"Hay que ser juiciosa en el amor", solía aconsejarse a sí misma.
Y había logrado en efecto muy a menudo ser juciosa. Había logrado adaptar su propio vehemente amor al amor mediocre y limitado de los otros. Temblando de ternura y de verdad a menudo logró sonreir, frívolamente, para no espantar aque poquito amor que venía a su encuentro. Porque el no amarlos demasiado sea tal vez la mejor prueba de amor que se pueda dar a ciertos seres, en ciertas ocasiones.
¿Es que todos los que han nacido para amar viven así como ella vivió?, ¿ahogando minuto a minuto lo más vital dentro de sí?
María Luisa Bombal. En La amortajada.
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