Dice en feis Felix Bruzzone
La clienta que hace dos navidades me regaló salamines vencidos ahora me entrega una bolsa con pandulce, turrón, garrapiñadas y sidra. Todo marca carrefour, pero buena onda igual. Lo de los salamines vencidos, de hecho, con todo esto, parece haber sucedido en una vida anterior que tuve quién sabe cuándo. Si es tan fácil olvidarse de casi todos los genocidios del siglo XX, salvo un par con los que machacan y machacan, cómo no olvidarse de un par de salamines vencidos. No es perdón, es olvido. Si hay olvido no hace falta el perdón. De hecho nunca hay perdón, siempre hay olvido, nomás. El cura que te dice "estás perdonado" en realidad piensa "estás olvidado", lo que se ajusta mucho más a lo que en realidad somos para dios: seres olvidados. Es entendible. El universo es muy grande, incluso para dios. Mientras tanto, como no voy a tener tiempo para almorzar, manoteo el pan dulce Carrefour y lo desguazo con mi cuchillo de cortar mangueras y bidones de cloro. Un cuchillito oxidado y lleno de ese olor amargo que tiene el cloro. Como el pandulce, cuchillito en mano. El cuchillo, si lo pensás, también tiene que ver con el olvido y el perdón, porque si no hay olvido ni perdón, hay que andar con el cuchillo entre los dientes. Yo ahora, si me ven, estoy con el cuchillo en el pandulce.
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