Hay dos motivos importantes por los que hoy también es mi cumpleaños:
Hace siete años, el 4 de enero de 2010, Alejandro, Irene y yo llegamos a Miami con un montón de ilusiones y una buena dosis de susto. Traíamos seis respetables maletas. No sé cómo hicimos para meter la expresión material de toda nuestra vida en Bolivia en esas seis maletas. Pero ahí estábamos, tres soldaditos firmes. Alex había alquilado un minibús para que entráramos con semejante carga! Él también estaba asustado.
Si bien yo ya conocía la onda en Gainesville, pues había vivido en el pueblo por dos años, mientras hacía la maestría, considero que mi cumpleaños de inmigrante es el 4 enero porque ese fue el amanecer en que subimos al avión en Viru Viru sabiendo que era un éxodo permanente, un quemar las naves. (Creo que la mayoría de los que emigramos celebramos de uno u otro modo ese día en que llevamos a cabo la decisión largamente pensada, ese día en que uno nace a otro mundo y aloja para siempre, secretamente, su cadáver interior).
Si bien yo ya conocía la onda en Gainesville, pues había vivido en el pueblo por dos años, mientras hacía la maestría, considero que mi cumpleaños de inmigrante es el 4 enero porque ese fue el amanecer en que subimos al avión en Viru Viru sabiendo que era un éxodo permanente, un quemar las naves. (Creo que la mayoría de los que emigramos celebramos de uno u otro modo ese día en que llevamos a cabo la decisión largamente pensada, ese día en que uno nace a otro mundo y aloja para siempre, secretamente, su cadáver interior).
El otro motivo por el que esta fecha es tan fundamental para mí es porque hoy es/era el cumpleaños de Emma Villazón. Ella también emigró ese año, a pocos días del cumple. En nuestro último café me dijo que se acordaba de lo que yo le había dicho el 2010: Nos veremos otra vez, Emily, cuando Venus se acerque mucho a la Tierra.
Y así fue. Yo había olvidado mi seudoprofecía astrológica, pero ella la tenía presente. Venus se acercó muchísimo a la Tierra el 2015.
Cuando Emma cumplió 22 años, le regalé un cuadernito verde con bordes dorados. Andrés me contó que allí anotaba cosas suyas. ¿Era como un diario? No lo sé, pero mi corazón se llena de ternura y de una nostalgia terrible, insoportable, recordando esa tarde.
Y así fue. Yo había olvidado mi seudoprofecía astrológica, pero ella la tenía presente. Venus se acercó muchísimo a la Tierra el 2015.
Cuando Emma cumplió 22 años, le regalé un cuadernito verde con bordes dorados. Andrés me contó que allí anotaba cosas suyas. ¿Era como un diario? No lo sé, pero mi corazón se llena de ternura y de una nostalgia terrible, insoportable, recordando esa tarde.
"Mi amiga de 22 años". Así la llamaba cuando le contaba de ella a mi madre. Dije eso por mucho tiempo, aunque siguieran pasando eneros. Era un modo de admirarme ante la mezcla única de juventud, talento y profundidad. Todo eso que me entregaba en su amistad para acompañarme en aquel tramo tan difícil de mi vida.
Te quiero siempre, Emma. Te extraño. Te abrazo aunque ya no te pueda abarcar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario