En el país del no me acuerdo
Con un personaje inolvidable, la primera novela Laguna, de Vanina Colagiovanni (Bajo la luna), avanza sobre la memoria, el olvido y la construcción de la identidad.
Por Patricio Zunini.
En un poema de Lo último que se esfuma (Gog y Magog, 2011), Vanina Colagiovanni escribe: «No va del presente al pasado la memoria / es al revés / siempre que se llega al día de hoy / es porque se atravesó una bruma de días». Y antes, en uno deTravelling (Gog y Magog, 2005), había escrito: «Ahora la memoria oscila / y se desplaza como el deseo / modificando las figuras y los mapas». La memoria como lábil formadora de la identidad, es un tema recurrente en Colagiovanni. Somos lo que recordamos ser: «recordar es coleccionar», escribe en Laguna (Bajo la luna, 2015), su primera novela luego de tres libros de poesía, «y cualquiera sabe que el criterio de selección es lo principal para un coleccionista».
La protagonista de Laguna se llama Nubia. El porqué del nombre huele a espíritu wikipedente —algo referido a ciertos rasgos fisonómicos de los egipcios—, pero esconde en la proximidad con “núbil” parte del misterio de la novela. Nubia se despierta sin saber dónde está ni quién es el rubio que la besa mordiéndole fuerte los labios. Ya había tenido un “episodio”, una laguna que le robó dos años, entre los 12 y los 14. La pregunta que recorre el libro es por qué otra vez, pero también —aunque ella misma no se la haga— quién es ella, qué futuro se tiene sin una historia que la defina. En busca del pasado huidizo, Nubia hace una huida hacia adelante y a través de intuiciones y golpes de destino termina recalando en una comunidad post-hippie en Córdoba donde una rutina abierta a la introspección tal vez la ayude a encontrar respuestas.
Por momentos la narración se vuelve muy sensorial —algo que también sucede en los poemas—: colores, olores, sabores se entremezclan con alucinaciones y sueños. “Lo que escribo”, dijo Colagiovanni alguna vez, “surge de la observación y la percepción que después busco traducir al lenguaje escrito y, como en toda traducción, algo se pierde. Son imágenes, al principio aisladas, que empiezan a repetirse obsesivamente y a interconectarse.” Tal es la propuesta para que su personaje arme el rompecabezas perdido: encontrando dos puntos en el tiempo y relacionándolos entre sí. La memoria, entonces, se llena de pliegues, como los origamis que hace en su tiempo libre, intentando que la luz llegue a esas zonas oscuras.
Colagiovanni escribe con humor hasta las partes más siniestras. Los juegos de palabras —o mejor: los juegos de polisemia— aparecen cada salto de renglón.Laguna es una novela sin cabos sueltos que redondea la tensión entre recuerdo y olvido. Y Nubia, a pesar de su amnesia, es un personaje inolvidable.
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