El integral de Tank Girl’
Nacida en el 88 de las manos y las mentes de los británicos Jamie Hewlett y Alan Martin, entre fanzines y música rock, Tank Girl es uno de los personajes más influyentes del cómic alternativo de los 90 (y sí, soy consciente que hablar de cómic alternativo en los 90 es casi una redundancia). Hoy reseñamos ‘El integral de Tank Girl’, la apuesta de Norma por recoger los orígenes del transgresor personaje.
Tank Girl, con su cabeza rapada y una cerveza en la mano, se convertiría pronto en un símbolo de lo soez, lo divertido, lo inesperado y lo alternativo. Esta chica ruda que conducía el tanque que le daba nombre y salía con un canguro, simbolizó un personaje de lucha. En el prólogo de esta edición integral, sus creadores aseguran que se volcaron en que Tank Girl no se afiliara a ninguna causa en concreto. Sin embargo, su figura sigue estando asociada con varios movimientos de protesta y con el riot grrrl.
En un futuro post-apocalíptico en Australia, Tank Girl vive en un tanque, junto con su novio, el canguro Booga. Entre sus amigos está el aborigen Stevie (un exnovio), sus amigas Jet Girl y Sub Girl (que viven en un avión y un submarino, respectivamente) y sus malhablados peluches y muñecos (como Camp Koala o el Señor Precoz). Las tramas (si a veces se les puede llamar así) que desarrollaron Hewlett y Martin iban desde lo aparentemente cotidiano (viajar a la campiña inglesa a visitar a los abuelos, conseguir cerveza para una fiesta) hasta lo más descabellado (matar a un montón de cazadores de recompensas, encontrar la Fuente de la Juventud o conseguir que el pacífico Booga se cuele entre los mejores boxeadores de Australia), a menudo sin prestar demasiada atención a la física, las consecuencias o olvidando la dirección de una historia a medio número. De tanto en tanto, en medio del caos aparente de conversaciones sobre genitales, cerveza y misiles usados como forma de ataque, encontramos retazos de normalidad, confesiones sorprendentemente melancólicas e incluso un episodio que hoy puede parecer manido (el personaje en un centro para pacientes mentales) pero que muestra un intento de definir la normalidad en una época en la que el cómic todavía se censuraba. En estas historias a menudo los creadores se insertan en la historia, hayuna crítica constante y muy aguda tanto de la creación como de la recepción del cómicy mucha experimentación a nivel de historia (parodias, homenajes, historias sin una dirección clara que se convertían en lúcidas reflexiones).
Leyendo estos números por primera vez, creo que quizás el potencial agresivo, provocador, macarra y punki de ‘Tank Girl’ como serie no ha envejecido del todo bien. Ya cuando fueron publicadas, las historias de Tank Girl estaban cargados de referencias culturales (musicales, políticas y particulares de las culturas británica y australiana) que se nos escapaban. Hay uncariño especial por la cultura popular, numerosísimas referencias musicales, un “consejo de moda” bajo los créditos a guionista y dibujante, una parodia de ‘Starsky y Hutch’, una portada del ‘Time Out’ y una historia narrada como si Jack Kerouac hubiera encontrado a Tank Girl en la carretera.
Sin embargo, si bien a nivel de trama la serie quizás decae en ocasiones y cuesta relacionarse con los personajes hasta casi las últimas historias, a nivel gráfico las historias de Tank Girl siguen siendo impresionantes. En este tomo se aprecia especialmente la evolución del arte de Jamie Hewlett, desde los diseños descarnados a color de los primeros números (de entintado cargado, cercano al estilo fanzinero) al estilo más caricaturesco que luego adoptaría para diseñar, entre otros, los personajes del grupo Gorillaz. Combina el blanco y negro con episodios a color, con fondos hechos en collage, homenajes constantes al arte del cine, las carátulas de discos y el merchandising de la época.
Norma ha publicado esta contundente edición de ‘El integral de Tank Girl’ con 352 páginas y tapa dura con sobrecubierta por un precio muy decente (34,95 €). La traducción está hecha por Ernest Riera, uno de los traductores de cómic alternativo más experimentados, puesto que ha trabajado con algunos de los grandes títulos: ‘The Sandman’, ‘V de Vendetta’ o ‘Ex Machina’. El papel de ‘El integral de Tank Girl’ es grueso, hay ojo por el detalle (aunque una página de ’Tank Girl’ contenga muchísima información, entre bocadillos, letras de canciones, nombres en camisetas y etiquetas de cerveza y no siempre todo haya sido traducido) y mucho material extra.
‘El integral de Tank Girl’ no contiene toda la historia del personaje. Tras la adaptación de la serie en forma de película (un experimento fallido), Hewlett se dedicó a otros proyectos y Martin trabajó con otros dibujantes en historias más largas y mini-historias [aunque recientemente, os comunicábamos la noticia de la vuelta a Hewlett a este personaje, con la serie titulada ‘21st century Tank Girl’.] Sin embargo, este integral recopila con cariño los tres números de Hewlett y Martin, además de entrevistas, portada, imágenes de merchandising, un guion perdido, arte no usado, diseños para la película e ilustraciones originales. Las notas y aclaraciones de los creadores ayudan a poner en perspectiva una serie que ahora resulta difícil de comprender, pero que sigue teniendo cierto encanto salvaje.