desconectara de sus acciones. Soy incapaz de encontrar las palabras justas para explicar esa sensación así que ojalá lo leáis para que podáis entenderme.
En el fondo, esto es lo que eres: una criatura pequeña e insignificante. Estos son los cimientos de tu existencia. El Padre Tierra hace bien en despreciarte, pero no te avergüences. Puede que seas un monstruo, pero también eres maravillosa.Extracto de un capítulo de Essun, con esa prosa maravillosa en segunda persona.
En cuanto a la estructura, la novela está dividida por dos interludios que marcan la evolución de las historias. Me cuesta mucho hablar de ella sin destriparos toda la novela, la verdad. Sin embargo, cabe destacar que la estructura parece simple, con su nudo, desenlace, etc., hasta que llegas al segundo interludio y te das cuenta (bueno, los más avispados un poco antes) de que las historias de las protagonistas están más ligadas de lo que parecía a simple vista. La estructura, junto a la elección de los narradores, es otro de los grandes aciertos de la novela y una de las razones por las que deberías leerla. No digo más que, como siga, se me caerán los spoilers de la boca.
Por último, las tramas. Cada protagonista es una trama principal, y cada una de ellas tiene algunas subtramas sobre las relaciones de las protagonistas con el mundo y con otros personajes. No hay ninguna superflua ni puesta para relleno sino que todas transmiten a la perfección cuál es el papel de los orogenes en la sociedad y cómo lo viven.
Es un gran inicio de una trilogía que ya está publicada en su totalidad en inglés. Además, fue Premio Hugo de 2016, y no me extraña en absoluto. Como dice mi querida Leydhen (link), es una novela escrita a golpe de entraña. Y es cierto. Es dura y entrañable y cabrea pero motiva. Una mezcla de emociones que te hace acabar el libro con un suspiro largo, de esos que ayudan a despejar el alma.
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Qué he aprendido de ‘La quinta estación”
Lo que más me ha gustado y ojalá sea capaz de aplicar en mis libros es ese “mostrar y no contar” que todo escritor intenta. Jemisin nos expone una realidad y en ningún momento nos dice qué debemos pensar: deja que el lector haga sus juicios de valor. Nosotros percibimos a los orogenes como personas con unos dones extraordinarios y no como los monstruos que la sociedad ve en ellos. La forma en que traslada ese odio a lo diferente, esa crítica al racismo, nos la muestra a través de los comportamientos y dejándonos ver cómo se sienten los orogenes, las víctimas de toda esta historia.
Otro punto a tener en cuenta es el enfoque de la segunda persona del plural. Hasta ahora, había encontrado este narrador en cartas o, simplemente, en historias donde una persona le cuenta algo a otra. Sin embargo, en este libro es la propia Essun quien se lo cuenta a sí misma. Como si fueran dos personas en el mismo cuerpo: la narradora dentro de su cabeza, una Essun más fría, más objetiva quizá, más superviviente, y la que lo vive, una mujer que se mueve por inercia, que hace lo que puede para sobrevivir y encontrar a su hija pero que no quiere pensar, solo quiere actuar. Porque es lo único que puede hacer. La verdad, ya sabéis que soy un poco pava y que no me cuesta nada emocionarme con los libros, pero pensar en este narrador me pone un poco la piel de gallina. ¡Está tan bien conseguido! Es tan puro, tan directo, tan… especial. Tan lo que necesita la historia. Me gustaría imitarlo algún día aunque me parecería eso, una imitación.
Si estáis pensando en qué autoras leer este octubre, os recomiendo que probéis con La quinta estación. Os prometo que no os defraudará.
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