miércoles, 30 de mayo de 2018

Las primeras en saludar a los que resucitan

"Hay mujeres que nacieron en una húmeda tierra.
Cada uno de sus pasos es un sollozo sonoro,
y su vocación, acompañar a los muertos
y ser las primeras en saludar a los que resucitan."


Osip Mandelshtam, Cuadernos de Vorónezh

Anna Ajmátova: "Puedo"

Libros  BIOGRAFÍA

Anna Ajmátova

Elaine Feinstein

Traducción de Xoán Abeleira. Circe. Barcelona, 2007. 429 páginas, 28 euros
LOURDES VENTURA | 24/01/2008 |  Edición impresa

Retrato de Petrov-Vodkin
En 1938, en Leningrado, An-na Ajmátova se dirigía a la prisión de Las Cruces con sus ropas raídas, su férrea dignidad y su dolor. Desde los veinte años, el hijo de la poeta, a menudo estigmatizada por la Unión de Escritores, y de tanto en tanto rehabilitada, había estado en la diana del terror estalinista. El primer arresto de Lev tuvo lugar en 1933, acusado de terrorismo, poco después del suicidio de Nadiezhda Allilúieva, la esposa de Stalin, en el curso de las reacciones sanguinarias desatadas por la maquinaria represiva del régimen. Las incertidumbres ante el destino de Lev Gumiliov, considerado enemigo del pueblo y víctima de múltiples, brutales e injustas condenas, y las tensiones creadas por las complejas relaciones entre madre e hijo, confor-
man la agitación más profunda de esta biografía de Anna Ajmátova.

“Nos levantábamos como para la misa del alba,/cruzábamos la ciudad embrutecida/ y, más muertas que vivas, nos encontrábamos allí”. En la dedicatoria de su desgarrador poema “Réquiem”, Ajmátova rinde homenaje a todas aquellas madres y esposas con quienes coincidía a las puertas de la cárcel de Leningrado. En un breve prólogo al poema, Ajmátova recuerda que una de aquellas mujeres le preguntó entre susurros: “¿Y usted puede dar cuenta de esto?” La respuesta fue rotunda: “Puedo”. Durante casi dos años, Ajmátova salía de su lúgubre cuarto en la casa de Nikolái Punin y acudía a la prisión para saber si su hijo seguía vivo.

La poeta que escribió que tendría que “matar la memoria” y “volver de piedra el corazón” soportó, en sus 76 años, dos revoluciones, dos guerras mundiales, una guerra civil, las más terribles purgas de Stalin, el ostracismo, las muertes, condenas y exilios de todos sus seres queridos. Y lo que más estremece, Ajmatova sufrió las heridas del alma de su único hijo. Lev nunca le perdonó el abandono sufrido en la infancia (fue criado por la abuela paterna, tras el fusilamiento de su padre, el poeta Nikolái Gumiliov), y, más tarde, acusó a Ajmátova de haber sido indiferente a sus años de reclusión en cárceles y campos de trabajo. En eso, Lev Gumiliov, el hijo de “la musa del llanto”, tal como llamó a Ajmátova la otra grande de la lírica rusa, Marina Tsvetáieva, fue terriblemente injusto con su progenitora. Tal vez lo mejor de esta biografía de Elaine Feinstein es dejar que el público lector, espantado ante el trasfondo de horrores de largas décadas de la historia rusa, saque sus propias conclusiones.

En este retrato trágico, que incluye el convulso telón de fondo de un drama colectivo, la biógrafa ha tratado de desenmarañar las relaciones afectivas de Ajmátova. Desde su primer marido, el fundador del acteísmo, Gumiliov (ambos militaron en la creencia poética del lenguaje concreto, frente a lo etéreo del simbolismo), vemos un discurrir de amantes reales o platónicos, que encadenan a Modigliani con el compositor Artur Lurie; al crítico Nedobrovo con el pintor Borís Anrep; al erudito Vladimir Shileiko (su segundo marido) con su gran amor , el crítico Vladimir Punin, muerto en el gulag, en cuya casa vivirá muchos años; al doctor Garshin con el historiador Isaiah Berlin. Pero sobre todo contemplamos el destino terrible de dos de sus grandes amigos, que componen con ella y con Marina Tsvetáieva (ambas se admiraban, pero sólo se encontraron en dos ocasiones), el gran cuarteto de la poesía rusa: ósip Mandelstam y Pasternak. Los cuatro masacrados, en distinto grado, por las purgas estalinistas, y los cuatro inmortales.

En medio de tanto horror, Elaine Feinstein entrelaza esas vidas geniales y angustiadas y, aunque en algún momento peque de cotilleo literario, la mirada final y el juicio, si ha de haberlo, es el de quienes asistimos a un drama en el que los protagonistas son atrapados por los acontecimientos. Los hilos de las relaciones de Ajmátova se anudarán o se volverán convulsos, según los años, y aún se complicarán más con las versiones de los supervivientes.

Anna Ajmátova le contó a Lidia Chukóvskaia que Pasternak se ponía a veces “muy pesado”, ya que iba a verla angustiado para decirle que se sentía una nulidad. “Aunque lleves años sin escribir una línea”, le tranquilizaba Ajmátova, “sigues siendo uno de los mayores poetas europeos del siglo XX”. Los vínculos de Ajmátova con el vasto y convulso universo literario de las primeras décadas del siglo XX en Rusia, constituyen el oleaje de esta intensa biografía, más pendiente de trayectorias vitales, que de análisis literarios. 


¿Dónde están ahora aquellas compañeras del azar, De mis años de infierno desnudo?

Poemas de Anna Ajmátova

5 poemas de Anna Ajmátova
Fue una de las figuras más representativas de la poesía acmeísta de la Edad de Plata de la literatura rusa. A contiuación te ofrecemos 5 poemas de Anna Ajmátova.
Dedicatoria
Las montañas se doblan ante tamaña pena
Y el gigantesco río queda inerte.
Pero fuertes cerrojos tiene la condena,
Detrás de ellos sólo “mazmorras de la trena”
Y una melancolía que es la muerte.
Para quién sopla la brisa ligera,
Para quién es el deleite del ocaso –
Nosotras no sabemos, las mismas por doquiera,
Sólo oímos el odioso chirriar de llaves carceleras
Y del soldado el pesado paso.
Nos levantamos como para la misa de madrugada,
Caminábamos por la ciudad incierta,
Para encontrar una a la otra, muerta, inanimada,
Bajo el sol o la niebla del Neva más cerrada,
Mas la esperanza a lo lejos canta cierta…
La sentencia… y las lágrimas brotan de repente,
Ya de todo separada,
Como arrancan la vida al corazón, dolorosamente,
Como si hacia atrás la derribaran brutalmente,
Pero marcha… vacila… aislada…
¿Dónde están ahora aquellas compañeras del azar,
De mis años de infierno desnudo?
¿En la borrasca siberiana cuál es su soñar,
Qué imaginan en el círculo lunar?
A vosotras os envío mi adiós y mi saludo
Traducción de Jorge Bustamante García
El poeta
Piensas que esto trabajo, esta vida despreocupada
Escuchar a la música algo y decirlo tuyo como si nada.
Y el ajeno scherzo juguetón meterlo en versos mañosos
Jurar que el pobre corazón gime en campos luminosos.
Y escucharle al bosque alguna cosa y a los pinos taciturnos ver
Mientras la cortina brumosa de niebla se alza por doquier.
Tomo lejos o a mi vera, sin sentir culpa a mi turno
Un poco de la vida artera y el resto al silencio nocturno.
Traducción de Rafael Alberti
Estamos tan intoxicados uno del otro
Estamos tan intoxicados uno del otro
Que de improviso podríamos naufragar,
Este paraíso incomparable
Podría convertirse en terrible afección.
Todo se ha aproximado al crimen
Dios nos ha de perdonar
A pesar de la paciencia infinita
Los caminos prohibidos se han cruzado.
Llevamos el paraíso como una cadena bendita
Miramos en él, como en un aljibe insondable,
Más profundo que los libros admirables
Que surgen de pronto y lo contienen todo.
Traducción de Jorge Bustamante García
La musa
Cuando en la noche oscura espero su llegada,
Se me antoja que todo pende de un hilo.
¿Qué valen los honores, la libertad incluso,
cuando ella acude presta y toca el caramillo?
Mira, ¡ahí viene! Ella se echa a un lado el velo
Y se me queda mirando larga y fijamente. Yo digo:
“¿Has sido tú la que le dictó a Dante las páginas sobre el infierno?”
Y ella responde: “Yo soy aquella.”
Traducción de María Teresa León
Para muchos
Soy vuestra voz, calor de vuestro aliento,
El reflejo de todos vuestros rostros,
Es inútil el batir del ala inútil:
Estaré con vosotros hasta el mismo final.
Y por eso me amáis ávidamente,
Con todos mis pecados y flaquezas,
Y por eso me entregasteis sin mirar
Al mejor de todos vuestros hijos,
Y por eso no me preguntasteis
Por ese hijo ni una sola vez,
Y llenásteis con el humo de alabanzas
Mi casa ya vacía para siempre.
Y dicen que más estrechamente ya no es posible unirse
Y que más irreversiblemente ya no se puede amar…
Como la sombra quiere separarse del cuerpo,
Como la carne quiere separarse del alma,
Así deseo yo que me olvidéis vosotros.
Traducción de María Teresa León

Son pesados mis poemas

Clases magistrales (últimas)

Hace rato (por no decir que durante mis 24 años de docencia) suelo putear mucho interna y externamente sobre las condiciones de trabajo en las aulas secundarias. Más que nada en el fuera del aula: pasillos, direcciones, instituciones, jornadas, sindicalismos y otras pedorradas. Pero cerca de mis cincuenta como campana de salida, este año trabajo solamente en cuatro cursos en una sola escuela y he decidido hacer todo lo que me gusta con mis alupnes. He recibido a una practicante de la ungs y despliego ante ella todo mi histrionismo y mi entusiasmo.
Ayer me descubrí a mí misma llevando adelante a pura improvisación una clase en segundito sobre la novela La sombra del dinosaurio, de Pablo de Santis (que no daba desde el 2004 maso) en la que apareció una ilustración directamente intertextual hacia Don Quijote. Fui muy feliz ante esas caritas que habían leído inocentemente la novela y apeneas una o dos conocían en el nombre de "ese de La Mancha". Les hablé de idealismo, de luchar contra molinos de viento y de cómo un escritor puede meter en sus historias sus propias lecturas y relacionar a un chico (que se llama Julián como mi hijo) con un loco que persigue a un dinosaurio (sus fósiles) con otro loco que leía mucho y quería desfacer entuertos.
Muy hermoso.

(No me animé a sugerir, se lo dije solamente a la practicante que a sus 26 años no conocía la canción, otra relación que pesqué con "Mi unicornio azul" de Silvio Rodriguez)

Como hizo Ícaro con Dédalo

"El lugar de la herida" de Carolina Riccio es uno de los destacados de este mes en Caleta Olivia. Y en él podés encontar poemas como este:
Como hizo Dédalo con Ícaro, mi madre me lo advirtió.
Dijo, ahí está la cuestión, no te ama.
Como hizo Ícaro con Dédalo, no la escuché.
El sol derritió mis alas. Bordeé el mar sin saber nadar,
ya era tarde para regresar al laberinto.
Ciertas prisiones nunca nos liberan.
Aquí también un monstruo me devora sin piedad.

Gente que me hace pensar

Paula Irupé Salmoiraghi ha compartido una publicación.
14 horas
Lü Bidulias
Doce años de aborto clandestino, miles de muertas. Típico de chupacirio.
Separación de la Iglesia y el Estado
Comentarios
Vicky Ruggiero Misoprostol en precios cuidados, nuevas salitas en los barrios, consejerias pre y post aborto en salitas y hospitales, mayor poder adquisitivo... habría que pensarlo un poquito mas..
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Paula Irupé Salmoiraghi Jaja. Si lo pienso un poco más me enveneno
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Lectura colectiva de El Quijote

Paco Cuevas ha compartido una publicación.
4 horas
El viernes cerquita de las pantallas con el tuiter a puntito, ¿eh? Que además participa la inigualable cervantista Clea Gerber =]
¡Los queremos el viernes pegados a Twitter! #Cervantes2018 será una lectura colectiva que inicia el 1 de junio desde el Museo del Libro y de la Lengua de Buenos Aires. ¡Nos tuiteamos!
http://asociaciondecervantistas.org/cervantes2018-lectura-…/
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Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...