Siempre le cuento a Sil las palabras textuales que me dicen los personajes que alteran mi cotidianeidad dichosa. Porque ella las escucha diferente y, entre las dos, dejamos de darle vueltas al bocho y nos cagamos de risa.
"No es que hayas logrado no darle bola, es que estás repodrida", me dijo mi amiga hoy.
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