viernes, 11 de septiembre de 2015

Marcelo Cohen y la ciencia-ficción

Marcelo Cohen: "La ciencia ficción es el género mejor equipado para indagar lo que nos pasa y lo que nos espera"



Marcelo Cohen llega a la Feria del Libro para hablar sobre su trabajo. Buena parte de su obra está inscripta en la ciencia ficción, género que reivindica por su potencia para captar aspectos de la realidad.




Por Flavio Lo Presti0



Como tantos autores latinoamericanos (Gabriel García Márquez, Juan Carlos Onetti, Juan José Saer), Marcelo Cohen ha construido un territorio literario propio, señalado por una toponimia extravagante, un no menos extravagante registro civil y una extrañeza ligera en costumbres y entorno tecnológico que nos hace pensar en un mundo paralelo y cercano en el futuro. Se trata del Delta Panorámico, fundado al regreso de su exilio español: un homenaje a la cultura fluvial de nuestro país pero también un territorio cuyas reglas están bajo su control, y que funcionó para Cohen como un amortiguador contra el impacto de la vuelta a la Argentina.

Difusor y amante de la ciencia ficción, editor, traductor prestigiosísimo y fundador de grandes revistas culturales, Marcelo Cohen se presenta este viernes en la Feria del Libro y recibirá el sábado el premio Cultura 400 Años otorgado por la Universidad Nacional de Córdoba. Dueño de una prosa refinada y exigente, escritor renuente a la demanda pública, Cohen dialogó con Ciudad X sobre su obra y sobre el destino de la revista Otra parte, que fundó con Graciela Speranza y que abandonó el papel a favor de una versión digital.



–Usted ha manifestado una reticencia con respecto al crecimiento de la figura pública del escritor en detrimento de la atención a la escritura. ¿Cómo vive esta visita a la Feria del Libro y el contacto directo con los lectores de Córdoba?

–En general yo he sido muy descuidado con las estrategias y nunca he pensado qué hacer con mi presencia. Hace años que no piso la Feria del Libro de Buenos Aires, me parece un evento totalmente desmedido, descomunal en su cantidad de ofertas, imposible de abarcar, excesivamente duradero y muy ligado a la venta de libros. Los festivales de literatura en general no me gustan por esta razón que vos decís, porque la mínima visión que he tenido de algunos de esos festivales me da la impresión de que la gente va más a ver al escritor, incluso a escuchar qué dice, y ese tiempo de atención no redunda en un aumento del tiempo de atención a la lectura, que hoy (en el mundo de los dispositivos, de la gente entregada a la empresa personal de sí misma, a la confesión abierta, a la revelación inmediata de cualquier actividad que uno haga) ha mermado. Pero siempre he tenido una gran simpatía por la cultura de Córdoba, es una feria mucho más reducida, mucho más equilibrada y la invitación fue calurosa y ferviente y entonces espontáneamente dije sí, a eso voy. En general mi idea es: donde te quieren andá, sobre todo si creés que podés ofrecer algo. Además vino la grata sorpresa, inesperada, del premio de la Universidad.

Incluso el sueño está a punto de ser invadido. Hay gente que se levanta varias veces por noche a chequear sus mails. Y atacar el sueño es aniquilar la imaginación.

–Usted no tiene cuentas en redes sociales, y sorprende un poco el rechazo a ese punto tan incandescente de la relación entre hombres y tecnología en un escritor de ciencia ficción.

–No tengo fobia a la tecnología, soy un hombre que vive en esta época. A lo que me resisto es a que el mundo de los dispositivos y de la aceleración permanente se permita la ocupación total de mi tiempo. Lo que se produce con esa brutal tiranía de los dispositivos y de dar cuenta permanente de lo que uno hace sin prudencia, es la participación en una conversación tan multitudinaria que es un ruido. Si esas obligaciones ocupan totalmente mi tiempo, impiden algo que es sumamente necesario: la ausencia. La ausencia para tomar conciencia de algo que debemos saber: que somos un precipitado de las experiencias que hemos tenido con los demás, pero que el curso profundo y real de nuestra vida es para nosotros solos. Si uno no tiene momentos de ausencia no lo puede hacer, y tampoco masticar lo que le está pasando. Cuando no podemos estar solos y súbitamente lo estamos viene el miedo, y el miedo es el mayor estimulante de la neurosis, de la violencia, de los disparates. Incluso el sueño está a punto de ser invadido. Hay gente que se levanta varias veces por noche a chequear sus mails. Y atacar el sueño es aniquilar la imaginación.

Sin etiquetas
–¿Se siente incómodo con la etiqueta “escritor de ciencia ficción”?

–No, nunca me ha incomodado, lo que pasa es que yo matizaría eso. Hoy es muy difícil hablar de una sola manera de la ciencia ficción. Algunos de mis maestros literarios son escritores de ciencia ficción, que me ha ofrecido muchas cosas en cuanto al placer de la lectura y a la riqueza del pensamiento. Los grandes escritores de ciencia ficción, sobre todo a partir de los años ‘60, son muy sensuales, de una sensualidad dolorosa o fragante. No tengo problemas con la etiqueta, además creo que es el género mejor equipado para indagar lo que nos pasa hoy con lo que nos espera muy inmediatamente. Pero mi formación y las lecturas que yo quiero no son sólo esas, estoy formado y sigo leyendo literatura muy distinta.



–En “Ciencia Ficción, Utopía y mercado”, Pablo Capanna dice que la ciencia ficción salvó el impulso de abordar los grandes temas cuando la ficción generalista se retrajo hacia una interioridad estéril.

–Hay un momento culminante en cuanto a la retracción y la economía a la desnudez de la literatura central que es un camino hacia la indagación de las posibilidades del lenguaje de tomar contacto con lo real, algo totalmente inverso al de la ciencia ficción. La ciencia ficción, aún la más crítica, la más preventiva, tiene un intento de apropiación del afuera. Aún cuando es dolorosa, escéptica, pesimista, alarmista, e incluso apocalíptica, contiene una celebración del mundo. Hay una mirada sobre la prodigiosa diversidad de lo real de cuyas mezclas y combinaciones siempre salen cosas nuevas. Todos sabemos que de esa suntuosa diversidad, el lenguaje nunca va a poder hacerse cargo. Pero en la ciencia ficción está ese deseo. De todos modos, yo abogo por la mezcla. Hoy hay una gran cantidad de escritores muy interesantes, como Oliverio Coelho, Leonardo Oyola, Luciano Lamberti, o como Germán Maggiori. Estos escritores nuevos mezclan el pop, la televisión, los espectáculos populares, los mitos, los personajes ficticios de la cultura popular, el policial barrial, la comedia negra, muchas cosas con detalles de prospectiva. Con elementos futuristas. Y eso está un poco más allá de la ciencia ficción o es una ampliación de la ciencia ficción. Y a mí me gusta por lo tanto no hablar de ciencia ficción sino hablar del fantástico.

–A esta altura del desarrollo del Delta panorámico, ¿qué relación tiene con ese proyecto? ¿cómo lo ve?

–Y bueno, es un lugar donde yo vivo buena parte del tiempo, no te puedo decir más que eso. No me puedo ir de allá. Desde que empecé a escribir en el Delta Panorámico hay un solo libro mío, Impureza, que transcurre en un lugar que no es exactamente ese. M. John Harrison, uno de los mejores escritores vivos y de los pocos que hace literatura realmente fantástica, tiene una frase que yo cito mucho: la literatura fantástica es el viaje al extranjero de la literatura. Yo me paso buen tiempo ahí, en ese lugar hipotético, con la impertinencia y la confianza que me permite quedarme todo el tiempo que quiera sin molestar. También pasan cosas imprevistas, y en la medida en que las cosas que uno hace suceder se mezclan con los imprevistos, uno se conmueve. Y la mirada desde ese lugar sobre nuestro mundo es mucho más despejada, para mí, que la que uno tiene sobre este mundo mientras está adentro.

Estar en "Otra parte"
Junto a la ensayista Graciela Speranza, con quien se casó en 1993, Marcelo Cohen fundó la prestigiosa revista Otra parte, que tras 12 años y 30 números dejó de salir en papel en julio de 2014 y se pasó a una versión on line.

“La revista en papel estaba hecha por un equipo que incluía un consejo de asesores formado hace 15 años, es una revista independiente que exige mucho esfuerzo, constancia, y notábamos que el interés de los colaboradores ya no era el mismo. De modo que decidimos interrumpir, terminar el ciclo de papel, e ir a la web porque es una manera de tener muchos más lectores”, explica Cohen.

Y añade: “Queríamos reivindicar el muy desmejorado arte de la reseña breve que a lo largo del siglo 20 tuvo momentos culminantes y que hoy está muy abandonado, subestimado, maltratado. Tratamos de hacer reseñas breves que el lector pueda leer rápido pero que contengan las mejores posibilidades retóricas que ofrece el tratamiento del tema, textos alejados tanto del papel académico escrito para congresos como del periodismo apresurado. Ahora decidimos de vez en cuando hacer algo en papel, un nuevo ciclo que no tendrá una periodicidad fija: serán entregas, y la primera va a salir a fines de octubre. No queremos abusar del papel porque no hay que contribuir a la tala excesiva de árboles, pero de vez en cuando hay que tener algo que se pueda dar de mano en mano, el contacto de una persona a otra a través de un hecho físico”.





En la Feria del Libro. Marcelo Cohen dialogará acerca de su obra con Raquel Garzón. La cita es el viernes 11 a las 19.30 en el Patio Mayor del Cabildo (Independencia 30). En la UNC. El sábado 12 a las 12, en el Auditorio Facultad de Lenguas (Vélez Sársfield 187), Cohen se referirá a la tarea del traductor y recibirá el Premio Universitario de Cultura “400 años”.

Perfil. Marcelo Cohen nació en Buenos Aires, en 1951. Es traductor, crítico, novelista y editor. Entre 1975 y 1996, residió en España. Publicó las novelas Insomnio, El sitio de Kelany, El oído absoluto, El testamento de O’Jaral, Inolvidables veladas, Donde yo no estaba, Impureza, En casa de Ottro, Balada y Gongue. Es autor asimismo de los libros de cuentos El instrumento más caro de la tierra, El buitre en invierno, El fin de lo mismo, Hombres amables, Los acuáticos y La solución parcial, y de los volúmenes de ensayos Buda, Realmente fantástico! y Música prosaica. Dirige la colección de ciencia ficción Línea C de la editorial Interzona.

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