miércoles, 25 de enero de 2017
El limonero real
Qué lindo que exista una adaptación al cine de esta novela de Saer (de mis preferidas), qué lindo que exista ese río y sus canoas y la cara de la gente que amanece y anochece con esa luna y ese agua y esos camalotes. Qué bueno poder ir al Gaumont con mis amigas y sentarse en esa butaca a dejarse llevar por una peli sin música de fondo, como imágenes llenas de sonidos del lugar y de formas y colores que son como postales vivas. Qué pena que tantos temas que están en la novela no estén en el peli, que falten hasta algunos de los pocos núcleos narrativos de la historia y que los efectos literarios no hayan encontrado equivalente entre los posibles efectos cinematográficos: Para mí no está la angustia inconmensurable de la novela, no está la locura de escuchar todo el tiempo esa zambullida que en la peli es una sola (la mejor escena para mí), falta la rivalidad río-ciudad, falta el miedo infantil del prota cuando era hijo y el miedo adulto del prota al ya no tener hijo,falta el génesis de las islas, falta el odio de la madre hacia el esposo por el hecho mismo de estar vivo,falta lo místico del árbol y su estar y serlo todo al mismo tiempo.
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Lunes por la madrugada...
Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...
que sonríe cómplice de amor...
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