La pesadilla real
Por Pedro Mairal
02/03/12 - 10:41
Circula por Internet la foto que sacó un bombero dentro del vagón donde más gente quedó atrapada en el accidente en la estación de Once. Se ve al fondo del vagón chocado una pared de gente aún consciente y aplastada; asoman las cabezas, los hombros y los brazos desesperados, como si estuvieran cayendo dentro de un embudo. En esa imagen de pesadilla real hay algo que tiene la contundencia de un símbolo. El verdadero país, el más numeroso, los trabajadores, atrapados en una trampa mortal tendiéndole la mano al Estado nacional. El secretario de Transporte, como si hubiera estado ahí sentado dándoles la espalda, les dice sin mirarlos que de haber sucedido esto en un feriado no serían tantos ahí muriéndose. Los brazos se extienden pidiendo ayuda para que alguien los saque y los salve. La Presidenta les da la espalda y se va a descansar al sur. Tarda una semana en dignarse a tender su mano y cuando lo hace elige, con asepsia, a una enfermera militante que salió intacta del accidente. Las víctimas son invisibles, el país verdadero es invisible. Un día le mostraron el vagón flamante de dos pisos y elogió a la empresa de ferrocarriles subsidiada. Sólo son visibles el escenario y el personaje creado: la enfermera que seguramente sea enfermera y haya estado en el accidente y haya tenido una actitud heroica. Debe ser cierta la historia, pero alguien la eligió. A la Presidenta le generan personajes a su alrededor, como ese minero con casco y todo que al final no era minero sino un dirigente del PJ. La Presidenta se refugia dentro de esa máquina de generar falsas imágenes, esa mátrix de glamour con que la envuelven para tapar los basurales que hay detrás. No es ingenua, sabe que detrás de los telones pintados está el país chocado. Pero no se anima a salir de ese ambiente controlado, pretesteado y k-proof, y así corre peligro de que su imagen se seque para siempre. La clase dirigente ignora las manos tendidas de las víctimas de esta Gran Buenos Aires calcutizada. Pero mejor no hablemos de esa foto porque si lo hacemos estamos haciendo uso político de una tragedia.
Tomado de Diario Perfil
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