domingo, 17 de enero de 2016

Con Stephen

El resplandor fue uno de los libros que más tempranamente me marcó en la vida de lectora (y en la otra también). Siempre le cuento a mis alupnos y amistades (el viernes se lo conté a Gus que seguro ya se lo había contado hace mil pero no se acordaba y me festejó mis anécdotas de ese modo cómplice que tanto me gusta) que me asustó tanto lo de la mujer en la bañera que, entre los 12 y los 15 años, no entraba a ningún baño sin descorrer la cortina.
Ahora leo la novela casi como si fuera la primera vez pero buscando (sin determinar mucho hasta ahora) qué partes asustaron tanto a aquella nena. Y mientras anoto recursos de escritor: nunca me había puesto a leer tomando conciencia de que quiero lograr tal o cual efecto en mis propias narraciones. Se ve que solía mantener esa especie de mito sobre la inspiración y la naturalidad y el "como salga". El seminario de Drucaroff también ha influido mucho en mi conciencia escritora. Sigo.

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Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...