lunes, 23 de enero de 2017

"hablemos de lo necesario"

UNA VEZ ESCRIBÍ TODO. Natalia Iñiguez

Lo primero que te llama la atención de este libro de poemas es cuánto cuerpo tiene. Primero porque no es “cuerpo” sino cuerpa, segundo porque aparece en todos los poemas casi y tercero porque la cuerpa se describe sudorosa, estriada, desprolija, reviva en el todo y en sus partes no-petrarquistas: párpados, uñas, cuero cabelludo, úvula, tetas de madre, pestañas viudas, ojo miope, sangre suicida, fetos asesinados, anarconcha, codo partido, vejiga. A veces es una cuerpa individual y a veces es una cuerpa múltiple que se habla y se contesta sola, que es igual que las otras o que no quiere ser como otras.
Me encantaron estos versos:
“de cuando éramos vírgenes
sólo nos queda la música
y el sabor a fruta fresca
huye en la boca de la rutina.”

Y estos:
“hablemos de lo necesario
qué caliente está el mate
hoy que cenamos
creo que ya no doy más
hay que comprar lentejas
pero me parece que si me voy
vas a pudrirla
aunque podría traer algunas frutas
vos que decís?
ya que estás calentá el agua”
Lo que te llama la atención después es cuánto barrio tiene este libro. Podestá con gatos y perros, y laburo y colores de la naturaleza y de la contaminación, y esténcil y tacos en el barro. Mirá, por ejemplo:
“podestá al atardecer
es rosa bebé de madre prematura
es amarillo hoja otoñal
es siempre verde limonero
es gris tanque de agua”
También me gustó eso que todas las cuerpas que escribimos poesía amamos y detestamos con la misma o variable intensidad: hablar de escribir y de qué es la poesía y flagelarnos con si hacemos bien o mal o peor o al pedo esto de escribir (y sobre todo: hacer leer a otres) nuestra poesía. Yo, cada vez que me pasa, me consuelo con versos como estos de Natalia:
“pensamos mientras escribimos
mentalmente por la vereda
si lo que escribiremos
en la hoja al llegar
no es más de lo mismo
y sobre todo pensamos
maldita sea
hubiéramos tomado el colectivo
para no pensar en las otras.”
Y puteadas como esta:
“Soy la bruja que la inquisición de la buena onda
lleva a la hoguera todos los días
¡Te vas a quedar sola!”
Y decisiones que tanto cuesta mantener sin repetírnoslas todos los días para que nos entre en el culo (como decía mi terapeuta) y en la cuerpa toda (propia y compartida):
“Desconfiar hasta decir basta,
desconfiar como manifiesto,
decir basta y decir tragedia.
decir lágrima para no soltarla.
decir muerte para transitar.
Intento una forma y me digo mujer:
esta que ensayo
no mira con ojos de poeta.
Mis ojos no se pulverizan con las rosas
Ni con las calles
Ni con el sol
Ni con la tierra mojada”
Y qué bueno tener los ojos y toda la cuerpa entera y latiendo para seguir mirando y diciendo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿En dónde conseguiste el libro? ¿Dónde puedo conseguirlo?

Paula Irupé Salmoiraghi dijo...

Me lo mandó la autora. Contactate con ella por feis. Ediciones Mutanta suele feriar bastante con sus publicaciones.

Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...