Fragmento de Mario Levreo y los pájaros, de
JORGE ENRIQUE LAGE | La Habana | 10 Ago 2013
Mientras tanto, un grupo de palomas empieza a frecuentar la azotea vecina. Una de ellas muere. Día tras día, el escritor observa el cadáver de la paloma, estudia a las otras palomas que revolotean alrededor. Levrero —entre las excentricidades de su bibliografía figura también un Manual de parapsicología— refuerza su teoría de que esas palomas están ahí por él, son consecuencia directa de lo que él está escribiendo.
Es una idea interesante: intentas fugarte del discurso, de la ficción, y entonces se altera la realidad. El vacío encuentra el modo de llenarse. Como si los contenidos narrativos, expulsados de la página, tuvieran que salir por alguna otra parte, bajo alguna otra forma, atravesando la membrana de lo real. Llevada hasta cierto punto, la escritura se parece a la magia negra.
Porque tal vez ya no basta con escribir "el libro", "la novela", ni siquiera "el diario": hay que apuntar más alto. Hay que escribir para que los pájaros vengan a morir a tu ventana. Si no, no vale la pena. Hay que escribir no para que otros lean tus líneas, sino para que tú mismo, al levantarte, puedas leer el efecto de tus líneas traspuestas como genes en el mundo que te rodea. Leer de otra manera el código de lo real. Mutarlo.
Tomado de http://www.diariodecuba.com/cultura/1376094030_4579.html
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