Cuando yo ya estaba resignada a que soy una idiota por esperarlo en las fiestas y por comprarle regalito, cuando había logrado el equilibrio interno necesario para admitir que, en realidad, NO tengo ganas de estar con él y lo único que hago es fantasear, Rafa me pega el grito y salto de mi hamaca paraguaya de domingo y corro hasta el tubo y lo atiendo con el corazón en la boca. "Perdón si interrumpo", me dice el pelotudo cuando le digo que estoy agitada. Y "¿Qué hacían?", pregunta para arreglarla. La pelotuda emoción de que me haya llamado, de que me cuente la misma boludez de siempre sobre todo lo que tuvo que trabajar en navidad y año nuevo, de que me pregunte por los chiques, de que me diga que terminó de leer El exorcista en las horas que pasa en el teléfono de la agencia (él que no leía nunca), me hizo caer otra vez, otra vez, otra vez, en el pelotudeo del "te llevo el regalito". Claro que, cuando me dijo "Traé preservativos", salté como leche hervida con que yo no voy a ir al kiosco a pedir forros como una tarada. Y él con que "Ah, pensé que tenías" y jajajiji pero de ahí no pasamos.
Después que corté con cara de idiota aceptando la propuesta de "Te llamo cuando estoy para que me traigas el regalito" me avivé de que su "propuesta" de "venir a trabajar a mi casa" es, lisa y llanamente, el motivo final de su llamado: "No voy a tener plata para darte por dos meses porque cambié auto de nuevo, así que decime si querés que haga algo en tu casa." Soy tan tan tan pelotuda!!!!! Ni siquiera me disculpa su voz de idiota diciéndome "Llamé porque ustedes no llaman... Iba a ir para el cumple de Magdalena pero no me aguanté..."
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