El orden de prioridades
Por Juan Hundred
Pienso en coger. O sea, quiero coger. Quiero coger, y pienso en coger, todo el día. En este momento estoy pensando en coger, porque quiero coger, claro. Lo único que me interesa es coger, debe ser, supongo, por todo lo que no cogí de chico. Escuela de la carencia, podríamos denominarlo. No puedo parar de pensar en coger, por todo lo que me gusta coger, y por todo lo que no cogí. Como si mis ganas de coger pero no de ahora, de siempre, estuvieran junto a mí, envolviéndome como una frazada. Mis ganas de coger forman mi aura.
Quiero coger. Mientras desayuno en un bar quiero coger, mientras espero que llegue el subterráneos quiero coger con alguien, con cualquiera, en el andén, mientras me arreglan una muela pienso en coger, con la dentista, mordisquearle un poco los pezones con mis cariadas muelas.
Quiero coger. Con chicas jovencitas que trotan por el parque usando calcitas apretadas. Cogerlas, meterles la nariz en las vaginas y olerlas por dentro un rato largo. Irme después, lleno de olor a concha, a tomar una cerveza o a comer un sándwich de mortadela y manteca en pan negro (puede ser con morrones en conserva, también. Queda bárbaro).
Quiero coger. Con chicas que la van de intelectuales, y acabarles en la cabeza, en el pelo, y peinarlas un poco, con dulzura, peinarles el cabello hacia atrás o hacia un costado pero mejor hacia atrás, con mi esperma.
Quiero coger. Con gordas, gordas que se relamen y se ponen un poco bizcas mientras miran el cucurucho que acaban de comerse en la heladería, miran el fondo del cucurucho a ver si quedó algo de helado, muy de cerca. Apoyarles la poronga contra sus cremosas tetas, con esos pezones grandes como hamburguesas, ponerlas después en cuatro patas y subirme y tirarles del pelo y gritar ‘¡arre!’.
Quiero coger. Con veteranas que están de vuelta de todo y no tienen problemas en meterse un turrón en el culo o que se meten los dedos, ellas mismas, mientras las cogés, porque ni con tu pija envuelta en un trapo rejilla les alcanza.
Quiero coger. Con enanas, con rengas, con mujeres deprimidas o muy perturbadas, mujeres a las cuales no se cogería nadie. También podría coger, llegado el caso, con delicados muchachos de lampiños culitos que sepan chupar bien la pija, cogería con ovejas desde ya, con mamíferos medianos, con pedazos de maniquíes rotos, cogería con patos de madera, con un delfín en Mundo Marino delante de las delegaciones de los colegios, con una mochila Jansport roja o verde clarito, cogería con una tira de asado, con una muerta, con un suricato de moteado pelaje.
Por eso, sí, puede ser, quizás no presto demasiada atención en general, o a vos, lo que me estás contando. Porque lo que yo quiero es coger, a mí qué carajo me importa lo que te pasa.
posted by J. Hundred @ 12.1.14
Tomado de El subte viene lleno
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