jueves, 28 de marzo de 2024

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Ciruja chic



 

La previa de mi cumple



 

Zapallos princesa: Busco ahora el hada madrina







 

Consejos de Rilke

 "Usted pregunta si sus versos son buenos. 

Me lo pregunta a mí, como antes lo preguntó a otras personas. Envía sus versos a las revistas literarias, los compara con otros versos, y siente inquietud cuando ciertas redacciones rechazan sus ensayos poéticos. 

Pues bien -ya que me permite darle consejo- he de rogarle que renuncie a todo eso. Está usted mirando hacia fuera, y precisamente esto es lo que ahora no debería hacer. Nadie le puede aconsejar ni ayudar. Nadie... No hay más que un solo remedio: adéntrese en símismo. Escudriñe hasta descubrir el móvil que le impele a escribir. Averigüe si ese móvil extiende sus raíces en lo más hondo de su alma. 

Y, procediendo a su propia confesión, inquiera y reconozca si tendría que morirse en cuanto ya no le fuere permitido escribir. Ante todo, esto: pregúntese en la hora más callada de su noche: "¿Debo yo escribir?" Vaya cavando y ahondando, en busca de una respuesta profunda. Y si es afirmativa, si usted puede ir al encuentro de tan seria pregunta con un "Si debo" firme y sencillo, entonces, conforme a esta necesidad, erija el edificio de su vida".




martes, 26 de marzo de 2024

Magalí Etchebarne: Buscada

 ENTREVISTA

Magalí Etchebarne y un libro entre la muerte de sus padres, el duelo y “el balbuceo de un lenguaje nuevo”

La escritora argentina Magalí Etchebarne acaba de publicar el libro "Cómo cocinar un lobo".

Agustina Larrea

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Los mejores días (Tenemos las máquinas), su debut literario de 2017, fue uno de esos libros que se convierten en un fenómeno: una editorial independiente y pequeña apostaba por una escritora joven con un pulso narrativo muy particular que de inmediato cosechó elogios de la crítica y la admiración de numerosos lectores. Era un volumen de cuentos que traía un sonido nuevo –algo que se vinculaba a la tradición y al mismo tiempo se despegaba, como en un balanceo– con historias encantadoras alrededor de los vínculos humanos, el desgarro interior, la torpezas del deseo, los vaivenes del pasado. También con pájaros (¡muchos pájaros!), con paisajes sutiles, con la naturaleza siempre magnética y al acecho. El escritor Federico Falco lo resumió con precisión: “Magalí Etchebarne tiene una capacidad impresionante para poner en palabras las contradicciones, las inseguridades y los deseos de sus personajes. Un primer libro de una contundencia pocas veces vista”.

Algunos años después, mientras aquel libro superó las diez ediciones, se editó en España y sigue circulando, Magalí Etchebarne decidió volver. Pero, esta vez, con una nueva sorpresa: un libro de poemas. Es que a Los mejores días le sucedieron tiempos difíciles: primero murió su padre, luego a su madre le diagnosticaron cáncer y la escritora debió acompañar, pandemia mediante, el proceso de su deterioro hasta su muerte.

Cómo cocinar un lobo (Tenemos las Máquinas, 2023) podría pensarse como un poemario de duelo antes del duelo. Como la memoria de un cuerpo, de una casa familiar, de un mundo que tambalea y en ese temblor vibra entre el recuerdo, las imágenes y los silencios. Con delicadeza y como quien cocina a fuego lento entre el dolor y el eco de una voz poderosa, Magalí Etchebarne lo hizo de nuevo

“Siempre escribo cuentos, eso es lo que estoy escribiendo casi todo el tiempo. Con la poesía había empezado como un ejercicio de probar y ver, mientras atravesé todo el proceso de la muerte de mis padres. Ese el centro de Cómo cocinar un lobo, en particular la enfermedad de mi madre”, señala la escritora en diálogo con elDiarioAR.

¿Fueron apareciendo de a poco estos poemas? ¿Los escribiste mientras acompañabas a tu madre? 

Fueron tiempos bastante pesados y densos en los que siempre llevé un diario. Yo estaba muy cansada, físicamente y mentalmente. Y esta fue la forma que me salió. Creo que no pude escribirlo de otra manera. O sea, no quería tampoco hacerlo de otra manera y a la vez siempre llegaba a una cosa muy breve, como de entraditas de diario o versitos. Iba tomando notas que después, en algún momento pasado el tiempo, me senté y acomodé. Pero muchas cosas nacieron así, como notas de duelo. Eso que escribís mientras estás duelando. Con la muerte de mi padre también. Se dio la casualidad –y no tan casualidad, porque con la escritura pasan estas cosas medio extrañas– que es que dos días antes de que él muriera empecé a llevar un diario nuevo. Yo siempre llevaba diarios y dije “voy a empezar a llevar un diario y tenerlo siempre a mano en el celular”. Entonces, cuando iba camino al trabajo por ejemplo, podía escribir. Y lo abrí dos días antes, sin saber que mi padre iba a morir, y justo coincidió con que se convirtió en el lugar, de alguna manera, de procesar eso que nos va a pasar a todos. Eso, creo: fueron años de acompañar enfermedad y de muerte y eso es lo que me salió. Era la forma así, más fragmentada y quizás un poco más opaca, en la que me sentía más protegida para contar. Y necesitaba escribirlo, no porque quería contárselo a alguien sino porque yo necesitaba escribirlo y salía así, no como un relato. Obviamente que en la escritura de los cuentos yo pongo siempre cosas de cierta realidad. Pero acá no era que quería contar mi vida ni nada de eso. Pero a estos procesos no podía sentarme a escribirlos de forma ordenada y narrativa.

¿En el camino te cruzaste con lecturas alrededor de la muerte o el desgaste físico de los padres?

Mirá, me pasó que yo no había leído a Annie Ernaux hasta que la salud de mi mamá se deterioró mucho. Y justo llegué a No he salido de mi noche, que es un diario que ella lleva de su madre cuando está enferma, cuando está internada en un geriátrico, también una clínica, y en otro momento, cuando se la lleva a su casa. Es dolorosísimo. Porque además ella reflexiona ahí mucho sobre la escritura. En realidad, la madre y la escritura. Ese libro me había parecido súper iluminador, porque aparecía algo que a mí también me pasaba: esto de que la escritura era algo que mi mamá me había habilitado. Porque fue ella la que me habilitó los libros. Fue la que me estimulaba para escribir desde chica. Entonces la escritura estaba muy cerca de ella y empecé a percibir que mi mamá iba a morir, si bien todavía no estaba en el proceso final, lo intuía.

Siempre escribo cuentos, eso es lo que estoy escribiendo casi todo el tiempo. Con la poesía había empezado como un ejercicio de probar y ver, mientras atravesé todo el proceso de la muerte de mis padres. Ese el centro de 'Cómo cocinar un lobo'.

Algo que sucede con Annie Ernaux y se puede vincular con lo que traen tus poemas es que, lejos de cierto estereotipo, al describir los lugares de los que vienen ustedes como escritoras no se trata en ningún caso de lugares repletos libros.

Sí, en mi casa familiar no hubo bibliotecas que vaciar. De hecho, cuando murió mi mamá la casa estaba intacta, llena de cosas. Porque además fue la casa en la que vivieron mis abuelos. Es una casa que tiene 110 años. Mi abuelo era ebanista entonces estaban todas las cosas de él. Mi papá tenía los pájaros que aparecen en los poemas. A él le gustaban mucho los animales. Tengo un amigo librero que me dijo: “Cuando murió mi madre nosotros fuimos a sacar las cosas y encontramos cartas y diarios” y yo pensaba “bueno, qué espectacular abrir y que empiecen a aparecer cosas que te den material”. Pero a mí y a mi hermana nos pasaba que no encontrábamos nada, ¡no encontrábamos secretos, un diario, cartas, nada! No había absolutamente nada. Había fotos y mi papá era súper acumulador así que lo que había era recuerdos, cosas que él guardaba, muchísimas fotos. Y los animales, sí, sus pájaros. En mi familia siempre hubo pájaros: mi abuelo era palomero y mi papá cazaba desde chiquito. Así que fue como vaciar una casa de otro siglo. Pero no había libros, salvo los míos, los que yo había dejado. 

En ese sentido hay una especie de género de textos sobre casas que se vacían. ¿Encaraste también lecturas o escenas así para este libro? 

Cuando todo esto estaba pasando yo no estaba leyendo especialmente cosas en relación a la muerte de los padres o el duelo porque lo estaba viviendo. La verdad es que en ese momento no querés leer lo que estás viviendo. Sí había leído lo de Annie Ernaux. Después, cuando empecé a armar estos poemas y a querer trabajarlos, alguien me pasó el libro de Roland Barthes sobre el duelo, que es sobre su madre también. Y ahí sí, ahí sí encontraba esas lecturas, esos huecos cuando la literatura te funciona como de autoayuda, en el sentido de que le pone palabras a algunas cosas. Eso que a veces uno dice “es muy exagerado estar sintiendo esto” porque son nuestros padres y uno sabe que se van a morir. Pero bueno, al menos para mí fue acompañar un proceso muy físico que, creo, suele pasar en los hijos que acompañan, que cuidan a los padres, que cuidan sus cuerpos. Que no es solo acompañar, ir de visita. No es que yo iba a la casa de mi mamá una vez por semana; gestionaba, la cuidaba. Y ese es un lugar en el que quedás muy cansado. Sí, creo que es bastante traumático ese deterioro en cierta forma. En un poema del libro yo copié un fragmento de una novela de Rick Moody. Se llama Purple America y ahí describe cómo baña a su madre, pero también lo que piensa mientras lo hace, la radio que escuchan, cómo la limpia. Con eso hice una especie de cover. También usé este epígrafe de Juana Manuela Gorriti que tomé del libro Lo íntimo y tiene un formato de diario de los últimos años de su vida en los que ella comienza escribiendo sobre su casa de su infancia. Esto que implica volver a ese lugar y lo que queda. Bueno, y habla de la memoria, de los amigos, las palabras.

¿Cuál era tu vínculo con la poesía antes de escribir estos poemas?

Siempre fui lectora de poesía, pero nunca una lectora omnívora ni muy erudita. En la facultad se lee bastante poca poesía y después sí, obviamente leo y empecé a leer más. Otro libro que me gustó mucho encontrar, que por suerte leí después de haber escrito lo mío, es el de Tamara KamenszainEl eco de mi madre. Su madre tiene Alzheimer y ahí los poemas forman una especie de novela. Aparece el relato de ese registro, sobre todo de lo que le va pasando con la lengua. Y esto es un poco lo que a mí me pasó con mi madre. Porque lo que más me inquietaba de la experiencia de verla envejecer y deteriorarse era que ella ya no me hablaba como me había hablado hasta ese momento. No tanto lo físico ¿no? Que es algo que es más lento y te vas como acomodando. Muchas veces la pérdida del lenguaje y de la coherencia aparecen de golpe y eso es súper impactante: que alguien deje de hablar como hablaba. Incluso empezó a usar palabras que no eran de ella y que quizás eran más de mi abuela. Palabras de la infancia que ella había dejado de usar. Yo decía “¿es ella o es mi abuela la que habla?”. Quizás hoy no es nada llamativo, pero mi mamá me tuvo a los 43 años y mi papá tenía casi 50. Entonces siempre fueron bastante grandes en relación a los padres de mis amigos. Cuando me iban a buscar a un cumpleaños y muchas veces me decían “Maga, te vino a buscar tu abuela”, y era mi mamá.

En la contratapa de Cómo cocinar un lobo Marina Mariasch apunta esto de “aprender un lenguaje nuevo, el de la poesía” durante un año en el que se pasa de ser hija a ser poeta. ¿Tuviste que aprender algo nuevo?

Quizás para mí la poesía tiene esta cosa de balbuceo, y yo siento que esto que escribí es una aproximación a la poesía. No me animo a decir que son poemas, es un intento de ver si me salía. Y apareció esta cosa balbuceante. Ahí es donde siento que, bueno, sí, es un paso de hija a encontrar una manera de poder nombrar esto que estaba pasando. Roland Barthes dice “a partir de ahora soy mi propia madre”, “a partir de ahora y para siempre soy mi propia madre”. Algo de eso hay, pero no sé si poeta. 

Pero sí te animaste a probar con otras formas.

Sí, eso sin dudas. Para mí es así, jugar con un lenguaje. Y esto a mí me vino bien. La poesía tiene esta cosa de desvío y algo más opaco. Con ese lenguaje encontraba un lugar en el que me era posible hablar de esto. También pasa que en general uno no escribe pensando que sabe hacerlo, ¿no? Cuando te ponés a escribir siempre es un “a ver si me sale”. De hecho, ahora que estoy escribiendo otros cuentos todo el tiempo intento ver si funciona. No los escribo con seguridad. Los escribo con mucha dedicación, pero no estoy pensando que van a ser leídos ni cómo. Creo que eso es también lo que hace que tarde tanto. 

La poesía tiene esta cosa de balbuceo, y yo siento que esto que escribí es una aproximación a la poesía. No me animo a decir que son poemas, es un intento de ver si me salía. 

¿Siempre te salen formas breves?

Sí, lo mío entre el cuento y esto siempre es súper taquillero (risas) Me sale breve, sí. Siempre pienso en una frase de (Ricardo) Piglia, que dice algo así como que uno escribe como un nadador que se está por tirar al agua y no sabe si va a poder nadar. Para mí siempre es ir un poco a tientas. Y en la poesía más todavía. 

Decías que te tomás un buen tiempo para escribir, sobre todo con los cuentos. ¿Cómo fue en este caso, que lo que escribiste está más pegado a lo que fuiste viviendo? 

Mi papá falleció en 2018 y mi mamá en 2020. Algunos eran poemas que yo había empezado a escribir ahí. Otros que quizás son los que se refieren más al amor, digamos, eran anteriores y decidí reunirlos. Sobre todo para armar esta suerte de año que intenta contar el libro, mostrar un proceso de muerte y enfermedad y también de todo lo otro. Hay un poema muy lindo de Sharon Olds en el que habla de la muerte del padre y, no me acuerdo demasiado bien el inicio, pero es como que acaban de enterrar al padre, ella se acuesta con su pareja y hacen el amor y él le tapa la boca cada vez que ella llora o gime. Esa instancia donde la vida se mezcla con la muerte todo el tiempo. A Sharon Olds la descubrí hace unos años. Ella escribió muchísimo sobre la muerte de sus padres y además sobre esta cuestión física con los padres. Yo tenía esta cosa de que con mi mamá todo era muy próximo. Tenía una relación muy linda, era un muy buen vínculo, complejo como cualquier madre e hija, pero de mucha proximidad física. 

En general uno no escribe pensando que sabe hacerlo. Cuando te ponés a escribir siempre es un “a ver si me sale”. De hecho, ahora que estoy escribiendo otros cuentos todo el tiempo intento ver si funciona.

Hay muchas escenas en los poemas donde aparecen como pegadas. 

Era eso: estar en la cama con mi mamá y pasar tiempo. Mucha proximidad. No con mi padre, que era un hombre casi de otro siglo, entonces la distancia aparecía en todo sentido. Pero con mi mamá sí. Entonces para mí fue partir de esa observación, de cómo ella empezó a envejecer y se me volvió un poco como una obsesión en esos años. Después de haber publicado el libro de cuentos todo coincidió y me pasó esto de que “entré en una” (risas). Entré en una medio oscura y depre. Estoy intentando salir del túnel (risas).

Es curioso que la propia escritura te llevó a este lugar cuando había una expectativa alrededor de un nuevo libro de cuentos tuyo, después de la repercusión y los buenos comentarios que tuvo el primero.

Sí, quizás podría haber esperado, pero esto creo que salió como una ofrendita a ellos y por eso la tapa es esta cosa un poco de ritual doméstico. Hay una cosa catártica. Es re feo decir catártica, pero es un poco catártica y de ofrenda al duelo y a ellos. Esto es lo que pude hacer. Así es como pude cocinar este dolor de sus muertes y puedo pasar a otra cosa ahora. Sí, ahora puedo lanzarme a la ficción con todo. Ahora puedo hablar de fantasmas, de otros fantasmas. ¡De fantasmas que venden, no los padres! (risas). 

Siempre está el debate o la polémica o la cuestión alrededor de cuándo la literatura se posa “más cerca de la verdad”, para usar el título de la colección que dirigís en Ediciones B (N. de la R: Magalí Etchebarne trabaja como editora). Si esto sucede cuando alguien escribe algo que, entre muchas comillas, le pasó o le pasó a alguien cercano, o, por el contrario, cuando todo es, otra vez comillas, pura invención.

Yo me hago la misma pregunta, qué es verdad en un texto. 

¿O cuándo estás más cerca?

Claro, qué sería eso. En lo personal me pasa que a veces puedo tomar una anécdota, no porque me interese contar esa anécdota, sino porque me sirve a mí para escribir, digamos, me sirve para después básicamente inventar. Ahora qué es la verdad o por dónde va, no sé. Una vez Pedro Mairal en una entrevista dijo que él daba un taller de escritura en una cárcel para mujeres que cada tanto podían salir a sus casas y les había hecho escribir un texto en relación a lo que sentían justamente cuando salían. Una mujer escribió que lo que más le impactó cuando ella llegaba a su casa era la fragilidad de la vajilla. Porque claro, en una cárcel todo es de lata. Entonces él decía algo que estaba muy bien: quizás si vos y yo nos ponemos a escribir qué es lo que puede impactar más a una persona cuando recupera la libertad, no sé, diríamos la amplitud de los espacios. Pero con esta imagen de la fragilidad versus la rigidez hay algo de la experiencia propia que trae otro tipo de riqueza. No quiere decir que uno no pueda imaginar en el sentido de decir “esta es la verdad”. Pero para mí es eso, un cierto matiz de lo que uno escribe o del texto que a veces es lo que te sirve para empezar a escribir. A mí me funciona un poco como germen o como un poquito de masa madre, y a partir de ahí inflar. Como si fuese esto del pastorcito, pero al revés. No mentir, mentir, mentir, y de vez en cuando decir la verdad sino decir siempre la verdad y mentir una vez.

En tu caso, en los poemas y también en los cuentos el pasado está muy presente. O la memoria.

Sí, siempre estoy mirando para atrás (risas). Creo que porque soy una melancólica.

Sos del otro siglo también.

Creo que eso es también lo que me impactaba de observar la vejez: la idea de que ya no hay futuro sino que lo que tenés por delante en realidad es recordar. Esa cosa del pasado: ¡es mentira que el pasado está atrás! 

¿Te interesa ese pasado dinámico, digamos?

Es que todo el tiempo te va pasando algo, que de verdad eso para mí es una cuestión del cerebro: te vas acordando de cosas que no te acordabas. Empiezan a aparecer recuerdos de lugares o personas que no están. Con la edad empieza a ocurrir más. Le empezás a prestar atención a lugares de la memoria a los que no les habías prestado atención para nada. Sin ir más lejos mi madre muy cerca de la muerte empezó a recordar algunas cosas, con raptos de una lucidez y mucha nitidez de su infancia. Entonces ahí yo pensaba: ¿todo eso dónde estuvo hasta ahora?

Pero tu vínculo con el pasado en tus textos no es exactamente nostálgico. O es una nostalgia enérgica.

Eso es lindo. Pero sí, para mí el pasado siempre está, siempre estoy mirando el pasado. No con idealización, pero yo creo que de verdad el pasado es lo único que tenés. Es un hasta acá. Después sí, bueno, tratamos de ser optimistas (risas). 

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lunes, 25 de marzo de 2024

Rivera del Duero para Magalí Etchebarne

 

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Madrid, 20 de marzo de 2024La escritora argentina Magalí Etchebarne (Buenos Aires, 1983), ha sido galardonada con el VIII Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve con su obra La vida por delanteEl jurado, presidido por Mariana Enriquez, ha destacado de la obra premiada que “su estilo es pura  frescura e inteligencia. Encuentra humor en la tragedia y sabe de la tristeza con rabia y ternura. No hay postura ni solemnidad en su escritura”.

Magalí Etchebarne se ha proclamado ganadora de una edición difícil por la enorme calidad de las obras finalistas, con un libro del que el jurado ha destacado que está “escrito con un humor auténtico que logra una construcción de imágenes y unos personajes complejos con el cuidado que solo alguien que conoce y sabe manejar el lenguaje puede hacer. Una propuesta contemporánea llena de agudeza, dinamismo, los conflictos de lo cotidiano y la intimidad tomados con inteligencia y frescura, pero sin renunciar a la dimensión más oscura e inquietante de los vínculos humanos”. Junto a Mariana Enriquez, tuvieron la ardua labor de fallar, en esta séptima edición del Ribera del Duero, los escritores Brenda Navarro y Carlos Castánel editor de Páginas de Espuma, Juan Casamayor, y el Presidente de la DO Ribera del Duero, Enrique Pascual. El galardón se ha entregado este miércoles, 20 de marzo, en la rueda de prensa celebrada en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, retrasmitida también online para los medios del resto del mundo.

El Presidente de Ribera del Duero ha destacado “la enorme relevancia de un premio creado con ilusión, que ha superado todas nuestras expectativas. Cada edición nos permite reconocer el talento de jóvenes autores internacionales que hacen grande la lengua española y que contribuyen a engrandecer la cultura y el arte, esa actitud creativa que unen a la literatura y al vino. Esta edición es además especial porque se entrega en el marco del 40 aniversario de Ribera del Duero, DO firmemente comprometida con la cultura, que ha apostado siempre por el apoyo a los creadores y se siente orgullosa de ser un referente de apoyo y de buen vino para todos”.

 

La gran confirmación de una escritora

Magalí Etchebarne ha sido reconocida, en poco tiempo y con tan solo un libro de cuentos, como una de las grandes voces de la nueva narrativa breve latinoamericana y una escritora en sus mejores días. La obra con la que ha resultado ganadora del Premio Ribera del Duero nos presenta cuatro cuentos largos, esa tierra de nadie entre la distancia larga y la breve, que constituyen una propuesta híbrida entre le cuento y la novela, donde personajes atraviesan más de un cuento, donde objetos ganan su simbolismo en diferentes historias y los espacios comparten atmósfera acuática. Un libro construido a partir de un estilo preciso, exacto, que rezuma inteligencia, poesía y humor.

Magalí Etchebarne nació en Buenos Aires, Argentina, en 1983. Estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires y trabaja como editora. Publicó relatos en revistas literarias y antologías, el libro de cuentos Los mejores días (2017), toda una referencia en el cuento contemporáneo argentino, y el libro de poemas Cómo cocinar un lobo (2023), una inmensa y conmovedora propuesta en torno a la pérdida y el duelo.

La obra ganadora del VIII Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve se publicará en una primera edición en papel simultáneamente en Argentina, Chile, Colombia, España, México y Uruguay el 8 de mayo. Ese día se lanzará también el ebook y el audiolibro en todo el mundo.

 

Un VIII Premio Ribera del Duero esperado y deseado

La octava edición del Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve, que ha batido récord de participación, ha recibido el apoyo unánime del sector del relato breve internacional, con la recepción de más de mil obras de autores de treinta y ocho países. Un nuevo hito para un galardón joven pero consolidado, que es un absoluto referente en su categoría, considerado un trampolín al éxito para los escritores.

Magalí Etchebarne se une hoy al prestigioso grupo de ganadores del Premio Internacional Ribera del Duero, que inauguró Javier Sáez de Ibarra, y del que forman parte Marcos Giralt Torrente, Guadalupe Nettel, Samanta Schweblin, Antonio Ortuño, Marcelo Luján y Liliana Colanzi. Todos han recogido premios, realizado nuevos proyectos y se han confirmado como imprescindibles del relato breve en español.

El Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve fue creado en 2008 por la Denominación de Origen, en colaboración con la Editorial Páginas de Espuma.


 

 

    • · Desvelamos el jurado del VIII Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve
    • · La entrega del premio tendrá lugar el próximo 20 de marzo en el Círculo de Bellas Artes de Madrid

 

 

Roa, 7 de marzo de 2024-. La destacada escritora argentina Mariana Enriquez preside el jurado del VIII Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve, cuyo ganador se anunciará el próximo miércoles, 20 de marzo, a las 13 horas, durante una rueda de prensa en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. El prestigioso certamen, organizado por La Denominación de Origen Ribera del Duero y la Editorial Páginas de Espuma, ha alcanzado este año una cifra récord de participación aumentando un 17.7% respecto a la edición anterior, consolidándose como un absoluto referente internacional en la narrativa breve en español y convirtiéndose en una cita ineludible para los autores de todo el mundo.

En esta octava edición, acompañarán a Mariana Enriquez como jurado los escritores Brenda Navarro y Carlos Castán, quienes tendrán la responsabilidad de seleccionar la obra merecedora del galardón más importante en su categoría entre las cinco finalistas. Además, junto a ellos estará el Presidente de la D. O. Ribera del Duero, Enrique Pascual, y el editor de la Editorial Páginas de Espuma, Juan Casamayor.

 

 

Mariana Enriquez (Buenos Aires, 1973) es periodista, subeditora del suplemento Radar del diario Página/12  y docente. Desde su incorporación al catálogo en el año 2016, Anagrama ha publicado las novelas Bajar es lo peor y Nuestra parte de noche (Premio Herralde de Novela y Premio de la Crítica 2019); las colecciones de cuentos Los peligros de fumar en la camaLas cosas que perdimos en el fuego, publicada en veinte países y galardonada en 2017 con el Premi Ciutat de Barcelona en la categoría «Literatura en lengua castellana» y Un lugar soleado para gente sombría; el perfil La hermana menor, acerca de la escritora Silvina Ocampo; las crónicas de Alguien camina sobre tu tumba y sus crónicas periodísticas reunidas en El otro lado. Retratos, fetichismos, confesiones (en edición de Leila Guerriero).

 

 

Brenda Navarro (Ciudad de México, 1982) estudió Sociología y Economía Feminista en la Universidad Nacional Autónoma de México y cursó un máster en Estudios de Género, Mujeres y Ciudadanía en la Universidad de Barcelona. Ha sido redactora, guionista, reportera y editora, y ha trabajado en diversas ONG relacionadas con derechos humanos. Fue fundadora del #EnjambreLiterario, un proyecto enfocado en publicar obras escritas por mujeres. Casas vacías, su primera novela, publicada en Sexto Piso, fue premiada con el XLII Premio Tigre Juan y traducida a siete lenguas. Su segunda novela es Ceniza en la boca.

 

 

Carlos Castán aunque de origen altoaragonés, nació en Barcelona en 1960. Es licenciado en Filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid, ciudad en la que ha transcurrido buena parte de su vida y donde ha trabajado como profesor de filosofía en la enseñanza pública. Es autor de los libros de relatos Frío de vivir (1997), Museo de la soledad (2000) y Solo de lo perdido (2008), así como del volumen de artículos Papeles dispersos (2009), del relato Polvo en el neón (2012) y de la novela La mala luz (2013). Sus cuentos reunidos están publicados en Páginas de Espuma bajo el título Cuentos (2020).

 

  • Un nombre para tu isla de Katya Adaui
  • Medea me ayudó a abortar de Dahlia de la Cerda
  • La madre, el trabajo, la muerte, el amor de Magalí Etchebarne
  • No se van a ordenar solas las cosas de Nuria Labari
  • Una mujer de su época de Fernanda Trías

 

La Denominación de Origen entregará el 20 de marzo de 2024 el VIII Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve, en el transcurso de una rueda de prensa que se celebrará a las 13 horas en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, y que se retransmitirá online (más información en los próximos días).

 


 

 


 

  • La octava edición del Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve ha anunciado las obras finalistas, destacando la diversidad geográfica y la calidad de los manuscritos, reflejando así la vocación internacional de un premio que nunca antes había albergado tanta participación.

 

 

Madrid, 13 de febrero de 2024. La Denominación de Origen Ribera del Duero, junto a la Editorial Páginas de Espuma, ha anunciado las obras finalistas de la octava edición del Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve. Tras un exhaustivo y difícil proceso de selección entre un significativo número de manuscritos presentados, que este año ha alcanzado una cifra récord aumentando en un 17.7%, el jurado ha seleccionado cinco obras dotadas de una calidad excelente. 

 

El Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve, reconocido por ser un fiel y excelente indicador de la actualidad literaria, ha demostrado una vez más su capacidad para atraer talento desde diversos rincones del mundo. Esta edición ha destacado por su marcada vocación internacional, reflejada en la diversidad geográfica de las cinco obras finalistas: Argentina, España, México, Perú y Uruguay.

 

Las obras finalistas son las siguientes:

  • Un nombre para tu isla de Katya Adaui
  • Medea me ayudó a abortar de Dahlia de la Cerda
  • La madre, el trabajo, la muerte, el amor de Magalí Etchebarne
  • No se van a ordenar solas las cosas de Nuria Labari
  • Una mujer de su época de Fernanda Trías

 


Katya Adaui, Lima, 1977. Autora de las novelas Quiénes somos ahora y Nunca sabré lo que entiendo y de los libros de cuentos Geografía de la oscuridad (Premio Nacional de Literatura 2023 de Perú en la categoría cuento), Aquí hay icebergs (traducido al inglés por Charco Press) y Algo se nos ha escapado. Vive en Buenos Aires, donde enseña talleres de narrativa.

 

 


 

Dahlia de la Cerda nació, creció y vive actualmente en la Ciudad de Aguascalientes. Estudió la licenciatura en Filosofía. Es escritora, activista y podcastera. Es autora de los libros Desde los zulos y Perras de Reserva, este último catalogado como un fenómeno literario. Su obra ha sido traducida al inglés, francés, italiano, turco, polaco y griego. Ganadora del Premio Nacional de Cuento Joven Comala 2019. Ha participado en las antologías Mexicanas, trece narrativas contemporáneas (Fondo blanco 2021), Los cuerpos que habitamos, ficción y no ficción sobre el derecho a decidir (AN‐ALFA‐BETA 2021), Tsunami 2 (Sexto Piso 2020), Astra Megazine (Ecstasy 2022) y Nuestras resistencias (Santillana 2023). Es cofundadora y codirectora de la colectiva feminista Morras Help Morras, reconocida a nivel nacional e internacional. Fue becaria del Programa de Estímulo a la Creación y al Desarrollo Artístico de Aguascalientes (PECDA) en la emisión 2015. Fue beneficiaria del Programa Jóvenes Creadores del Fonca en las emisiones 2016 y 2018. Actualmente se le reconoce como una de las escritoras más importantes de Latinoamérica.

 


 

Magalí Etchebarne nació en Buenos Aires en 1983. Estudió Letras en la UBA y trabaja como editora.
Publicó relatos en revistas literarias y en las antologías Historias de mujeres infieles (Emecé, 2008), El amor y otros cuentos (Mondadori, 2011), El tiempo fue hecho para ser desperdiciado (El perro negro, Chile, 2012), el libro de cuentos Los mejores días (Tenemos las máquinas, Argentina, 2017; Las afueras, España, 2019) y el libro de poemas Cómo cocinar un lobo (Tenemos las máquinas, 2023).

 

 


 

Nuria Labari (Santander, 1979) es escritora y periodista. Estudió Ciencias Políticas en la Universidad del País Vasco y Relaciones Internacionales en el Instituto Ortega y Gasset. Escribió el libro de cuentos Los borrachos de mi vida (Lengua de Trapo, 2009, ganador del VII Premio de Narrativa de Caja Madrid). En 2016 publicó su primera novela, Cosas que brillan cuando están rotas (Círculo de Tiza), a la que siguieron en 2019 La mejor madre del mundo (Literatura Random House) y en 2022 El último hombre blanco (Literatura Random House). Su obra ha sido traducida al inglés, al rumano y al sueco. Escribe semanalmente una columna de opinión en el diario El País.

 


 

Fernanda Trías nació en Montevideo, Uruguay (1976). Es narradora y docente de creación literaria, magíster en escritura creativa por la Universidad de Nueva York. Publicó las novelas Cuaderno para un solo ojo (2000), La azotea (2001), La ciudad invencible (2015) y Mugre rosa (2020) y el libro de cuentos No soñarás flores (2016). Mugre rosa, seleccionado por el New York Times en español como uno de los mejores diez libros del año, obtuvo el premio residencia SEGIB‐Eñe‐Casa de Velázquez (España, 2018), el Premio Nacional de Literatura (Uruguay, 2020), el premio de la crítica Bartolomé Hidalgo (Uruguay, 2021), el Sor Juana Inés de la Cruz de la FIL Guadalajara (México, 2021) y el British PEN Translates Award (Reino Unido, 2022). Sus novelas se han traducido a más de quince lenguas. Actualmente vive en Colombia.

 


 

 

 

  • El número de manuscritos recibidos ha experimentado un aumento del 17,7%, con respecto a la edición de 2022.

 

  • En total, escritores de 38 países han querido formar parte de esta nueva edición del Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve, con un importante número procedente desde España, Argentina, México, Colombia y Chile.

 

  • Bolivia y Chile son los países donde más ha crecido la participación este año, gracias a que varios de los ganadores y finalistas en convocatorias anteriores procedían de dichos países.

 

 

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Roa, 18 de enero de 2024 – El prestigioso Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve alcanza un nuevo hito en su octava edición, estableciendo un récord sin precedentes en el número de obras presentadas. Así, la edición ha cerrado su periodo de inscripción con un incremento de participación del 17,7%, en comparación con la edición celebrada en 2022. Sin embargo, más allá del número de trabajos recibidos, es la calidad y la diversidad internacional de las obras lo que también destaca en esta nueva convocatoria.

 

Así, manteniendo una fuerte representación de España entre las obras presentadas, el Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve ha incrementado notablemente su notoriedad y prestigio en el ámbito literario hispanohablante e internacional, con una participación de 38 países en total. «En esta nueva convocatoria hemos observado un fuerte auge en el número de manuscritos recibidos no solo de España, sino también de otros países hispanohablantes como Argentina, México, Colombia y Chile. Este hecho subraya la creciente importancia global del premio en el mundo de la literatura en español, notando también un fuerte interés en participantes de países como Francia, Italia, Bélgica o Canadá, entre otros», asegura Miguel Sanz, Director General de la Denominación de Origen Ribera del Duero.

Además, la repercusión de este certamen también se ha hecho sentir en países con ganadores o finalistas de ediciones anteriores, destacando el crecimiento de inscripciones en Bolivia y Chile. En cuanto a la modalidad de presentación de las candidaturas, recibidas tanto por email como en papel, así como el número de participación de mujeres escritoras, se mantienen muy similares a años anteriores.

Este certamen, de carácter bienal y organizado por la Denominación de Origen Ribera del Duero y la Editorial Páginas de Espuma, es reconocido en el ámbito literario español y latinoamericano por su contribución a la diversidad y riqueza de la literatura en español. Desde su creación en 2008, con motivo del XXV aniversario de la D.O. Ribera del Duero, este premio ha ido ganando renombre, posicionándose como un referente en el mundo literario de narrativa breve de habla hispana. De hecho, durante todas sus ediciones, el concurso se ha convertido en un auténtico trampolín para nuevos talentos y en una plataforma de reconocimiento, a nivel internacional, para autores ya establecidos.

La séptima edición del Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve, celebrada en 2022, destacó, principalmente por la calidad y diversidad de sus finalistas. Liliana Colanzi, con su obra Ustedes brillan en lo oscuro, se alzó como la ganadora de esta edición. Un reconocimiento que tomó el Círculo de Bellas Artes como lugar de celebración y que no solo honró el gran trabajo de Colanzi, sino que también celebró la creatividad y el alcance de la literatura contemporánea, asegurando un futuro prometedor para la literatura en español.

 


 

 

  • Autores de todo el mundo pueden presentar sus obras a concurso hasta el 31 de diciembre de 2023

 

  • Las bases del concurso ya están disponibles en las páginas web de Ribera del Duero y Páginas de Espuma

 

Roa, 19 de abril de 2023 – Abierta la convocatoria para el VIII Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve, certamen de carácter bienal que organizan el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Ribera del Duero y la editorial Páginas de Espuma, que premia al mejor libro de cuentos inédito escrito en lengua castellana y que en sus 14 años de vida se ha convertido en el más importante de relato en lengua española a nivel global.

 

El Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve anunciará su nuevo ganador o ganadora en marzo de 2024 que seguirá los pasos de Liliana Colanzi, quien fue premiada por su obra Ustedes brillan en lo oscuro. El libro ha sido publicado en diversos países de nuestro idioma (España, México, Argentina, Bolivia y Colombia), además de esto, están en camino diversas traducciones y también está disponible en ebook y audiolibro.

 

La trayectoria del Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve ha ido en ascenso desde su primera edición, incrementando en cada convocatoria la participación de autores internacionales llegando, en la VII edición de 2022, a los novecientos cuarenta y seis autores procedentes de treinta y siete países, todos ellos participando con sus libros de cuentos inéditos en castellano. España, Argentina y México continúan siendo los países desde los que se recibe el mayor número de obras. Pero cabe destacar también la buena acogida que el galardón tiene entre los escritores de países como Perú, Venezuela, Chile o Estados Unidos.

 

Premio Ribera del Duero: la apuesta por la cultura

 

En esta octava edición, el Premio Internacional Ribera del Duero estará dotado con 25.000 euros que recibirá el ganador, además, la obra premiada será publicada por Editorial Páginas de Espuma. El libro del ganador se promocionará en todo el territorio nacional, en diferentes países latinoamericanos y se organizará un gran concurso de escaparates en el que participan librerías de toda España.

El Premio Internacional Ribera del Duero se ha consolidado como uno de los galardones de referencia, tanto para autores de una trayectoria reconocible como para quienes recién inician su carrera, siendo el certamen un trampolín para darse a conocer entre lectores de todo el mundo.

Desde su creación hace más de una década, ha galardonado a los españoles Javier Sáez de Ibarra (Mirar al agua, 2009) y Marcos Giralt Torrente (El final del amor, 2011), a los mexicanos Guadalupe Nettel (El matrimonio de los peces rojos, 2013) y Antonio Ortuño (La vaga ambición, 2017), a la boliviana Liliana Colanzi (Ustedes brillan en lo oscuro, 2022, y a los argentinos Marcelo Luján (La claridad, 2020) y Samanta Schweblin (Siete casas vacías, 2015), que lleva más de 30 ediciones vendidas en todo el mundo y que recibió en Estados Unidos el prestigioso premio National Book Award.

 

Los autores y autoras podrán presentar sus obras hasta el 31 de diciembre del presente año. Las bases del Premio Internacional Ribera del Duero pueden consultarse en las páginas web del Consejo Regulador de la DO (www.riberadelduero.es) y de Páginas de Espuma (https://paginasdeespuma.com/).

 

Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...