A continuación de Los amores imaginarios, recomendada por Neflin mismo, mucho cine queer. Muy graciosa, ingeniosa, dulce. Anécdota boluda de grupo que va a un campamento para hacer teatro pero con personajes geniales y cuyos conflictos de comedia muestran conflictos generales y tan poco solucionables que el final feliz te llena de alegría: sin celos, sin egoísmos, sin prejuicios, sin menosprecio: pasar por hetero, ser metida en la pieza de los varones porque se está en transición, esperar que el otro te deje porque te da pena terminar. Aplausos para el director del campamento que no cogía hacía siete años y medio.
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