jueves, 30 de enero de 2020

Descubrí el autotemporizador

Cumpliendo muchas tareas pendientes y deseadas

Baba al cuadrado y pelopincho

17 años después



En abril van a hacer 17 años que vivimos en esta casa. Esa esquina era parte del montón de piedras y chatarra que cubría todo el fondo cuando llegamos en el 2003. Después la mantuvimos como rincón de las ramas y recién ahora la fui bajando de a poco, Rafa aplastando y el lunes vino Julián y le pusimos "macetas" para conquistar territorio. La pinchuda y el matorral de boldo que estaba delante del bombeador los moví yo sola. Mañana iremos a Tigre a buscar mi nueva hamaca paraguaya. Me siento como un hada del bosque en mi ecosistema. Puedo encontrarme con mis hijes sin quejarme de abandono y desagradecimiento. Extraño bocha a les niñes que admiraban a su madre pero les adultes que me critican todo el tiempo también saben reconocerme la alegría, la independencia, la creatividad.

Juntemos botones

Sevillanas: "Y en el mismo sitio y a la misma hora"

Me llega el momento sevillano, ahora, con la guitarra. Mi profe, copado del entusiasmo perfecto, me dice que vamos viendo las técnicas del flamenco (muy difíciles para mi mano derecha pero él dice que estamos muy bien de coordinación, que hay gente que babea y se tira al piso antes de que le salgan los marcajes que yo saco en una semana, o casi), las escalas de la armonía para improvisar y alguna letra para descansar de una cosa con la otra.
Me vengo a buscar letras de sevillanas a casa. Es increíble!!!! 200 sevillanas enganchadas!!! Es como la chacarera para que bailen todes!!!! Me encanta. Tengo en la oreja las sevillanas de la vida, A la puerta de Toledo y Viva Triana. Me enamoro de Historia de una amapola y anota diez o doce más.
Ayer en clase empezamos con A la puerta de Toledo. Me deslumbra la letra machirula y tanguera, con algo de picardía (si no llevaba libros ni rosario cómo rezaba) y de tragedia final. La oreja se me acostumbra a las cuatro coplas. Siento dónde hay que girar y dónde van los pasos que tanto me cuesta bailar. Me deslumbran las historias de cada letra, me encantan las gargantas abiertas, practico eso de sacar la voz que nunca me sale, recuerdo (recurerdo, evoco lo conocido e imagino más) los lugares donde estuve: el puente de Triana, la Carbonería. Y todo es maravilloso:


"Si me enamoro algún día me desenamoraré, para tener la alegría de enamorarme otra vez".

viernes, 24 de enero de 2020

La puntería nace en la imaginación

Salteño ganó concurso internacional de poesía, en Chile

El poemario de Darío Villalba se impuso a otras 810 obras. Entrevista con el autor.

16 Ene 2020 6447
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A veces los premios sirven como descubrimiento: una forma de hacer visible algo que se desconocía. En otros casos confirman lo que todos saben. El concurso internacional de poesía “Grabriela Mistral”, de Chile, consagró este año al salteño Darío Alfredo Villalba y de alguna manera sirvió para darle a este poeta una nueva visibilidad, a la vez que confirmó su enorme talento. 
Lo de dar visibilidad tiene que ver con algo que hace Darío: alejarse del primer plano, dejar el centro del campo cultural.  Con esos silencios también juega en su poesía y con las respuestas a esta entrevista. 
Tiene 44 años. Nació el 19 de Abril de 1975. No estudió nada relacionado a las Letras. Entró en el profesorado de Educación Física, se recibió y de eso trabajo ¿Hay alguna relación entre escribir poesía y su trabajo? Esto dijo: “Más que la relación, me ha costado encontrar una razón para escribir poesía sobre deportes que practiqué como el básquet o como el que me apasiona que es la natación. Si bien la arquería es un deporte olímpico, en el libro “Tratado de arquería” es usado en forma de metáfora. Es algo pendiente.
Ganar el Chile, en un concurso de poesía, es como ganarle a Brasil en el Maracaná. Y Darío lo hizo. Su poemario se impuso a otros 810 escritos que postularon desde el 19 de octubre al 30 de noviembre.
Juan Carlos Mestre, consagrado poeta español, observó sobre Tratado de Arquería: “no solo por su singularidad sino por el alcance y excavación crítica que supone, por su novedosa fundación de conciencia y también por su desobediencia de las tradiciones al uso”.
Bajo el pseudónimo de Kalifa, ganó una importante suma monetaria (3000 dólares), más la publicación. Aunque para él, lo importante del premio es que el libro tendrá una llegada que de otro modo no tendría. “Me refiero a que el libro circule, que creo, es el mayor problema. Al publicarse en otros países da una posibilidad enorme de visualización. Después el libro hará su camino”, dijo.
 “Mi formación como lector fue básicamente en la biblioteca de mi casa, mi mamá era buena lectora. Clásicos. Muchas novelas, sobre todo. Y ya en la adolescencia tuve la suerte de encontrarme con poetas como Jacobo Regen o Ramón Jesús Vera que al saber de inquietud me recomendaron lecturas. En la pileta de la Sociedad Española conocí a una excelente profesora de Letras y hoy mi amiga, Silvana Irigoyen que me ayudó con lecturas del Norte Argentino. Luego Gustavo Rubens Agüero me prestaba libros y publicó mis primeras plaquetas. Siempre hubo poetas ayudándome, prestándome libros, recomendándome lecturas. Y un día conocí a Kuky quien me esperaba en su casa con libros y después los charlábamos. Fue un gran impulso como lector específico de poesía. También Ana Gloria Moya y Leonor Villada. Aparicio me esperaba en el bar Los Tribunales para mirar lo que había escrito. Por una Antología conocí a Santiago Sylvester y de ahí a Teuco Castilla, a Hugo Rivella”, dijo a LA GACETA.
La poeta Soledad Fariña destacó “la obra se sumerge en la más delgada y sutil fibra de la potencialidad humana. El arco, la flecha y el arquero, principalmente, pero también la cuerda, el corazón, la imaginación, el recuerdo, el suicidio, el aire, el amor son algunas de las especies que concurren a la acción, o a su posibilidad. Reflexión profunda sobre el espíritu en relación con el cuerpo".
Dice que se siente un privilegiado. Que muchos poetas lo ayudaron y colaboran continuamente en su formación. “Me leen, hacen sugerencias y eso me ayuda mucho”, dijo.
También dijo que admira mucho a Proust. “Al leerlo de joven tuve la ambición de escribir una novela. Petrarca, Quevedo, creo que los clásicos, me llevaron para el lado de la poesía”, sentenció.
Su observación sobre la situación actual del campo literario salteño es sucinta: “Por suerte se sigue escribiendo mucho en Salta. Me sorprendió la cantidad y calidad de los nuevos narradores”.
Hay varias formas de conocer a un poeta. Una es sabiendo qué lee. “Recomiendo leer L a Bufanda Roja de Bonnefoy. Esta Luz de Gamoneda. Las antologías de Watanabe, Szymborska y Asimetría de Zagajewski”, dijo.
La otra es leyéndolo:
  
I
La puntería nace en la imaginación

Consolidar la distribución del peso en ambas piernas
calmar la respiración y cerrar un ojo
 es cierto
ayudan a dar en el blanco
Lo dramático es tensar la cuerda:
dependerá del temperamento
Disciplinar el corazón hasta comprender que la melancolía
es una exageración del recuerdo
Luego disminuir la velocidad del ajuste
para lograr un instante de certeza ajeno a todo pensamiento

El arco
es quietud que sueña




II
El vértigo del pensamiento
es la imaginación

La arquería es el arte
de enterrarla en el pecho
para que viva





III
La forma de la flecha
es la combinación perfecta entre diseño y eficacia

Su flexibilidad y delgadez es sólo
estrategia de persistencia
Viaja compacta
Tan cerrada sobre sí
que parece hecha de abrazos
 como las despedidas




IV
De pérdidas está hecha la arquería

Para atinar al blanco
arco y flecha apenas deben tocarse

Hay en ellos
un conocimiento útil:
la herida de lo ausente

Y vos, lectore, pisándome los talones

Y mientras armo una entrada tras otra, más largas o más cortas, más personales o de copiar y pegar, un lector o dos o tres (las entradas de esta mañana ya llegan a diez o doce) viene leyendome. Apenas subo una, ya se ve la primer visita en la anterior. Te mando un abrazo.

Elena Cipriana Álarez Durán

Elena Cipriana Álvarez Durán "la mujer de los cuentos" además de abuela de los Machado


Elena Cipriana Álvarez Durán (15 de septiembre de 1827 - 1904)  era pintora y escritora, y a comienzos de la década de los ochenta de ese siglo pasó largas temporadas en la casa de unos familiares de Llerena, donde recogió sesenta cuentos, setenta coplas, 95 trabalenguas, tradiciones, explicación popular de nombres de sitios, chascarrillos, costumbres.... La gente de estas tierras la conoció como La mujer de los cuentos, nombre con el que firmó algunas de sus numerosas colaboraciones en las revistas folklóricas de la época. 
Su hijo Antonio (“Demófilo”)   fue el padre de Antonio y Manuel Machado entre otros hijos e hijas 

Cipriana  y su marido  tuvieron que casarse en secreto en 1.845, imagino que por la oposición de sus progenitores. Cipriana siempre tuvo muy buena mano para la escritura y talento para la pintura, además de ser una mujer con una preparación intelectual  muy avanzada para aquellos tiempos. Sus nietos  la recordaban como “una gran conversadora, de admirable carácter lleno de simpatía”.

El padre de Cipriana, José Álvarez Guerra, fue político, escritor y un pensador pre- krausista, y su madre era hermana de Agustín Durán  insigne personaje, primer director de la Biblioteca Nacional y compilador del Romancero general, inició los estudios folclóricos en España. Cipriana heredó de su tío el entusiasmo por los romances y las coplas populares y, a su vez, lo transmitiría a sus descendientes. En Llerena (Badajoz) recogió en seis meses más de cincuenta cuentos en sus excursiones de investigación por el pueblo y por la huerta extramuros. Como relataría su hijo Antonio (“Demófilo”) años después, “las gentes de estas casas y estas huertas la llamaban y se apresuraban todos a decirle cuanto sabían. Los chiquillos, que también le enseñaban  juegos y cuentos, la bautizaron con  el  - para mí muy poético nombre-  de la mujer de los cuentos”. Su criterio siempre fue la recogida fidedigna de los materiales tradicionales.

Sabemos de la colaboración de madre e hijo en la extensión del folklore. La reproducción de la tradición oral con textos de absoluta fidelidad era, según Cipriana, el ideal del recolector. Fue la autora de una serie de cuentos populares que aparecen en la revista El folklore andaluz entre 1883 y 1884: La mano negra, Una rueda de conejos, La serpiente de las siete cabezas, Las velas y Las tres Marías. Para algunos autores, puesto que doña Cipriana recogió cuentos en Huelva y en Llerena, no sería extraño que la procedencia de estos cuentos sea Llerena"; es decir, que estos cuentos formen parte del más de medio centenar recogido por la madre de Machado en su temporada llerenense. En una carta a Aniceto Sela, fundador de los estudios sobre el folklore en Asturias, Demófilo señala que Cipriana “me ha recogido en Llerena sesenta cuentos, setenta coplas, noventa y cinco trabalenguas, tradiciones, explicación popular de nombres de sitios, chascarrillos, costumbres de casamiento, entierro y bautizo, tradiciones de minas y ermitas; en suma, el verdadero folklore de Llerena” (Marcos Arévalo, 1989.). No solo nace en Extremadura la abuela de los Machado sino que su relación con nuestra tierra es evidente: no solo la visita y pasa temporadas en ella, sino que intenta rescatar, a través de la producción escrita y oral, esa alma del pueblo que pedían los folkloristas. Y, a través de ella, el padre de los Machado conoció y, seguramente, amó esta tierra

Antonio_Machado_ (1879) _por_Cipriana_Álvarez_Durán.

Cipriana no abandonaría sus estudios del folclore. Siguió escribiendo cuentos populares y apoyando generosamente con su patrimonio las iniciativas antropológicas de su hijo Antonio, figura capital para el desarrollo de la disciplina en España. Su buen hacer como pintora es evidente en estos dos cuadros que pintó 

 Cipriana Álvarez Durán, pinta en  1879. El óleo representa a Ana Ruiz Hernandez,  con su recién nacido hijo José, acompañado de su segundo hijo, Antonio, que contaba con cuatro años.
https://estudiantes.elpais.com/EPE2016/periodico-digital/ver/equipo/1177/articulo/los-machados-y-extremadura
https://mujeresparalahistoria.blogspot.com/2013/07/cipriana-alvarez-la-mujer-de-los.html
http://www.revistamadreselva.com/21/la-mujer-de-los-cuentos

Quiero bloguear y bloguear todo el día

Llevo seis horas y pico acá. En el medio voy al baño, salgo a tender ropa, tomo mate, como ensalada, le abro a los perros, me deprimo y me desdeprimo. Cada entrada es un hilo de mí misma que me gustaría seguir en vez de soltar y acumular. Pero también es parte de la misma madeja, enredada, rulienta, que me gusta dejar ir y venir y autodevanarse. Quisiera tener este tiempo todo el tiempo para explorar mundos propios y ajenos sin apuro, para "hacer obra" como dice una de las personajas de Vikinga Bonsái (qué novela genial).

"Barco", "fúnebre" y "vikingo": tres palabras en el mismo sintagma que eleven en mí miles de resonancias que algún día plasmaré en algún relato

Encuentran barco fúnebre vikingo en Noruega; tiene más de mil años

Arqueólogos del Instituto Noruego de Investigación del Patrimonio Cultural (NIKU) encontraron el barco fúnebre vikingo de más de 1000 años en Edoy.
 Por: Redacción  26 Noviembre 2019  13:35

El Instituto Noruego de Investigación del Patrimonio cultural (NIKU, siglas en Noruego) compartió en los redes sociales el viernes el descubrimiento que realizó un grupo de sus arqueólogos en Edoy, se trata de un barco fúnebre vikingo.

VIDEO: Hallaron en Noruega un barco fúnebre vikingo de más de 1.000 años

Los arqueólogos del NIKU primero realizaron las investigaciones para dar a conocer la información necesaria, hicieron mediciones hechas con un georadar de alta resolución, esto con el fin de localizar de qué se trataba. 
“Tendrá una gran importancia histórica” dijo Knut Paasche, este aseguró que gracias a la tecnología está siendo clave a la hora de conocer el pasado histórico. Los restos de la embarcación están justo por debajo de suelo de un área donde anteriormente fue un sepulcro.
Los científicos encontraron una quilla, pieza que va de popa a proa en la parte inferior del barco y donde se asienta todo el armazón, esta midió 13 metros de largo. NIKU cree que el barco pudo tener una longitud de entre 16 y 17 metros y carece de proa y popa.
“Revelar más secretos” es el objetivo que tiene NIKU al explorar otras partes de esa localidad noruega.
Además la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología anunció el descubrimiento de un sepulcro vikingo; se trata de una barca enterrada dentro de otra con dos cadáveres con 100 años de diferencia.
Arqueólogos del Instituto Noruego de Investigación del Patrimonio Cultural (NIKU) encontraron el barco fúnebre vikingo de más de 1000 años en Edoy.

Barco fúnebre vikingo dentro de otro, con restos humanos de 100 años de diferencia, desconcierta a...

Se ve que el mandato que más me jodió la vida fue el de ser buena

Leo este poema:


Soy la pared en el filo del agua… (Judy Grahn)

Soy la pared en el filo del agua

Soy la roca que se niega a ser golpeada

Soy la maricona en la materia, la otra

Soy la pared que se balancea femenina

Soy el dragón, soy la daga dañiña

Soy la machona y el machete



y fui muchas veces una abuela malvada



y seré muchas veces una hija malvada.





Y no puedo evitar caerme de culo ante la capacidad de enunciar la propia maldad, asumir una identidad "no buena", no bondadosa, sobre tod en los roles de hija y abuela. Se me vienen a la cabeza miles de imágenes que corroboran que yo sí soy y fui buena, que no tengo ninguna culpa, que, sobre todo como hija, he cargado castigos que no me merecía, que debo ser perdonada por alguna entidad superior porque "es tan buenita".
Invento una etiqueta nueva en esta bloga: "era rubia y sus ojos celestes" porque es la síntesis del mandato de ubicación y respuesta física a lo que se espera de una: la pulpera debía estar ahí, disponible, iluminando, siendo buena, cumpliendo con sus cualidades de nacimiento. (Si se la llevaron fue contra su voluntad o, en realidad, se murió: de buena, no más).

Contéstame, baila mi danza

Se publica la antología "Contéstame, baila mi danza"
13 poetas norteamericanas seleccionadas y traducidas al castellano por Diana Bellessi
La primera edición de Último Reino, en 1984, incluía numerosos poemas de seis autoras. Diez años después hubo una edición aumentada en la editorial Angria de Caracas. Ahora es el momento de una nueva edición de Contéstame, baila mi danza  (Salta el pez ediciones), una antología, con selección y traducción de Diana Bellessi que reúne a trece poetas norteamericanas, Adrienne Rich. Muryel Rukeyser, Ursula K. Le Guin, May Sarton y June Jordan entre ellas, en versiones bilingües. Voces contemporáneas de escritoras y mujeres activistas que ofrecen un fresco vital de su lengua y sus territorios.
Diana Bellessi cuenta que llegó por primera vez a Estados Unidos pudiendo decir tan sólo una canción de Bob Dylan en inglés. Venía viajando por América latina con su mochila al hombro. Así consiguió pasar desde México a Texas, luego a California y al fin, a Illinois. Vivió en Chicago y meses más tarde, entró a trabajar en una metalúrgica al sur del Bronx, en Nueva York. Todas las obreras eran negras sureñas o latinas sin documentación, como ella. Diana afinaba el oído. Las calles donde comenzaba a encresparse la segunda ola feminista, sus fábricas y sus bares que no desdeñaban a clientes afroamericanos fueron la escuela mestiza donde ella aprendió a hablar inglés en los setenta. “Fui incorporando el idioma con una mezcla de interés, necesidad y afecto que nada tiene que ver con una academia. La poesía tampoco tiene que ver con una academia. Quizás ni siquiera tenga que ver con la literatura sino con un centro más propio”, desliza Bellessi. Ella, continúa, se sentía a gusto en esos bordes donde la lengua se llenaba de rumores singulares. Con un pequeño diccionario y un manual de gramática elemental, Diana seguía el curso de ese río que una tarde la dejó a los pies de Muryel Rukeyser, la poeta y activista feminista que sería una referencia esencial para Adrienne Rich y June Jordan, entre tantas otras.

“Ocurrió en un bar de Broadway, donde se anunciaba una lectura de Rukeyser. Cerveza en mano me acerqué hacia la tarima donde la voz extraordinaria de esta mujer, que tenía un porte muy elegante, leía poemas. En un momento escuché ‘Answer me, dance my dance’ y no lo podía creer. ‘Contéstame, baila mi danza’, parecía ser un llamado. Podríamos decir que le respondí, acepté la invitación al baile comprando todos sus libros y leyéndola noche tras noche. Así la empecé a traducir, para entender sus palabras, para compartirla”, cuenta Bellessi por teléfono. Tiene la voz firme y dulce, sedimentada por la serenidad de quien, aún autora consagrada de más de 25 libros, sigue escribiendo, publicando y participando de lecturas, muchas veces con poetas emergentes. Es un mediodía de luz enceguecedora y ella está veraneando en su casa de Zavalla, el pequeño pueblo donde nació en 1946, al sur de Santa Fe.
Las geografías, los nombres, las poéticas, se mezclan en su conversación para trazar una coreografía que explique cómo se fue armando, a lo largo de décadas, ese milagro editorial que es la flamante publicación de Contéstame, baila mi danza. Se trata de una antología, con selección y traducción de Bellessi, que reúne a trece poetas norteamericanas: Rukeyser, junto a Rich, Jordan, Denise Levertov, May Sarton, Ursula K. Le Guin, Diane Di Prima, Mary Oliver, Lucille Clifton, Judy Grahn, Irena Klepfisz y Olga Broumas. Algo así como el dream team con las voces más prestigiosas de la poesía estadounidense escrita por mujeres durante la segunda mitad del siglo XX.
El libro tiene una historia mítica. Fue publicado en 1984 por Último Reino, con la inclusión de una extensa cantidad de poemas pero sólo de seis autoras, en una tirada reducida que los coleccionistas buscaban con ahínco. Diez años después, la editorial Angria, de Caracas, realizó una edición aumentada. De este modo, el público de habla hispana pudo acceder a estas poetas, que nunca antes habían sido traducidas al castellano. La edición actual de Salta el Pez reúne lo mejor de las iniciativas anteriores. Es decir, multiplicó el número de poetas, incluye una selección de más de veinte textos de cada autora en formato bilingüe y además, recupera un ensayo que se había podido leer en la edición de Último Reino sobre género y escritura de la activista Barbara Deming (símbolo de la resistencia antibelicista y la escritura lésbica desde los sesenta hasta su fallecimiento, en los ochenta).
El resultado es un compendio de casi 650 páginas, una polifonía de voces y estilos que desbordan cualquier inventario temático pero que no son ajenos a una especificidad: la búsqueda de una pertenencia identitaria que reivindica la diferencia. Y allí, también, la escritura como desafío a la idea de que la poesía es sólo un ripio del lenguaje, un juego de niños, un pasatiempo sin compromiso. Ya en 1949 Rukeyser confrontaba esta idea a través de su ensayo The life of poetry (La vida de la poesía) al escribir: “Un poema invita, interpela. ¿A qué invita? A sentir. Más que eso: a responder. Y mejor que eso: un poema invita la entrega total, de cara a la memoria”.
Es eso que Bellessi llama en el prólogo un “fuera de la ley”. ¿En qué sentido? En su revisión del mundo cultural otorgado, reivindicando a quienes quedan en los márgenes del poder: “Voces alertas al pulso de la historia, a la delicada humanidad que se despliega en construcciones culturales diferentes; es decir, por fuera del discurso canonizado”, propone. Esta doble voz, personal y política, incluye también una organización renovada del discurso poético que no renuncia al lirismo ni a la búsqueda de imágenes capaces de conmover el sentido común. Sin embargo, además de poner su oído en las herencias clásicas (aquí hay poemas que rescatan a pioneras como Safo, Emily Dickinson o Dorothy Wordworth) estas poetas recuperan el registro coloquial, sus giros, sus balbuceos como forma de pertenencia a lo humano y su singularidad. Un espíritu rebelde que, como señala la traductora, vincula a las autoras con Whitman, Thoreau, Melville y William Carlos Williams.
Rukeyser contesta desde las primeras páginas: “Cuando hablé de las mujeres bailando, salvajes, fue una máscara,/ en la montaña, a la caza de los dioses, cantando, orgiásticas,/ fue una máscara; cuando hablé del dios/ fragmentado, exiliado de sí (…)/ era yo, desgajada, sin habla, en exilio de mí”. Y proclama “¡Basta de máscaras! ¡Basta de mitologías!”. En ese sentido, Diana reflexiona al otro lado de la línea: “Los acontecimientos sociales y la poesía han sido, y aún son, una sola cosa para mí. En una tradición abrumadoramente mayoritaria de varones, quería crear familia y linaje, quería oír las voces de las mujeres. Supongo que allí centré y construí lo que supe llamar ‘mi propia comarca de traducción’, a la que siempre he regresado”.
Ella explica que Contéstame… fue creciendo por voluntad propia. Al comienzo eran un montón de papeles y traducciones mientras Nueva York se encendía en las calles por las luchas contra la guerra de Vietnam, a favor de los derechos civiles. Por debajo de esa efervescencia, y aún con resistencia al interior de estos activismos, el amor lésbico comenzaba a buscar una zona propia de enunciación y orgullo. Todo ese magma, que sólo llegó mucho después aquí, cercenado antes por la dictadura militar, se tradujo con el tiempo en nuevos viajes a Estados Unidos e intercambios con las poetas. Ellas estaban maravilladas por una muchachita que les devolvía el eco de sus voces en castellano. Con el tiempo, esos papeles lograron ser reunidos, transformados en libro. “Bueno, tampoco fue tan fácil”, aclara Diana. “Rukeyser se mostró muy interesada en las traducciones porque era conocedora de poetas como Octavio Paz o Antonio Machado. Así que ella misma supervisó lo que yo iba haciendo. Denise, por el contrario, no era muy feminista que digamos y casi era antilesbiana. Pero debajo de esa coraza dura, había un corazón blando y bello, como se puede ver en estos poemas y en su obra, que es genial. A la larga, las autoras comprendieron que no solo se trataba de difundir su obra sino que las poetas aquí, estábamos buscando también una nueva zona de enunciación, nuestra propia comarca”, agrega.
En el libro y en esta conversación, Bellessi se ocupa de presentar a cada una. Y de ofrecer algunas perlitas. En 1966, visitó a Adrienne Rich y se transformarían en grandes amigas. Ella le contó cómo su vida había cambiado al militar en el feminismo: “Por eso necesitaba, poéticamente, otras formas que manifestaran ese cambio. Empieza a ser posible para una mujer decir la verdad sin tener que codificarla”. Diez años después, publicaría en su libro El sueño de un lenguaje común, la serie “Veintiún poemas de amor” (varios fragmentos están incluidos en este libro). Se trata del primer abordaje abierto al amor lésbico en la historia de la literatura norteamericana. A su modo, responde además a Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda, confrontando aquella exhortación al silencio femenino de “me gusta cuando callas”.

Puede ser que no todas las intertextualidades sean evidentes pero sí es un goce conocer algunos detalles. Diana trató a June Jordan, la poeta criada en ghettos, que junto a Audre Lorde, Alice Walker y otra de las incluidas en la antología, Lucille Clifton, incorporó al inglés un horizonte mítico y un coloquialismo afroamericano riquísimos. También compartió charlas con Irina Klepsif (nacida en Varsovia, sobreviviente del nazismo) en bares de Chelsea y el Village, allí donde había estado Di Prima con sus compañeros de la generación beat. En algún viaje, la traductora estaba decidida a encontrar el jardín que cultivaba May Sarton en Maine pero nunca lo logró. Tras leer el poemario de Ursula K. Le Guin, Wild Angels, Bellessi le envió a la autora una cajita que encerraba unos capullos crecidos en los plátanos del Delta, en el Tigre. La respuesta llegó pronto: fue otra cajita que contenía una pequeña rama de Oregon, donde Le Guin vivía. Así se inició una amistad que se tradujo en el libro Gemelas del sueño, publicado a fines de los noventa, donde cada una traduce poemas de la otra.
A la vez, la primera edición de este libro tuvo un alto impacto en la voz de otras poetas argentinas que comenzaron a consolidarse a partir del retorno democrático. Esta constelación incluye a Bellessi, pero también a Mirta Rosenberg (otra traductora fulgurante), Irene Gruss, Tamara Kamenzsain, María del Carmen Colombo y más acá en el tiempo, Alicia Genovese, Susana Villalba, Sonia Scarabelli, Gabby De Cicco y Andi Nachon, entre otras. De hecho, Scarabelli —con quien Bellessi tradujo a Mary Oliver en un volumen aún inédito — señala en la contratapa que la reedición de Contéstame, baila mi danza es una “celebración”: “Hay libros que se hacen esperar. Viajan como tesoros ocultos en un pliegue del tiempo en cuyo reverso, se diría, siempre aguarda el presente. Así ocurre con esta antología que inició su camino en los ochenta y que hoy regresa”.
Estos poemas parecen escritos ayer por su frescura, belleza y desparpajo. A la vez, retornan con toda la fuerza de voces que debieron abrirse paso en medio de un conservadurismo intelectual, en Estados Unidos y aquí. Muchas líneas de esta antología podrían responder a esos prejuicios. Como Judy Grahn cuando advierte: “y fui muchas veces una abuela malvada/ y seré muchas veces una hija malvada”. La poesía de estas mujeres se implanta, entonces, como parte de un linaje común que acorta la distancia entre idiomas, épocas y geografías. Esa es la victoria del lenguaje, su canción crítica pero esperanzada aún en momentos de intemperie, su danza compartida.

>POEMAS DE LA ANTOLOGÍA CONTÉSTAME, BAILA MI DANZA
Esta mañana (Muriel Rukeyser)
Despierto esta mañana,
una mujer violenta en el violento día
riendo.
            Tras la línea de la memoria
a lo largo del largo del cuerpo de tu vida
donde se mueven infancia, juventud, la vida del tacto,
ojos, labios, pecho, vientre, sexo, piernas, con las olas de la sábana.
Miro a través de la plantita
sobre el alféizar de la ciudad
hacia las altas torres como libros, entrechocándose voraces,
el río centellea, fluye corroído,
el intrincado puerto y el mar, las guerras, la luna, los planetas, todo lo que puebla el espacio
en el sol visible invisible.
Violetas africanas en la luz
palpitando en un universo palpitante. Quiero una paz arraigada, y deleite,
las riquezas salvajes.
Quiero hacer mis poemas sensitivos:
encontrar mi mañana, encontrarte entero y
vivo moviéndote entre la gente anestesiada.
                            Te digo en las ráfagas del aire:
hoy una vez más
intentaré ser no violenta
un día más
esta mañana, despertando sin cesar al mundo
en el día violento.

Novedades (Denise Levertov)
i. América la Dadivosa
Después que el hotel de beneficencia
se derrumbó repentinamente (luego de reiterados avisos)
sobre la calle,
los adventistas del Séptimo Día trajeron
ropa a los sobrevivientes.
“‘Mira esto’, exclamó
Loretta Rollock, 48 años,
mientras sostenía un vestido verde
y ropa interior. ‘Nunca tuve
cosas tan lindas. Me siento como
cuando era pequeña y mamita
me traía algo’. Entonces
empezó a llorar”.
ii. En los escombros
Para algunos el colapso del hotel significó
que la vida tendría que empezar
de nuevo.
El sexagenario Charles, bajo beneficencia
como tantos otros, el que dijo,
‘Somos la gente sin raíces’, y
‘No tengo hogar, ni lugar en el que pueda decir
que realmente vivo’, y
‘Me había acostumbrado a esto’,
También dijo:
‘Perdí
todo lo que tenía
en los escombros.
Perdí mi ropa,
perdí la foto de mis padres
y perdí el televisor.’

Nota a pie de página (Ursula K. Le Guin)
No solamente tengo halcones
en mi familia, y torres
sobre las colinas doradas, sino también
cangrejos:       sobre la orilla chata y ruidosa
bajo los negros acantilados, cangrejos
pavoneándose en la sombra
de impetuosas algas encalladas.
Y hay muchos murciélagos
en mi herencia; el murciélago
quiebra la copa del crepúsculo junto a la casa
de búhos y acacias, escribe
mi nombre en el Almanaque
de Gotha: Ostrogotha.
                                       Y la polilla
es una especie de prima, y algunas noches
de otoño la lluvia es mi hermano mayor.

Una observación (May Sarton)
Los jardineros auténticos no usan guantes
Entre el roce gentil y la raíz tierna,
Deben dejar sus manos anudarse mientras se mueven
Con áspera sensibilidad
Bajo la tierra, entre la roca y el retoño.
Nunca magullar o herir la fruta oculta.
Vi así las manos de mi madre cubrirse de cicatrices.
Ella, que podía sanar al amigo o a la planta herida
Con el mismo vulnerable pero riguroso amor;
Una vez me inquietó ver su rugosa belleza,
Pero ahora me es dada su verdad para vivir,
Mientras aprendo a solas que debemos ser firmes
Si queremos movernos entre lo tierno con una mano abierta,
Y seguir sensitivas hasta el fin
Pagar con algo de dureza por un mundo gentil.

La extranjera (Adrienne Rich)
Mirando como antes he mirado, directamente al corazón
de la calle hacia el río
caminando por los ríos de avenidas
sintiendo el temblor de las cuevas bajo el asfalto
contemplando las luces encendidas de las torres
caminando como he caminado antes
un hombre, una mujer en la ciudad
la ira visionaria despejando mi visión
y las detalladas percepciones de merced
floreciendo de esa ira
Si entro a un cuarto fuera de la luz áspera y brumosa
los oigo hablar un lenguaje muerto
si me preguntan la identidad
qué puedo decir sino que
soy el andrógino
la mente viva que no logras describir
con tu lenguaje muerto
el nombre perdido, el verbo sobreviviendo
sólo en infinitivo
las letras de mi nombre están escritas bajo los párpados
del niño recién nacido

Singapur (Mary Oliver)
En el aeropuerto de Singapur,
una oscuridad fue barrida de mis ojos.
En el baño de mujeres, un compartimento permanecía abierto.
Una mujer estaba de rodillas allí, lavando algo
en la pileta blanca.

El disgusto argüía en mi estómago
y palpé, en mi bolsillo, mi pasaje.
Un poema debería tener siempre pájaros en él.
Alciones, dije, con sus ojos temerarios y sus alas llamativas.
Los ríos son agradables, y por supuesto árboles.
Una cascada, y si eso no es posible, una fuente
que se alce y caiga.
Una persona quiere estar en un lugar feliz, en un poema.

Cuando la mujer se dio vuelta no pude resolver su cara.
Su belleza y su molestia peleaban entre sí, y ninguna ganaba.
Ella sonrió y yo sonreí. ¿Qué sinsentido es éste?
Todo el mundo necesita un trabajo.

Sí, una persona quiere estar en un lugar feliz, en un poema.
Pero primero debemos observarla del mismo modo en que ella está absorta en su trabajo,
lo que es bastante monótono.
Está lavando las tazas de los ceniceros del aeropuerto, tan grandes como
llantas, con un trapo azul.

Sus pequeñas manos hacen girar el metal, frotan y lavan.
No trabaja despacio ni rápido, sino como un río.
Su cabello oscuro es como el ala de un pájaro.
No dudo por un momento de que ama su vida.
Y deseo que se levante del sarro y el cieno
Y vuele sobre el río.
Esto probablemente no sucederá.
Pero quizá suceda.
Si el mundo fuera sólo dolor y lógica, ¿quién lo querría?

Por supuesto, no lo es.
Ni tampoco quiero decir nada milagroso, sino sólo
la luz que puede irradiar vida. Quiero decir
el modo en que ella plegaba y desplegaba el trapo azul,
el modo en que su sonrisa fue sólo para mí; quiero decir
el modo en que este poema se llenó de árboles, y de pájaros.

No obstante… (Lucille Clifton)
No obstante
era bonito
cuando el afilador llegaba
deslizando su rueda
girando su rueda
y las chispas saltaban
en la oscuridad
cruzando el terreno
hacia el sector de los blancos

no obstante
era bonito
en la luz del almacén de maizie
mirar la rueda
y atrapar la rueda–
fuego girando en el aire
y nuestras hojas
y nuestras puntas
tan afilables como las de cualquiera

Soy la pared en el filo del agua… (Judy Grahn)
Soy la pared en el filo del agua
Soy la roca que se niega a ser golpeada
Soy la maricona en la materia, la otra
Soy la pared que se balancea femenina
Soy el dragón, soy la daga dañiña
Soy la machona y el machete

y fui muchas veces una abuela malvada

y seré muchas veces una hija malvada.

Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...