"... la figura de Zelarayán resuelve de antemano toda una cantidad de prejuicios que todavía circulan entre los representantes de nuestra opinión pública culta. Uno de ellos, al que por justicia histórica habría que denominar "síndrome de Stendhal", sugiere que la separación entre poesía y prosa debe ser abismal, para que la segunda no se amanere lamentablemente. Desde este punto de vista, el arte literario tiene un lado bueno, que es el de los cuentos y las novelas, y uno definitivamente malo, alternativamente o a la vez feminoide, inocuo, tilingo, impostado y anacrónico, aportado por el género poético. Ahora bien, la enfermedad de la poesía podría ser incurable, así que mejor no meterse a lidiar con sus gérmenes; en cambio, hay que velar porque no se trasladen a la narrativa... "
Damián Selci y Nicolás Vilela , en "Zelarayán y el problema de estilo".
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