el día extiende su aliento en la lengua reseca de las iguanas
escribe
en cada criatura:
respiras
todavía
has muerto
ya has estado detrás de lo invisible
y cruje
y se tensa
en el esfuerzo del abejorro
que construye en el aire
el neurótico vuelo que lo delata
ante el depredador
toda existencia pacta
con los elementos
lleva en sí el envejecido marfil de la costumbre
una burbuja rompe sobre la superficie
de un charco
asusta a un pájaro
y vuelve a su quietud
así mi propio esfuerzo da su terror
de mosca
apresada por la araña
¿qué construyo con estas palabras?
qué arranco de mí mismo?
y doy para que sea
o fuere
o siga en ser?
¿la línea tenue de mi existencia?
¿el terror de caminar junto a un abismo por un sendero
que se desmorona?
¿arranco de mi lengua
el mundo
y lo que es posible?
como si lo entregara
a la piedra de los sacrificios
en nombre de una fe
que permite
al sapo
y a la mosca
al mármol
y al epitafio
al pozo y su circunstancia
doy a mi memoria un ciervo
y le digo:
ve con tu espíritu
sobre las cosas que son verdes
y dóciles
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