"El waldorfismo argentino tiene esa impronta revisteril. Vidas de revista pro vida sana que en realidad son caminatas por tru la lá, el país de no me acuerdo, donde viven los monstruos o la fábrica de chocolate. El waldorfismo, de hecho, nació en una fábrica. Estaba pensado para hijos de obreros, no para torcuatenses new age que no se acuerdan de su piletero porque su piletero es... ¿quién era? Pero bueno, todo se puede adaptar."
Felix Bruzzone
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