Más solo que acompañado
Por Jorge Muzam
No siempre tengo la suficiente asertividad para explicar esta necesidad de estar solo. No es que no quiera a nadie, pues muy seguido me veo agobiado por el anhelo de un abrazo. Pero como usualmente estoy creando algo, la compañía permanente de personas me termina fastidiando. Soy un hombre que raya servilletas en los bares, mientras los amiguetes hablan de mujeres y fútbol. A ratos participo y me río a carcajadas, pero inmediatamente vuelvo a ensimismarme en mis rayones. Sigo anotando libretillas a bordo de los buses, en los taxis, en los estacionamientos donde espero a alguien e incluso en los tacos de vehículos.
Ni siquiera soy un amante que hable ñoñerías todo el rato. Mientras mi cuerpo habla y siente por mí, tiendo a evadirme a los polos de Saturno. Sé que no está bien, pero mi cuerpo es generoso y expresivo para salir en mi defensa.
Nunca pude trabajar en grupo. Cuando estaba en el colegio me escabullía de esa responsabilidad o más usualmente hacía todo el trabajo yo solo. Confiaba y sigo confiando mucho más en mis propias capacidades que en las del resto. ¿Soberbio, altivo, altanero, arrogante? No cabe duda que esos adjetivos me llegan a rozar.
En cada etapa de mi vida me sucedió lo mismo. No significa que siempre haya considerado incapaces a las personas que me han rodeado, sino que simplemente no sirvo para eso.
En la universidad fue un gusto preparar mis papers en la soledad más absoluta, sin recibir directrices ni tener que consensuar nada con nadie.
A mis alumnos tampoco les exigí nunca la obligatoriedad curricular de trabajar en equipo. Tuve constantes problemas por eso. Los solitarios me lo agradecían mucho.
¿Con qué moral les iba a exigir algo que yo nunca pude hacer?
Nunca pretendí unirme a ningún gremio, ni necesité defender ni ser defendido por un discurso colectivo. Menos aún formar parte de un partido político. Me han invitado varias veces y han quedado furiosos conmigo. No les gusta ver sus errores y torpezas ante un espejo. El lameculismo se impone de capitán a paje. Desde las derechas me han tratado de comunista de mierda, resentido y amargado. Desde las izquierdas me han dicho cosas aún peores. Desde el centro no me han dicho nada porque no están preocupados de decir nada sino de agarrar cualquier hueso, provenga de donde provenga.
Literariamente no le rindo tributo a nadie. Hay escritores que me han gustado sobre otros como Céline o Henry Miller, pero no soy de andar haciendo odas zalameras.
Hasta ahora me he bastado a mí mismo para todo, y reconozco que he tenido muchos más inconvenientes que beneficios, pero las cosas ya se dieron así.
JORGE MUZAM. Escritor chileno. Licenciado en Historia en la Universidad de Chile. Nació en San Fabián de Alico, un pueblo agrícola en el centro de Chile. Ha publicado ensayos históricos, artículos, relatos y poemas en diversas revistas y periódicos americanos y europeos. Tiene cuentos antologados en España y Argentina. Es autor de las novelas de circulación restringida “Ameba”, “El Espermio Errante” y “El odio”, y de cuatro libros de relatos: “La vida continúa”, “Detrás del humo”, “El insomnio de la carne” y “Mi yo inútil”. Se apresta a lanzar su libro de humor político “La gran zorra” y una nueva novela titulada “Es tarde para oler manzanillas”. Todas sus obras han sido publicadas bajo el sello de Sara Bell Editores. Es,además, un controvertido bloguero político, cuya voz independiente se ha expandido a todo el mundo hispano, incluyendo a los Estados Unidos. Se le ha descrito como un autor de pluma corrosiva, provocadora y amarga.
Tomado de http://cuadernosdelaira.blogspot.com/2010/10/mas-solo-que-acompanado.html
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