13-1-2014
A favor de la narrativa provincial
Santiago del Estero. Daniela Rafael edita la revista de bolsillo Los Inquilinos, de distribución gratuita, imaginada para ser leída en espacios de espera.
POR JULIO RODRIGUEZ
Los Inquilinos tiene apenas un poco más de un año, pero ya aterrizó en la Universidad de Princeton. Y promete más. La revista de bolsillo, que intenta incentivar o provocar la lectura de la narrativa en Santiago del Estero, pegó fuerte en esta provincia y ya traspasó sus fronteras. La revista arrancó como una inquietud de una abogada y escritora, junto a otra joven colega de las letras. En formato de bolsillo y de distribución gratuita, Los Inquilinos ha sido creada para ser leída en aquellos espacios en los que debemos esperar. “Pensamos que ese tiempo muerto puede transformarse en tiempo de lectura para conocer parte de la narrativa que se produce en nuestra provincia, y relacionar distintas disciplinas artísticas en la producción del cuento”, decía el editorial del primer número.
Daniela Rafael, abogada y escritora, es uno de los motores de esta iniciativa junto a Belén Cianferoni, otra escritora joven a la que luego se sumaron un grupo de nóveles colegas que querían difundir este género literario. “Cuando comenzamos con la revista, nos movió una idea muy clara: relacionar la narrativa con otras ramas del arte”, dice Daniela, muy entusiasmada.
El número 0 está relacionado con la plástica; el 1, con el diseño gráfico; en el 2 los cómics y en el número que está próximo a salir el tema es “La ciudad delatada / descubierta / revelada (ya se decidirá cuál de estos participios queda como título) en una vereda”.
“Queremos contar una historia a través de una foto, pero esta historia que se cuente, tendrá que ver con lo que para cada uno de los escritores significa la vereda, acera o como elijan llamar a ese espacio físico que divide nuestro mundo familiar, íntimo y particular, del mundo público, de la sociedad a la que pertenecemos por decisión de nuestros padres o elección propia; o circunstancias ajenas a cualquiera de estos presupuestos”, dice Daniela.
Hace un tiempo, Daniela leyó en Ñ una nota en la que se mencionaba que una de las formas de conocer una ciudad es la de estudiar sus veredas.
Dice que según un politólogo, allí se pueden encontrar claves importantes sobre el tipo de ciudadanos que habita una ciudad, la manera como se relacionan entre sí y la visión que tienen de la autoridad pública e incluso del Estado.
“La vereda es como el espacio en el que por primera vez un individuo tiene su experiencia colectiva, en el que se habla, se juega, se discute, se mira pasar la vida propia, del vecino. Si uno reflexiona por un momento, seguro piensa en todo aquello que le ha sucedido en su vereda o alguna otra. Al menos en mí, dispara cientos de anécdotas y recuerdos”, cuenta la escritora.
Llegar a Santiago para presenciar su segunda Marcha de los Bombos, encontrar los dos primeros números de Los Inquilinos y pensar que debían estar en Princeton fue cuestión de segundos para Lisi Barros-Sehringer, la escritora tucumana que reside en Estados Unidos.
El 28 de marzo de 2008 había asistido a una mesa que compartían Jorge Herralde (Anagrama), Roger Chartier (crítico), Antonia Kerrigan (agente literaria), Consuelo Sáizar (Fondo de Cultura Económica), Gustavo Guerrero (Gallimard) y Washington Cucurto (Eloísa Cartonera). Quedó impactada con Cucurto que había plantado su editorial y su proyecto entre el público asistente. En ese ámbito y no en Buenos Aires ni en Argentina, Lissi Barros-Sehringer descubrió Eloísa Cartonera. Y escribió una historia “simple” –Juan, el cartonero- para “aprendientes de español como lengua extranjera, para que desde que se inician en la nueva lengua, sepan que hay grandes aventuras que van más allá de lo conocido por todos”, cuenta.
“El 14 de octubre de 2013, antes de la presentación de Wendy Guerra, entregué los dos primeros números de Los Inquilinos al director de la colección latinoamericana de la Biblioteca de Princeton. Al cabo de la charla con la escritora cubana, me agradeció los ejemplares, me preguntó si habría continuidad en la publicación y me dio el nombre de una profesora de la Universidad de Rutgers, que estudia este tipo de manifestación cultural y que estaría interesada en conocerlo”, contó Lisi Barros-Sehringer. ¿Por qué llevó hasta Princeton a Los Inquilinos? “Muchos grandes y valiosos sueños nacen y al poco tiempo naufragan. El enorme esfuerzo que significa llegar y salir de la imprenta, suele chocar muchas veces con la falta de distribución, sobre todo si nacen en la periferia. ¿Quién los hace viajar? ¿Cómo llegan las voces a otros lectores que no sean los del círculo inmediato donde han nacido?” se pregunta la escritora tucumana.
E inmediatamente surge la respuesta. Eloísa Cartonera llega a un lector “educado en los textos de Piglia, Aira, Fogwill y otros. Los Inquilinos, por su parte, busca llegar a cualquier persona, y desde la lectura, educarla. Yo lo veo como el primer paso, el necesario, por eso me gustaría darle todo el empujón que esté en mis manos”. El suceso de la revista en Santiago se puede “medir” de varias maneras: se ve en los pasillos de tribunales a un preso leyéndola; en la sala de primeros auxilios del humilde barrio 8 de Abril, en un local de ropa de primera marca, en la librería más importante de Santiago o en una carnicería, por ejemplo. Esto despertó el interés de la Subsecretaría de Cultura, que contribuyó con dinero para imprimir el último número de cómics, por gestión de la escritora Marta Terrera. Junto a Daniela y Belén, se sumaron otros talentos jóvenes como Adrián Bonilla, Iñaqui Ortega, Fabricio Jiménez, Luciana Pereyra, Mario Lavaisse. E incluso, algunos ya están desarrollando otros emprendimientos literarios.
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